lunes, 7 de julio de 2008

Myriam Verdugo Godoy: ¡QUE SE VAYAN TODOS!

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Así decía un letrero con que nuestros jóvenes marcharon por las calles expresando el malestar con una clase política que ha demostrado más incapacidad que pericia para solucionar ingentes problemas, más indolencia que cercanía con la gente; más soberbia que humildad.

De nuevo han sido los jóvenes los que con esta elocuente frase abren nuestras mentes y contribuyen con el ingreso de una bocanada de aire puro a nuestros corazones, a pesar de la contaminación con que día a día nos ahogan las autoridades ineptas que nos dirigen.

¡Que se vayan! SI, que se vayan

Los y las que han profitado de un sistema que se sustenta en la satisfacción de los satisfechos, y en la desesperanza y rabia de los pobres y de la clase media chilena.

Que se vayan todos: los que estudiaron en liceos públicos de calidad, en universidades gratis y que hoy no escuchan el clamor de miles y miles de jóvenes que dicen no al lucro en la educación con la plata de todos los chilenos.

Que se vayan todos quienes estuvieron detrás del cambio de un sistema de locomoción pública que funcionaba con deficiencia, pero funcionaba, para obligarnos a usar un mal servicio que resta aún más dignidad a nuestras vidas.

Que se vayan todos: los que desde 1990 a la fecha crearon una camarilla de poder oscura, elitista, cómplice de la derecha económica, olvidando a la gente que con fe, esperanza y alegría confió en sus promesas de redención, de liberación y de justicia.

Soy una de las militantes a las que en forma habitual y reiterada varios “camaradas” me invitan a irme del partido, porque pienso que la deuda que tenemos con los chilenos y chilenas crece día a día.

Amigos y amigas, camaradas, sólo los 8 a 10 primeros años de gobierno de la Concertación fueron años de avance concreto, palpable para los chilenos y, qué coincidencia, esos gobiernos fueron presididos por dos demócrata cristianos, Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz Tagle. El resto del tiempo no sólo hemos marcado el paso, sino que nos transformamos en parte de una coalición de gobierno que vendió su cuerpo y alma al poder económico y político.

Por eso sus más conspicuos representantes dentro de nuestro partido nos echaban cuando decíamos, y seguimos diciendo, que el modelo económico, político, institucional, cultural y social deben ser rectificados.

Algunos se fueron, otros nos quedamos. Nos quedamos y vamos a seguir luchando, porque la Democracia Cristiana vuelva a ser de verdad un partido al servicio de la gente, y no un partido que se sirve de la gente y que apuesta todavía a que la ciudadanía nos votará como mal menor ante la opción de la derecha. No nos iremos. Son otros los que deben reconocer su conformismo con la situación actual, su entrega sin condiciones al poder económico y emigrar a la derecha o al partido único que quieren formar con el inconfesado interés de seguir aferrados al poder.

Camaradas, hoy vamos a proclamar candidatos y candidatas en todo el país para los más de 300 municipios que deben renovar su dirigencia. El llamado es a elegir a los verdaderos herederos de una historia DC que habla de promoción popular, de revolución en libertad, de justicia y equidad.

Y debo hacer esta distinción porque claramente en nuestra casa política hay muchos y muchas que ven en esta carrera sólo la opción de seguir recreándose en el poder.

El partido está en crisis y lo seguirá estando mientras no haya voluntad de cambio. No sólo vimos reducirse nuestra bancada parlamentaria, sino que a lo largo y ancho del país han sido cientos los camaradas que decidieron “irse para la casa” ante la imposibilidad de enfrentar con algún éxito a los acomodados, porque ven a los que hablan de camaradería, pero viven hostigándonos para sacarnos del partido; porque ven a nuestra dirigencia cada día más apartada de las posiciones políticas, económicas y sociales que nos hizo ser reconocidos por la mayoría del pueblo chileno como el partido de los trabajadores, de los campesinos, de los profesionales, de los estudiantes, de las mujeres y de los jóvenes; porque habiendo confiado en esta dirigencia para entregarle responsabilidades de relevancia, han visto esa confianza traicionada; porque si bien los militantes ven el esfuerzo de la presidenta Alvear de no caer en ataques virulentos contra sus adversarios, su esfuerzo, presidenta, cae en el vacío cuando usted no logra que quienes legítimamente la respaldan en sus aspiraciones, ilegítimamente atacan, descalifican y acorralan ferozmente a cualquiera que se atreva a discrepar. Semejante actitud nos es demócrata, ni mucho menos, cristiana.

Esta crisis de la DC, iniciada hace muchos años, casi décadas, no sólo se agravó en esta conducción, sino que devino en la merma de nuestra fuerza parlamentaria, en la capacidad de nuestros curiosos socios para imponer su voluntad, en nuestra ausencia en los temas que importan a la ciudadanía, en la falta de audacia y solidez intelectual para sostener respuestas a los desafíos actuales.

Y, henos aquí amigos y amigas para proclamar a nuestros candidatos y candidatas para las municipales, y para definir la forma en que elegiremos a quien postule a la presidencia del país el próximo año. Pero ¿es sabio poner la carreta delante de los bueyes? ¿Qué programa de trabajo tendrá este candidato o candidata? ¿Cuál será su propuesta económica? ¿más de lo mismo?¿más mercado, más quema de combustibles fósiles, más traslado de actividades al sector privado, más endeudamiento para los jóvenes que quieren progresar, más inequidad para los trabajadores y manga ancha para los empresarios?

Saben amigos y camaradas: para los pobres de Chile, para nuestra sufrida clase media el quién gobierne a contar de marzo de 2010, -si lo hace sobre la base de lo que han sido los últimos años de la concertación-, es transparente e irrelevante. Es transparente para el pobre y la clase media si el ministro de Hacienda es Velasco, Büchi o Fontaine, ya que a todos ellos los une el libre mercadismo salvaje, la soberbia del satisfecho y la indiferencia al dolor y angustia de millones de chilenos y chilenas.

Amigos y amigas, si de verdad rectificamos, si de verdad nos abocamos a elaborar un programa de gobierno audaz, sólido, técnico y político que responda a las falencias existentes, sólo así estaremos detrás de la o el candidato de la DC, y, exigiremos además, que esta candidatura llegue hasta el final, presentando al pueblo chileno una real opción de promoción y cambio.

Por eso amigos y amigas, a nosotros la discusión sobre el método de la presidencial de 2009, no nos interesa. Sí nos interesa saber cómo la DC va a trabajar por cristalizar los acuerdos del V Congreso Ideológico y Programático de octubre de 2007. Y, lamentablemente, en esa tarea no se ha avanzado nada. Al contrario, a primera de cambio se vulneraron varios acuerdos básicos como el rechazo a la entrada de la banca al sistema previsional, no al lucro en la educación…………

Las cosas, evidentemente no están bien. Si los padres fundadores de la Democracia Cristiana fueran testigos de esta debacle, alzarían con fuerza y sin duda su voz. Pero como se está manejando el poder interno, no nos extrañaría ver a Eduardo Frei, Bernardo Leighton, José Piñera, Jaime Castillo o Radomiro Tomic, si no pasados al tribunal de disciplina, lisa y llanamente expulsados. Puede que lo dicho no sea grato, pero ante la triste realidad, nada se saca con matar al mensajero.

Que se vayan. Sí. Que se vayan, porque después de haber renunciado a los principios, renunciar al partido no es más que un trámite. Los verdaderos demócratas cristianos lo agradeceremos.

La autora es Presidenta Instituto Jorge Ahumada y consejera nacional del PDC
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