martes, 29 de julio de 2008

La elección municipal y el futuro de la Concertación.

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La Concertación ha sido la alianza más fructífera surgida en Chile. Todavía puede evitar derrotarse a sí misma. Para ello, sus integrantes necesitan contener el chovinismo de partido y pensar en el país.

Las cartas están echadas. Habrá dos listas de concejales de la Concertación. Si hubiera habido una sola, la coalición podría haber demostrado ante los ojos de todos los chilenos que sigue siendo, pese a todo, la principal fuerza política. No fue posible por las razones y sinrazones que se conocen. El PPD actuó condicionado por el temor de perder apoyo debido al debut electoral del grupo de Schaulsohn / Flores, y el PRSD se entusiasmó con la posibilidad de llevar más candidatos. Se explica que no poca gente de ambos partidos manifieste hoy su inquietud por el resultado de esta aventura.

Por primera vez, la derecha podrá mostrar que su lista de concejales consiguió, por lo menos, la mayoría relativa en el país. Para ello, le bastará con obtener alrededor del 35%. Es cierto que los partidos concertacionistas podrán sumar los votos de las dos listas para demostrar dónde está la mayoría, pero será un ejercicio que sólo dejará en evidencia lo absurda que fue la división.

Una cosa es clara: el sistema electoral proporcional que rige en los comicios municipales no producirá el milagro de premiar a la tercera lista más votada, que todo indica que será la del PPD y el PRSD.

La elección de alcaldes puede demostrar todavía las virtudes de la unidad. En este caso, confluirán en un cauce único los aportes de todos los que adhieren a una coalición que en ningún caso está agotada, aunque algunos se empeñen en probarlo. Existen condiciones para que la Concertación reafirme su predominio en los municipios que ganó hace cuatro años y que, además, arrebate la hegemonía a la Alianza en varias comunas. Las miradas estarán puestas allí donde la Contraloría ha puesto reparos a los procedimientos de varios alcaldes opositores: Huechuraba, Recoleta, Ñuñoa, etc.

Los cálculos de la Alianza no son precisamente optimistas. Incluso algunos de sus dirigentes han recurrido al antiguo argumento de que los comicios municipales "no son tan políticos". Joaquín Lavín, en cambio, dijo que la derrota de la derecha en la elección municipal de 2004 fue una advertencia respecto de lo que venía en la presidencial de 2005.

En la noche del 26 de octubre, los ciudadanos se fijarán naturalmente en el porcentaje nacional de cada bloque en la votación de concejales, en el número de concejales elegidos y, por supuesto, en el número de alcaldes elegidos. Tal como están las cosas, es perfectamente razonable anticipar que los partidos que gobiernan junto a la Presidenta Bachelet superarán a los que están en la oposición, incluidos sus nuevos socios.

En tal escenario, puede entenderse la cautela con que Sebastián Piñera enfrenta la elección municipal. Seguramente hubiera preferido saltársela. No tiene nada que ganar, sino al revés. Sabe que un resultado mediocre de la Alianza puede contaminar sus propias posibilidades.

La elección será también un pronunciamiento indirecto sobre la labor de la Presidenta Bachelet y su Gobierno. Pese a las dificultades económicas y pese al desorden del último tiempo en las filas oficialistas, el resultado debería confirmar una positiva valoración ciudadana.

En todo caso, el precedente de las dos listas de concejales es muy dañino. El PS y la DC podrían caer en la tentación de llevar dos listas parlamentarias el próximo año, dado que si suman entre 28% y 30% de los votos, serían la segunda fuerza que es subsidiada por el sistema binominal y podrían aumentar significativamente su representación. El cálculo que circula respecto de lo que obtendría una eventual lista PPD/PRSD es este: el PPD obtendría unos 8 diputados y los radicales ninguno.

La división ha potenciado los recelos y el deseo de cobrar cuentas. Pero el asunto es muy claro: si llegan a presentarse dos listas parlamentarias, será el fin de la Concertación. Habría inevitablemente dos o más candidatos presidenciales. Se consumaría así el sueño de Adolfo Zaldívar de enterrar a una coalición que, a su juicio, nunca debió nacer. Por cierto que la afirmación de Soledad Alvear de que si su partido la elige como abanderada presidencial ella llegará hasta diciembre de 2009, sólo contribuye a prefigurar ese escenario

La Concertación ha sido la alianza más fructífera surgida en Chile. Todavía puede evitar derrotarse a sí misma. Para ello, sus integrantes necesitan contener el chovinismo de partido y pensar en el país. Quizás los propios resultados municipales puedan ayudarles a renovar el pacto de colaboración.

Por Sergio Muñoz Riveros
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