jueves, 5 de junio de 2008

Fernando Silva nos recuerda Claudio Orrego Vicuña.

SU MENSAJE, HOY MAS VIGENTE…
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Hace 26 años, un 2 de junio, nuestro camarada CLAUDIO ORREGO VICUÑA, “se fue a ver de cerca el Espíritu que todo lo puede. Y para ese viaje a lo insondable… quiso viajar con su camisa azul puesta”.

Al editar y publicar el libro. “Fe, Política y Cultura”, texto de Claudio Orrego Vicuña, comentarios sobre los Documentos de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Puebla, escribí unas líneas a modo de presentación que creo oportuno recordar:

“Su profunda fe católica y su vocación de servicio las plasmó en todas las iniciativas que emprendió en lo Académico, fundando el Instituto Chileno de Estudios Humanísticos –ICHEH-. El Grupo de Jóvenes Historiadores, la Editorial Aconcagua. Publico más de treinta libros e innumerables documentos, artículos y reflexiones que fueron la vertiente esperanzadora para muchos en esos oscuros años.

Claudio Orrego fue un hombre de diálogo, abierto y tolerante, entre sus amigos se contaban no pocos adversarios políticos.

Sin lugar a dudas, fue un hombre excepcional.

Don Patricio Aylwin al recordarlo en el libro de homenaje que publicara el ICHEH, “Tras la Huella de Claudio Orrego”, señalaba: “Vivía intensamente cada acontecimiento y cada momento, con tan gozosa exaltación y fogosidad de ánimo que contagiaba a quienes lo rodeaban. Acometía sus tareas como inspirado desde lo alto, con la sana y alegre vehemencia de un nuevo Quijote. Impulsado por su fe, motivado por su inteligencia, comprometido en cuerpo y alma por sus sentimientos. Claudio se entregaba a sus quehaceres con el entusiasmo de un verdadero cruzado”.

Que más se podría agregar:

Fernando Silva M.
Presidente
PDC Ñuñoa
Para mantener vigente su Mensaje y pensamiento, un recuerdo sobre su vida.

Claudio Orrego Vicuña
Diputado. Elegido para el período: 1973- 1977 (interrumpido por el Golpe Militar)
Militante y Dirigente del Partido Demócrata Cristiano

Nació el 11 de noviembre de 1939, en Santiago. Hijo de Fernando Orrego Vicuña y de Raquel Vicuña, fue además, bisnieto del político e intelectual Benjamín Vicuña Mackenna. Casado con Valentina Larraín Bunster, tuvo cuatro hijos.

Realizó sus primeros estudios en el Instituto Ramiro de Maeztu en Madrid y en el Liceo Francés de El Cairo, concluyéndolos en el Colegio Saint George de Santiago. Luego de finalizar su etapa escolar, ingresó a la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde cursó cuatro años de Sociología y uno de Filosofía. Posteriormente, prosiguió sus estudios en la Universidad de Lovaina, en Bélgica, donde obtuvo el título de Licenciado en Ciencias Sociales. Una vez egresado, ejerció como profesor de Sociología Pública en la Universidad Católica y de teoría política en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile. Inició sus actividades políticas en su época universitaria. En esos años, fue dos veces presidente de la Federación de Estudiantes, primero en 1960 y, luego, en 1962. Además, se integró al Partido Demócrata Cristiano. A los 23 años intentó ser regidor por Pirque, no resultando electo.

Durante el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva, fue llamado para desempeñarse, entre 1965 y 1967, como director de operaciones de la Consejería de Promoción Popular. Los dos años siguientes tuvo a su cargo la dirección del diario "La Nación" y luego fue asesor del Presidente de la República y director nacional de Capacitación Doctrinaria. Durante el Gobierno de Salvador Allende se destacó por sus intervenciones en programas de radio y de televisión ("A esta hora se improvisa") y en artículos de prensa, en los que expresó claramente su oposición al régimen. En 1973 el PDC presentó su candidatura a Diputado por la 7ª agrupación departamental de Santiago, primer distrito, resultando electo para el período de 1973 a 1977. Integró las Comisiones de Educación Física y Deportes y de Defensa Nacional. Sin embargo, no pudo cumplir la totalidad de su labor como parlamentario, debido al Golpe militar y la consecuente disolución del Congreso nacional en 1973 (D.L. 27 de 21-09-1973). Autor de numerosas publicaciones, entre las que destacan: "Solidaridad o violencia, dilema de Chile"; "Una herida Abierta" (1980); "Para una paz estable entre los chilenos" (1974) y "Manifiesto por la paz y la no violencia" (1978). En 1980 obtuvo una beca del Woodrow Wilson Center para trasladarse a Washington a estudiar e investigar los temas que a él le interesaran dentro de su especialidad. En abril de 1982, fue nominado como segundo candidato para suceder a Andrés Zaldívar en la presidencia de la Democracia Cristiana. Sin embargo, poco antes de que venciera el plazo para la inscripción de su nombre, decidió retirar su candidatura. Claudio Orrego fue crítico del gobierno de Salvador Allende y también del gobierno militar. Fue, además, un sólido pensador demócrata cristiano, aparte de un catedrático prestigioso. Defendió su postura ideológica a través de sus escritos en la revista "Hoy". El 2 de junio de ese mismo año, en la Clínica Santa María, falleció inesperadamente de un infarto cardíaco, producto de una complicación hepática que lo aquejaba desde hacía un mes. Al momento de su muerte Patricio Aylwin lamentaba el fallecimiento de Orrego en el diario "Las Últimas Noticias", diciendo que "en menos de cuatro meses, el mejor de los más viejos, aludiendo a Eduardo Frei, y el mejor de los más jóvenes de la Democracia Cristiana, refiriéndose a Orrego, habían dejado de existir". Falleció el 2 de junio de 1982 en la ciudad de Santiago.

Un Homenaje de Claudio Orrego Vicuña a sus Camaradas Demócratas Cristianos LOS CAMARADAS “Fuimos llegando de a uno en uno. Unos veníamos de Santiago y nos quedamos aquí. Otros venían de Chillán, de Los Andes. De Talca, de Valparaíso. Marchábamos desde la vida acomodada que se entronca en la tradición, de la vieja clase media y también de las familias modestas. Éramos de la Católica y de la Chile.

De Derecho y de Ingeniería. De Sociología y Arquitectura. Éramos creyentes de intensa vida. O tan sólo peregrinos en busca de una razón con que llenar la vida. Fuimos surgiendo como de la nada. Guiados por el hilo invisible de un Dios que entrecruza las vidas para tejer el porvenir. Pero teníamos una sed que nos hermanaba. Queríamos saber, saber más. Sentíamos Chile.

Nos preocupaban los pobres por sobre todas las cosas. No nos satisfacía el mundo que habríamos de vivir. Creíamos en la bondad. En la fraternidad. Y en la justicia. Sobre todo en la libertad. Interrogábamos cada libro. Husmeábamos cada curso. Necesitábamos maestros que nos dijeron aquello cuyo vacío sentíamos. Y los maestros vinieron. También de distintas vertientes. De Dios y del mundo. De la vida y el pensamiento. De la política y el púlpito. Fuimos bebiendo de esa nueva y la sed comenzó a aplacar. Buscamos otros que nos siguieran. Quisimos darles respuesta a todos los peregrinos del espíritu. Pronto nos sentimos portadores de un mensaje. Ello trascendía nuestras personas. Por cierto, nuestros orígenes también. El punto común jamás fue el pasado. Siempre el porvenir. El cemento que nos dio consistencia no fuimos nosotros si no que la preocupación por los demás. La energía para continuar adelante la obteníamos de un ideal antiguo como el hombre. Inagotable como la mar. Limpio como un brillante. Y fuimos caminando por la vida. Cada vez más. Todos de procedencias cada vez más amplias y diferentes. Todas las edades entraron en el crisol que funde a los individuos en personas y a éstas en militantes. No nos percatamos demasiado cómo, pero en un momento imperceptible fuimos camaradas. Nos bastaba eso. No exigíamos carnet de identidad, ni certificados de estudios.

Nos conocíamos en el hablar y en el sentir. Sobre todo en la ilusión de servir. Caminamos veinte años sin descansos. Fuimos a veces el camino mismo que no podía detenerse. También peregrinos que conocen el corazón duro y el gusto amargo que deja la puerta que se cierra. Algunos cayeron. La tarea era demasiado grande. Demasiada dura y exigente. Había caminos más rápidos pero que llevaban a otras direcciones. Hacia planicies sin cumbres que conquistar ni alturas desde las cuales respirar. Los más seguimos. A veces separándonos, pero volviéndonos a encontrar en lugares y profesiones Siempre sintiendo el ideal como propio. Siempre dispuestos a hacer todavía un esfuerzo cuando se creía ya hecho el último. Otros se fueron a ver de cerca el Espíritu que todo lo puede. Y para ese viaje a lo insondable no faltó aquel que quiso viajar con su camisa azul puesta. Son mis camaradas. Por eso los quiero”. “Nostalgias”, Claudio Orrego Vicuña - Editorial Del Pacífico, 1975, Pág.41

Gentileza: CEspinozaJ.
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