Alejado del escenario político, quien fuera uno de los arquitectos de la transición, aquí analiza, a veces con crudeza, a los actores clave de la política chilena de los últimos años. Desde su admiración por Frei Montalva y Aylwin a sus pugnas con Gabriel Valdés, Adolfo Zaldívar y Carmen Frei. Aquí adelantamos algunos extractos de La igual libertad de Edgardo Boeninger (Uqbar Editores), el libro de Margarita Serrano que será lanzado este lunes.
PATRICIO AYLWIN: "Valentía salvaje".
Aylwin tiene una estatura y una cualidad de estadista extraordinarias. Hizo muchas cosas muy a contrapelo de sus preferencias íntimas, y nunca se le notó, siguió contra viento y marea. Tiene una extraordinaria capacidad de tomar decisiones y una valentía salvaje.
PINOCHET: "Profundamente odioso"
Creo que Correa no tuvo demasiada relación con Pinochet como se cree; mucho más que yo, ciertamente. Yo nunca tuve diálogos a solas con Pinochet. Los días de la Parada había un cóctel que daba el Ejército allá en Lo Curro. Ninguno de los ministros quería ir. Aylwin tuvo una solución salomónica:dijo que un grupo fuera un año y el otro fuera al año siguiente. De las cuatro veces, fui dos. Era un evento formal. Yo saludaba a Pinochet como dueño de casa, ?cómo está, general, mucho gusto?, y punto, me alejaba. No desarrollé ninguna relación con él ni tenía interés alguno en tenerla, porque el personaje me parecía profundamente odioso.
LA CONCERTACION Y PIÑERA
La inteligencia está para poder controlar de alguna manera las emociones, cuando hay que controlarlas. Y en política siempre he controlado las emociones. En cuanto a lo pragmático, sí, soy pragmático más que frío, pero dentro de la órbita de lo que yo creo. Si yo fuera un tipo efectivamente pragmático y no me importara nada lo que significan las personas y los partidos, yo diría ahora que la Concertación no tiene que volver a gobernar, y que le haría muy bien, si logra sobrevivir, pasar un tiempo en la oposición. Y en ese punto de vista no tendría empacho en votar por Sebastián Piñera. Pero hay dos ?peros? básicos: hay un problema de lealtad; yo soy uno de los cofundadores de la Concertación, y a los 83 años no voy a votar por otra persona. Por eso, quien sea el candidato de la Concertación, me guste mucho o poco, voy a votar por él. El segundo ?pero? es que no voy a votar nunca por un candidato de derecha, simplemente porque -a diferencia de lo que pasa con mis colegas de la Concertación- a mí lo que más me separa de la derecha son los temas valóricos, más que económicos. Porque soy un liberal social, y la abrumadora mayoría de la gente de derecha, son conservadores sociales.
SALVADOR ALLENDE: "Lo encontraba un frívolo y un ignorante".
Nunca me hice ninguna ilusión con el régimen de Pinochet. Nunca fui partidario. Lo que a mí me pasaba es que me parecía que el golpe era muy necesario, que Allende necesitaba ser removido, no importaba quién lo removiera. Me parecía imposible que funcionara ese Gobierno.
Tenía un juicio extremadamente negativo en aspectos políticos y económicos respecto del Gobierno de la Unidad Popular. Y mi juicio sobre Allende como persona también era malo: lo encontraba un frívolo y un ignorante.
(?) Entonces, cuando Allende cae derrocado por los militares -y habría sido lo mismo si hubiera caído Frei y su revolución en libertad-, era la maldad misma. Allende era un héroe absoluto, y además se mató; o sea, héroe mayor imposible. Su muerte contribuyó mucho también a ?relegitimar? a la izquierda y, ciertamente, a él mismo. La suma de todo eso hizo muy fácil que Pinochet terminara siendo execrado. Además, había una campaña obvia de los DC y los socialistas en el exilio.
FREI PADRE: Respeto y admiración.
Como director de Presupuesto en su periodo presidencial, tuve una muy buena relación con él. No como amigo; yo le tenía un cierto temor reverencial, lo consideraba un gran estadista, de estatura mundial.
(...) Tenía con él una relación amigable, deferente, fue siempre muy gentil conmigo, le tenía respeto y admiración.
FREI HIJO: "Muy hermético".
-¿Usted lo trata de Eduardito o algo así?
-Lo trato de Eduardo, pero probablemente, como era Presidente, le debo haber hablado de usted. Estuvimos juntos después en el Senado. (...) Desarrollamos una buena relación, pero nunca con cercanía, porque él seguía siendo un tipo muy hermético. Además, en los últimos años tuvo una serie de conductas muy individualistas, en fin, de cosas que apuntaban a hacerse notar en la nueva candidatura presidencial en que estaba metido ahora.
PATRICIO ROJAS: "Intransigente y poco comunicativo".
Es un tipo muy duro, muy intransigente y poco comunicativo, que se le paró al frente a Pinochet. El general se lo trató de sacar de encima y llegar directamente donde el Presidente. Y Aylwin le decía ?general, lo siento mucho, véalo con Rojas, que es el ministro de Defensa?.
CARMEN FREI: "Se fue amargando".
Para mí fue muy importante cuando salió la ley de la Secretaría General de la Presidencia (Segpres), porque me daba una capacidad de acción. Pero en el Parlamento hubo un par de personas que se opusieron, que eran de la DC: Eugenio Ortega y la Carmen Frei. Tenían inquina del tiempo en que Aylwin fue elegido presidente del partido con mi apoyo y el de otra gente, y ellos apoyaban a Hormazábal. Eran un poco viudos de Valdés. Recuerdo que uno de esos dos le dijo a Aylwin que estaba muy bien que yo fuera asesor, pero no ministro. En la Cámara, Eugenio Ortega, y en el Senado, la Carmen, trataron de boicotearme, pero no tuvieron eco, nadie los apoyó.
-¿Hasta hoy siguen peleados?
-No, compartimos muchos años en el Senado. Yo había sido amigo de Eugenio y la Carmen muchos años, hasta que se produjo ese problema con Valdés. Ahí nos alejamos. Íbamos a comer a su casa, bailábamos los cuatro con la Martita (Gómez, su mujer). La Carmen tenía un gran sentido del humor, era muy divertida. Después se fue amargando, desgraciadamente cuando se fue del Senado terminó siendo muy amarga. Incluso sus intervenciones eran más bien negativas, era como una mujer frustrada. Nunca entendí bien el proceso que sufrió.
ENRIQUE CORREA: "Seductor y encantador".
Creo que él tiene una especial capacidad de seducir y de encantar a la gente. Escuchaba muy bien. Encontró rápidamente una cierta relación con el mundo militar, se esmeró en hacerlo. Yo nunca me esmeré, el mundo militar me resultaba muy distante, no me interesaba, cuanto menos milico hubiera, mejor para mí; por esa misma cosa medio liberal mía, los militares me cargaron toda la vida.
ADOLFO ZALDÍVAR: "Te falta amistad cívica".
Fue la última vez que hablé frente a un público de quinientas personas, en la Junta de la DC de 2005 y se decidía la candidatura interna del partido para las elecciones presidenciales de diciembre de ese año. Nuestros candidatos eran Soledad Alvear y Adolfo Zaldívar. (...) Escribí unas notas y tenía pensado lo que iba a decir, porque no iba a leer. Hablé en un tono muy duro y saqué hartos aplausos. Dije esencialmente, dirigiéndome a Adolfo, que ?tu candidatura es totalmente inviable ahora, porque te falta tener amistad cívica en la Concertación, porque eres visto como militante DC y nadie más allá de la DC te va a apoyar. Tienes que invertir varios años en crear amistad cívica si quieres ser candidato?. Lo dije con tranquilidad y firmeza. A la semana siguiente, cuando nos encontramos en el Senado, me quitó el saludo y no me habló por cuatro meses.
JAIME CELEDON Y LA DERECHA.
Jaime Celedón que era amigo mío y a quien yo había puesto a cargo del canal de televisión de la universidad el año 1969, decía en ese tiempo que él era del MAPU, uno de los partidos de la Unidad Popular. Chacoteaba con su cercanía con la izquierda, pero como nunca habla en serio, ni le creí. Sin embargo, a esas alturas del año 1973, él tenía mucho contacto con la oposición de derecha. Un día me convidó a una reunión a su casa. Fui y me encontré con un espectáculo bastante notable. Estaban Jaime Guzmán, algunos dirigentes empresariales connotados de la época (...). Había como quince personas que constituían el núcleo duro de la resistencia política y gremial a la UP.
La reunión, convocada por Jaime Guzmán, consideraba que este movimiento contrario a la UP necesitaba un liderazgo. Y en vista de la popularidad nacional que yo tenía, me insinuaron que yo fuera el líder. Los miré y les dije que los problemas del país, que son muy complicados y muy graves, tenían que abordarlos los partidos políticos. Y esta no era la hora de descubrir líderes sacados del sombrero. Así es que me hice a un lado y me fui para la casa. Ni por un segundo dudé en no aceptar. Deben haber quedado muy desconcertados.
GUTENBERG MARTINEZ y el "carmengate".
-Fui a votar y se produjo este escándalo (...) Yo pregunté a mis colegas de la directiva ?qué hay de esto?. Y Gutenberg y otros, los que manejaban la campaña, me dijeron ?son puros inventos, no hay nada de eso?. Yo les creí. Hasta hoy, tengo al menos la duda, pero personalmente creo que no hubo nada. Y si hubo, fue algo menor. Las elecciones al interior de la Democracia Cristiana y de la mayor parte de los partidos, nunca han sido demasiado limpias.
SILVA HENRÍQUEZ: "Tenía mucho humor".
No fue una inspiración para mí, pero me caía muy bien, lo encontraba una gran persona, muy simpático. Era inteligente, tenía mucho humor, tiraba tallas, contaba cuentos. Él era muy amigo de Eduardo Frei Montalva, por eso yo, todavía como director de Presupuestos y, después, durante el gobierno militar, estuve un montón de veces con el cardenal en la casa de Frei. Tenían una competencia entre ellos respecto de quién preparaba el mejor whisky sour. Yo ya había trabado una cierta amistad con el cardenal.
CLUB DE AMIGOS.
Actualmente, si uno lo mide por la frecuencia en que uno se ve y comparte la visión de las cosas, mis grandes amigos son José Joaquín Brunner y Ángel Flisfisch. Otro gran amigo es José Florencio Guzmán, también lo es Carloto Hurtado. Con Alejandro Foxley nos hicimos muy amigos en el Gobierno de Aylwin. Trabajábamos juntos y él agradeció siempre que,tanto Enrique Correa como yo estuviéramos apuntalándolo en todo. Es un dogma que para que la economía chilena ande bien, al ministro de Hacienda tiene que irle bien, y como recibe un palo tras otro, necesita el respaldo de los ministros del área política. Después compartimos el Senado; ahí nos hicimos ?yuntas?.
SERGIO MOLINA: "Nunca trató de evangelizarme".
Yo le tenía mucha admiración. Él me dio la oportunidad de entrar a este mundo distinto que, en definitiva, me hizo la vida. Primero era decano, así es que ayudó a abrirme el espacio en la facultad de Economía; Lucho Escobar primero y él después. Luego me abrió las puertas del sector público. Le tenía mucho agradecimiento, los encontraba encantadores a él y a su mujer, la amistad fue grande. Sergio era muy generoso, creo que nunca sintió distancia por no ser yo religioso. Y no trató en absoluto de evangelizarme. Eso lo podía hacer Máximo Pacheco, pero no él.
CARDENAL ERRAZURIZ y la ley de divorcio.
En el fondo me llamó para hacer lobby para conseguir que no hubiera divorcio unilateral. Conversamos muy cordialmente. Le dije ?cardenal, lo siento mucho, pero yo creo muy profundamente en el divorcio por la voluntad de una de las partes, porque la verdad que eso es el divorcio. Una pareja que está de acuerdo, puede hacer lo que quiera. Pero la gracia del divorcio, una vez que está fracasado un matrimonio, es que una de las partes pueda hacerlo aunque la otra se amarre por las razones que sean. No me convenció el argumento del cardenal.
EL DURO ROUND CON GABRIEL VALDES.
Escribí un documento que pretendía ser una estrategia para salir del régimen de Pinochet. En definitiva, la estrategia apuntaba a que la movilización social había fracasado, había dado un impulso importante porque se había permitido una liberalización general de la política, eso lo habían conseguido los dirigentes sindicales con sus protestas y paros, pero también habían demostrado que no era posible tomar la Asamblea Constituyente de Pinochet por esa vía. Yo, por el contrario, creía que la única manera de terminar con el régimen militar era la estrategia electoral. A lo que aspiraba era a derrotar a Pinochet desde dentro, por las urnas.
Escribí ese memo y se distribuyó en el partido. Recibí muy buenas críticas, otras de rechazo y ciertamente una animadversión muy fuerte de Gabriel Valdés y su entorno. Este documento nos hizo chocar frontalmente. Él era el gran teórico de la línea dura, confiaba en que la Alianza Democrática iba a producir el quiebre. Nosotros creíamos lo contrario.
Junto con querer la democracia, él tenía el proyecto personal de ser Presidente de Chile. Y el CED era su gran instrumento, así como la Alianza Democrática, que se jugaba sus últimos cartuchos para manejar la plata que llegaba de afuera, era el oxígeno para sus proyectos.
-Usted además era un hombre de su entera confianza. No era fácil para Valdés admitir que el director de su joyita, que era el CED, instalara una postura política opuesta a la suya.
-No, yo comprendo que era difícil. Habíamos sido compañeros en tantas cosas, incluso en reuniones que tuvimos en Nueva York -?Voy encantado a pasar el fin de semana a NY para hacerte de ayudante, le dije una vez que me convidó, pero con la condición de que me acompañes al US Open a ver el tenis?-. Sí, este documento fue un shock para Gabriel, de eso me di cuenta. Entonces le dije a Mariano Fernández, quien es muy cercano suyo, que no tenía ninguna intención de quitarle el CED a Gabriel (...).
-Esta animadversión, como le llama usted, también fue interpretada por otros como una traición de su parte. Además, porque en ese mismo tiempo usted fue un incondicional de Patricio Aylwin, que también se enfrentó con Valdés en la siguiente elección de la DC.
-Quiero ser muy honrado (piensa por algunos instantes para ver cómo llega más al fondo de una historia ya contada), el motivo de mi alejamiento con Gabriel fue un tema político. Yo creía que la movilización social había dado todo lo que podía dar en los primeros años ochenta, y eso fue mérito de Gabriel y otros políticos; de Manuel Bustos (dirigente sindical, presidente de la CUT desde 1988 hasta 1996) y otros del mundo sindical. Nada de todo eso podía tumbar a Pinochet. Por eso no participé en la Alianza Democrática. Por eso escribí el documento. Eugenio Ortega me llamó y me dijo que no podía mostrar este documento, que no podía ser, que había que hablarlo primero con Gabriel.
Le dije que yo creía que esa era la única estrategia política posible y, como tal, la iba a defender. Eso motivó el alejamiento de Gabriel y mi retiro del CED. (...) Nos volvimos a encontrar en el Senado y nos fuimos aproximando de a poco hasta que terminamos siendo amigos. Él dijo una serie de cosas bastante elogiosas sobre mí en público, como diciéndome ?está olvidado?, cosa que le agradecí mucho y se lo dije.
CARLOS PEÑA: "SENTÍ QUE ÉRAMOS ALMAS GEMELAS".
Él fue mi gran asesor en materia de divorcio. En buena medida, lo que salió al final tiene el sello de Peña. Cuando empezó la discusión fuerte en el Senado, yo sabía que esto no podía hacerlo solo. No iba a contar con la ayuda de mis compañeros de bancada, entonces la primera persona a la que recurrí fue a él. Sentí que éramos almas gemelas, un tipo tan liberal como yo. Lo llamé y le dije si me podía ayudar. Me contestó que encantado.
Nos juntábamos en su oficina, discutíamos temas, y después redactábamos las indicaciones.
Fuente: Revista El Sabado.
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