martes, 15 de julio de 2008

Marcelo Trivelli - Discurso en la Junta Nacional PDC - Julio 2008.

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Santiago Julio de 2008.
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Junta Nacional
Partido Demócrata Cristiano

Marcelo Trivelli
Candidato Presidencial

Camaradas de la Junta Nacional:

Esta no es una Junta más, no es cualquier Junta Nacional.

Esta Junta Nacional se desarrolla cuando 9 de cada 10 chilenos desconfían de los partidos políticos.

Esta Junta Nacional ocurre cuando más de la mitad de los chilenos no se identifica con ningún conglomerado político.

Estamos en esta una Junta Nacional después de una profunda división interna, en cual un senador ex presidente del partido fue expulsado y producto de ello renunciaron cinco diputados.

Incluso, en la última Junta participaron muchos dirigentes territoriales que hoy ya no están en el partido.

No nos engañemos. Esta Junta nos encuentra en una profunda crisis de confianza, con una sostenida pérdida de representación parlamentaria y con un pacto político agotado y quebrado.

A pesar de todo ello, a pesar de todas las adversidades, quiero comenzar mis palabras reafirmando mi vocación política y mi compromiso con la Democracia Cristiana.

Los que estamos aquí tenemos razones para creer en nuestro partido, en lo que es y en lo que puede volver a ser.

Camaradas, vengo de una familia profundamente católica y democratacristiana.

Vengo de una familia en que la palabra política era sinónimo de compromiso y acción.
Tomé conciencia de las injusticias que habían en Chile de la mano de mi padre. Hugo Trivelli, quien fuera el ministro de la Reforma Agraria durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva.

Recuerdo haberlo acompañado a los campos de Chile y ver que mientras yo andaba bien abrigado y con buenos bototos, los niños de mi edad andaban a pata pelá o con hojotas. Y sus padres no nos miraban a la cara. Miraban al suelo, con el sombrero entre sus manos a la altura del pecho.

Fue la Democracia Cristiana, fue la Reforma Agraria. Fue el gobierno de Eduardo Frei Montalva lo que cambio todo esto. Fuimos nosotros los que enseñaron a mirar de frente, con orgullo y dignidad. Por eso, creo en la Democracia Cristiana.

Contando esta experiencia en el provincial de la DC en San Felipe, su presidente Julio Calderón se puso de pie y dijo a la asamblea: Yo doy testimonio que lo que dice el camarada Trivelli es verdad porque yo fui uno de esos niños y gracias a la Democracia Cristiana mi padre recibió tierras, yo pude ir a la escuela y hoy mis hijos están en la universidad.

Yo sé que cada uno de nosotros puede contar una historia como esta, de respeto y dignidad humana recuperada. Por eso estamos aquí.

Camaradas, esta es la política que vale la pena vivir y defender; esta es la Democracia Cristiana por la que vale la pena luchar.

Me siento orgulloso del papel que ha jugado la Democracia Cristiana en nuestra historia.

Me honra y me da fuerza ser presidente de la novena comuna de Santiago en que semana a semana compartimos con los camaradas y con la comunidad.

Me siento orgulloso de ser demócrata cristiano.

Me siento orgulloso de la transición que vivió Chile y en la cual la Democracia Cristiana jugó un rol fundamental.

Orgulloso porque las promesas de 1989 se han cumplido mucho más allá de lo que imaginaron sus fundadores.

Pero reconozcamos que no hemos podido hacer todo lo que hubiéramos querido. En palabras del ex presidente Patricio Aylwin, los objetivos de la transición fueron logrados bajo la premisa “en la medida de lo posible” porque los poderes fácticos amenazaban la democracia.

Pero el proyecto que dio origen a la Concertación se agotó en su propio éxito, porque hoy todavía seguimos pidiendo permiso a los poderosos para avanzar.

Camaradas, lo que fue bueno para ayer, ya no basta para hoy.

Camaradas, ¡los invito a recuperar la urgencia del presente!

El sentido de urgencia que tuvieron Frei, Palma, Leighton y tantos otros para renunciar al Partido Conservador y formar la Falange Nacional.

El sentido de urgencia para desafiar el orden establecido y crear una patria más justa.

Con la misma fuerza que digo que me enorgullece nuestro pasado, digo ante ustedes:

¡Recuperemos el sentido de urgencia que caracterizó a nuestros padres fundadores!

Recuperemos la condición de partido de vanguardia a la que nos interpelaba el maestro Jaime Castillo.

Recuperemos la capacidad de marchar con la frente en alto y llenos de esperanza como nos invitaba Frei Montalva.

Recuperemos la capacidad de asombro ante la injusticia a la que nos llamaba el Padre Hurtado.

Recuperemos el alma nacional convocatoria que nos hacía el Cardenal Silva Henríquez.

Recuperemos la capacidad de soñar esa patria justa y buena para todos los chilenos que nos invitaba Patricio Aylwin.

Camaradas, ¡A cada uno de ellos le dijeron que sus sueños eran imposibles!

Hoy, muchos nos dicen, incluso dentro de nuestro partido, que los acuerdos que democráticamente alcanzamos en el quinto congreso ideológico son imposibles.

Nos dicen que es imposible producir un cambio de verdad en nuestra sociedad.

Nos dicen que lo mejor es seguir administrando las cosas y dejarlas tal como están.

No camaradas. ¡Nada puede detener la fuerza de las convicciones! ¡Nada puede detener la fuerza de nuestra voz cuando dice la verdad!

La democracia cristiana debe volver a ser la voz de la esperanza, los denunciantes de las injusticias y los constructores de la patria que tanto queremos.

La patria demanda de nosotros compromiso y celeridad. Porque nuestros principios así lo exigen y la paciencia de la ciudadanía se agotó.

Por eso camaradas ¡No más de lo mismo! Tenemos que marcar la diferencia.

Asumamos que esta junta es responsable del camino que hoy tomará la democracia cristiana.

Camaradas hoy tenemos que salir unidos y convencidos que Chile necesita volver a progresar con valores.

Camaradas ¡comprometámonos con las exigencias del presente y del futuro!

Bien por el crecimiento y la disminución de la pobreza, pero llegó la hora de corregir la inaceptable distribución del ingreso.

Las políticas sociales deben profundizarse si queremos más justicia y oportunidades para Chile.

Pero sobre todo debemos fortalecer los sectores medios asegurando acceso al crédito

Y tenemos que lograr poner límites a la concentración económica terminando con las leyes que favorecen a los poderosos.

Camaradas ¡no más leyes que únicamente favorecen a los poderosos!

Para que una economía social de mercado sea realmente social tenemos que regular el mercado, promover sindicatos fuertes y vigorizar la acción de usuarios y consumidores.

Si dejamos que el país continue siendo manejado por las grandes empresas, seguiremos destruyendo nuestra sociedad y nuestra preciada democracia.

Chile y el Estado necesitan recursos permanentes.

Chile necesita recursos permanentes y por eso hay que realizar una reforma tributaria. Impuesto a la especulación y plusvalía inmobiliaria, llevar el impuesto a las empresas a niveles internacionales al igual que el royalty a la minería.

Tenemos que flexibilizar impuestos como el IVA y a los combustibles, de manera que sean contracíclicos.

En definitiva: ¡no más impuestos centrados en las personas sino impuestos centrados en las rentas!

Estoy orgulloso de la inserción internacional, pero tenemos que hacernos cargo de los aspectos negativos de la globalización: No podemos atribuirle un valor absoluto a la economía.
No podemos aceptar el aumento del desempleo, la destrucción del medio ambiente, el aumento de las diferencias entre ricos y pobres, y la competencia injusta que coloca a países como el nuestro en una situación de inferioridad cada vez más acentuada.

Camaradas, Chile creció sobre el 7% anual bajo condiciones internacionales mucho más difíciles que las actuales. No podemos continuar siendo solo exportadores de materias primas y productos sin elaboración.

Reafirmemos y profundicemos nuestro compromiso con los pequeños y medianos empresarios, hay que darles acceso expedito al crédito, a fondos de innovación y de reconversión cuando quedan obsoletos. Chile no puede farrearse la capacidad empresarial de miles de familias que emprenden todos los días a lo largo de todo el territorio nacional.

En el mundo global nuestra privilegiada naturaleza, cada día tiene más valor. Hoy, es más rentable tener políticas sustentables que políticas depredatorias.

¡No podemos permitir que algunas empresas multinacionales diseñen la política eléctrica y minera desde Madrid o Nueva York!

Camaradas, nada justifica destruir el destino de nuestras futuras generaciones. Nada justifica destruir el futuro de nuestros hijos.

Lo dije antes y lo reafirmo ahora: ¡Aysen reserva de vida, Patagonia sin represas!

No podemos avalar proyectos que se crean para únicamente inyectar electricidad barata a Santiago. Este tipo de proyectos no son los proyectos que Chile necesita.

Tenemos el derecho de vivir en un medio ambiente libre de contaminación.

Y para hacer efectivo este derecho constitucional, debemos crear tribunales ambientales, instaurar la participación ciudadana vinculante y ratificar la autonomía -si digo autonomía- de las COREMAS porque muchas veces vienen órdenes de arriba, como bien lo sabe un camarada seremi de bienes nacionales de Valparaíso, que fue destituido por no acatar la orden de su ministro.

Camaradas, bien por la defensa de los derechos humanos, pero hoy tenemos el imperativo moral de defender los derechos de la infancia. Hoy vemos a miles de niños, como Stefany que se droga, delinque y se prostituye para poder sobrevivir y alimentar a su hermana Antonia, mientras el resto de su familia está en prisión por tráfico de drogas.

Me toco ver en Alto Hospicio como dejan encerrados en sus casas a niños para que vendan drogas sin la presencia de un adulto.

En Pudahuel Sur donde menores de edad andan armados.

En Boca Sur en Concepción la desesperanza de la juventud.

Y en las caletas de Santiago a los niños que viven en la calle.

Basta camaradas no podemos permanecer en la indiferencia cuando a miles de niños y niñas de nuestra patria se les niega el derecho a la infancia porque sus familias no cuentan con un Estado que los proteja y los acoja.

Tenemos que hacer realidad los derechos de las mujeres. Hoy reciben salarios más bajos que los hombres, muchas asumen solas la responsabilidad de sacar adelante sus familias y otras son víctimas de la violencia de género. Hoy todas estas mujeres no encuentran respuesta ni en las escasas instituciones del Estado ni en los tribunales de familia.

¿De qué nos estamos preocupando que no vemos esta realidad? ¿Qué nos pasó que no vimos la tragedia que se desató en la familia Veliz Muñoz del camarada precandidato a Alcalde por Coquimbo, que asesinó a su esposa y a su hijo? Pareciera que estamos ciegos ante la la violencia que está cundiendo entre nosotros.

Y para que decir, la despreocupación por los derechos de los adultos mayores. Cada día más solos en una sociedad en que el Estado elude su responsabilidad.

Camaradas, bien por la democracia representativa, pero llegó la hora de ser fieles a nuestro quinto Congreso Ideológico y atrevernos a una Asamblea Constituyente para una nueva Constitución y así lograr una efectiva distribución del poder que incorpore: el derecho a plebiscito, la elección directa de Intendentes y Cores, que se legisle primarias abiertas y que de una buena vez, la descentralización deje de ser un discurso de campañas para que sea una prioridad política de verdad.

Menos poder al gobierno central para fortalecer las regiones y las comunas. Es en lo local donde la gente vive y valora la democracia.

Camaradas, debemos dejar la comodidad de nuestras posiciones, volver a la acción y entender que detrás de las estadísticas hay un rostro humano. La administración del poder nos ha hecho olvidar que en cada rostro sufriente encontramos el rostro de nuestro Dios.

Camaradas, el progreso con valores es un cambio de verdad donde las personas son los protagonistas. Ese es, auténticamente, el camino de la Democracia Cristiana. Cuando buscamos progresar con valores, hicimos la Reforma Agraria y los campesinos pudieron mirar de frente.

Hoy, recuperar la dignidad de quienes son atropellados es nuestro problema.

Camaradas, que niños y niñas reciban una mala educación es nuestro problema.

Que las poblaciones estén dominadas por los narcos y los niños no puedan salir a jugar a las calles, es nuestro problema.

Que empresas abusen de millones de chilenos, es nuestro problema.

Que un joven talentoso no pueda pagar su universidad es nuestro problema.

Cada chileno y chilena tiene el deber de preocuparse por la persona que está a su lado.

Si uno se cae, lo levantamos entre todos.

Si no somos capaces de ser ejemplo de solidaridad no podemos llamarnos demócrata cristianos.

Camaradas, si queremos volver a ganar el respeto de la gente tenemos que recuperar la fe en nosotros. Tenemos que sacar la voz y ponernos en movimiento. Tenemos que volver a creer que la Democracia Cristiana puede cambiar Chile.

Vivamos los valores cristianos, fuente de esperanza y optimismo porque en ellos encontraremos la fuerza para enfrentar los desafíos del presente.

A fines de este año y del próximo, vamos a enfrentar dos procesos electorales en que se votará entre pasado y futuro.

Pasado si hacemos vista gorda con la corrupción, futuro si somos implacables con los deshonestos y ladrones.

Pasado si gobernamos con nuestros amigos, futuro si reconocemos el mérito y valoramos el talento en cada chileno.

Pasado si seguimos aceptando el lucro en la educación, futuro si somos capaces de lograr una educación pública de calidad.

Pasado si entregamos maletines literarios, futuro si entregamos un computador a cada niño y joven de Chile.

Pasado si seguimos aceptando una salud para ricos y otra para el resto de los chienos. Futuro, si nivelamos hacia arriba partiendo por un aumento del percápita en la atención primaria.

Pasado si seguimos tomando decisiones con la calculadora en la mano, futuro si profundizamos la democracia.

Pasado si nuestro candidatos se eligen un militante un voto, futuro si se hacen en primaria abiertas con debates regionales.

Final

Camaradas, quisiera terminar el discurso remarcando que hoy enfrentamos el desafío más grande de nuestra historia.

Solo con el coraje de ceder nuestros propios privilegios, saldremos fortalecidos para construir, junto a la gente, un nuevo proyecto político para Chile.

Camaradas perdámosle el miedo a la ciudadanía

¡Para que la ciudadanía vuelva a confiar en nuestro partido, primero la Democracia Cristiana debe confiar en las personas!

Si ustedes en esta junta se deciden por el mecanismo un militante un voto. Estarán condenando a la democracia cristiana a la extinción.

No se equivoquen. Si nuestro candidato no es elegido por la ciudadanía en una primaria abierta, no vamos a tener un presidente democratacristiano.

Tenemos que atrevernos a ser el partido más democrático de Chile.

Propongo que esta junta elija el único mecanismo que garantiza participación, descentralización y motivación ciudadana.

Camaradas, necesitamos primarias abiertas con debates regionales.

Así, lograremos que voten más de 500.000 compatriotas a lo largo de todo Chile.

Así atraeremos a los que hoy no se identifican con la Democracia Cristiana.

Solo así, el candidato DC saldrá realmente fortalecido y será el candidato único de la Concertación.

Atrevámonos a definir hoy el itinerario para los debates y fecha de la elección.

Camaradas, para ganar hay que pertenecer a Chile y los chilenos. Hay que atreverse a mirar los desafíos de hoy y mañana, sin miedo. Dispuestos a luchar por lo que se cree.

Hay que vivir lo que se dice. El aburrimiento es contagioso. El negativismo es contagioso.

Pero la fe, el optimismo y la esperanza también son contagiosos. Chile quiere volver a creer. Chile quiere surgir. Chile quiere justicia. Chile quiere respeto. Chile quiere progresar con valores.

La Democracia Cristiana debe ser vanguardia de lo que viene. Fuimos nosotros los que un día enseñaron a millones de chilenos a mirar de frente, con orgullo y dignidad. Podemos hacerlo de nuevo. Debemos hacerlo de nuevo.

La tarea de hoy es, volver a ser, a plenitud, sin vacilar, sin dudas, volver a ser demócratas cristianos.

Camaradas, atrevámonos a sacar la voz y actuar para cambiar nuestras comunidades.

Si cambiamos nuestras comunidades, podremos cambiar Chile.

Camaradas, ¡somos la voz que cambiará Chile!

Muchas Gracias.
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