A los 44 años, esta médico epidemióloga y especialista en Salud Pública, matea e introvertida, soltera y sin hijos, trabaja en Washington con los mayores expertos mundiales en gripe humana. Con la pandemia en fase 5, aquí cuenta su intenso combate contra un enemigo que la globalización no ha hecho más que agravar. En Chile, quienes la conocen, revelan su lado humano.
Ximena Aguilera Sanhueza viste delantal blanco, seria. Sube y baja escaleras sin cesar, entra y sale de reuniones, a veces toma un poco de un café que se ha enfriado, habla por teléfono con alguien al otro lado del mundo, mira cifras, teclea, hace esfuerzos por dominar el nudo que le aprieta el estómago.
De pronto, en el ajetreo, hace un alto. Se acerca a los ventanales del espectacular edificio de la Organización Panamericana de la Salud, que construyó el uruguayo Román Fresnedo en los años 60, y ve florecer los cerezos. Deja caer su mirada de niña criada en La Florida sobre los célebres árboles que, en mayo, colorean de rosa la ciudad. Washington, la capital de Obama, la de las protestas hippies, la de las cúpulas albas llenas de palomas, la de Abraham Lincoln y Jackie O, no le es desconocida. Hace unos años - hoy se empina en los 45, que cumplirá el siete de octubre- vivió por primera vez aquí, también por razones de trabajo. Tenía unos 30 y su carrera como epidemióloga comenzaba a deslumbrar.
Ella, la especialista chilena en salud pública que más lejos y más alto ha llegado en un organismo internacional, ostenta hoy un demandante cargo: es la coordinadora de Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles de la OPS. Un nombramiento que le disputó a otros 100 especialistas de todo el mundo y que ganó por concurso. Uno que la trajo de vuelta a Washington en marzo de 2008, y que hoy la está enfrentando a uno de los mayores desafíos en su carrera: la irrupción en el mundo de la influenza humana, o gripe AH1N1.
Después de trabajar una decena de años en el Ministerio de Salud de Chile, esta hija de una profesora de historia jubilada - Lucía Sanhueza- y de un periodista y conocido hombre de radio y televisión - Pablo Aguilera- forma parte de la organización internacional que tiene en sus manos la responsabilidad de controlar el virus que amenaza en convertirse en una de las grandes pandemias de los tiempos modernos. Sólo en Chile, hasta el cierre de esta edición, había 170 afectados, y la cifra aumenta todos los días.
Un virus que aterra al mundo
Por eso, Ximena Aguilera vive hoy en emergencia.
Soltera por opción y sin niños que criar, sus días y noches en Washington están invadidos por su necesidad de cumplir con los reglamentos y protocolos que le exige su cargo. De su moderno departamento en el histórico barrio de Georgetown, se va caminando a su oficina en la OPS, un hábito común en la capital de Estados Unidos: la gente camina porque la ciudad es amable, verde. Una urbe a escala humana.
Comandada por la experta china de Hong Kong Margaret Chan, la Organización Mundial de la Salud - de la cual depende la OPS- ha enfocado toda su tecnológica artillería en controlar y derrotar el AH1N1. Hoy, confirman las autoridades sanitarias internacionales, la pandemia está detenida en fase 5, indicación de que hay brotes en dos o más países de una misma región del mundo.
Si se subirá o no a fase 6, hasta ahora no se sabe. Margaret Chan tiene la palabra. No sólo ella: la OMS es un organismo intergubernamental cuyo directorio está compuesto por los ministros de salud de los países miembros. "Y en su última asamblea anual de mayo, a la que vino la subsecretaria Jeannette Vega por Chile, los países pidieron no pasar a fase 6 si la influenza humana no era una enfermedad grave. En este momento hay una gran discusión al respecto. Los gobiernos estiman que la fase 6 podría producir pánico en la población. Aquí se está polemizando con mucha fuerza. Habrá que ver...", dice Ximena Aguilera.
Su voz delgada por el teléfono resume su preocupación.
Inteligencia superior
Su mamá siempre le dijo "Pepito Grillo". "Cuando mis cuatro hijos estaban creciendo, la Xime fue nuestra conciencia. Siempre ha dicho todo lo que le parece, aunque se venga el mundo abajo. Es segura y fue una niñita destacada desde muy chica. Tanto, que en los diversos colegios donde estuvo le permitieron saltarse varios cursos por su inteligencia superior, que midieron con tests. Terminó la enseñanza media a los 16 años. Fue la primera de mis cuatro hijos en leer y escribir, aprendió rapidísimo y casi sola. Ella es mi gran orgullo, una mujer sensible, delicada, cariñosa con su familia. Ahora que está en Washington me llama cada semana. Es de las que nunca se olvidan de un santo o un cumpleaños. Cuando viajó a China en la delegación que iba a estudiar el SARS - Síndrome Respiratorio Agudo Grave- nos enteramos de que un médico había muerto por la enfermedad. Fue tanta la impresión que me dio, que bajé dos kilos".
Su infancia escolar fue itinerante. Pasó por muchos colegios porque, cuenta su familia, se cambiaron muchas veces de casa y de barrio. Desde La Reina al paradero 26 de La Florida - donde su papá compró casa- y después a Ñuñoa. Se graduó del colegio Compañía de María Seminario y entró a Medicina en la Universidad de Chile.
Aunque su hermana Lucía Verónica, la mayor de los cuatro, la recuerda "siempre jugando al doctor, porque toda la vida quiso ser médico, nosotros nunca la vimos en otra cosa", la directora del Compañía de María Seminario en los 80, Josefina Orrego - quien fue religiosa durante 32 años, pero dejó los hábitos- , nunca la vio tan segura de una vocación. La "Chepa", que ese tiempo era treintañera y por eso muy cercana a las alumnas, fue un gran estímulo para Ximena Aguilera, recuerda su madre. Josefina Orrego, que hoy trabaja en el Hogar de Cristo, evoca:
- Ximena no tenía claro lo que quería estudiar, pero siempre fue una niña con un interés social muy marcado. Intelectualmente brillante, introvertida, con un criterio potente y gran sentido del humor, era buena para la talla. Nunca se metió en chismes. Tenía un grupo de amigas inseparables, y todavía las conserva; todas se han convertido en excelentes profesionales, como la doctora Ximena Lara, una de sus más cercanas. Le iba estupendo en los ramos científicos. No era dócil, pero tampoco rebelde. A mí lo que más me gustaba era su vocación de servicio; eso siempre lo tuvo claro.
De ahí a escoger una medicina centrada en la salud pública hubo un paso.
Quienes la conocen una vida coinciden en que Ximena Aguilera nunca se conformó con seguir al rebaño. "Pensaba distinto, y lo decía. En una época en que en Chile era difícil pensar diferente de la línea oficial, ella siempre dio un paso al lado si lo estimaba necesario", dice su ex directora escolar.
De los cuatro hermanos, los dos mayores son abogados: Lucía Verónica y Juan Pablo. Ximena es la tercera, y la menor, Paula, es diseñadora, y vive en Canadá con su marido. Con una mamá profesora y un papá en las comunicaciones, los niños, que estudiaron en colegios de clase media, fueron muy estimulados en lo intelectual. "Mi papá hasta nos ayudó a elegir las universidades donde estudiamos", recuerda Lucía Verónica.
La abogada revela a su hermana menor como "una persona muy integral. Siempre ha hecho deporte: corre, va al gimnasio o anda en bicicleta. Aunque está muy dedicada a su profesión, no se contenta sólo con la medicina. Se las ha ingeniado siempre para tener otros intereses".
Sus colegas del Colegio Médico en Santiago la recuerdan cuando tomaba cursos de óleo y acrílico con el desaparecido pintor Pablo Domínguez. "Nunca llegó tarde a una clase, porque era matea y puntual. Le fascinaba la cosa cromática, tenía una veta artística que Pablo siempre le reconoció".
Sus cuadros figurativos cuelgan de distintas casas hoy. Y hasta antes de irse al extranjero estudiaba flauta traversa.
Rigurosa, comprometida, pero también pandillera y llena de amigos en su infancia y adolescencia, Ximena Aguilera parece haber centrado su existencia en su vocación. Un gran amigo confidencia:
- No he cometido la pesadez de preguntarle por qué no se ha casado. Ella es muy cuidadosa de su vida privada, terriblemente para adentro en eso. Pienso que está absorta en su tremenda carrera profesional y simplemente no ha dejado espacio para marido e hijos. Pololeó durante mucho tiempo con un neurocirujano, pero terminaron cuando ella se fue a Washington. Una mujer con ese perfil intimida a muchos hombres.
Agrega: "Con la Ximena hay que irse con cuidado, porque puede ser muy drástica. Cuando era adolescente vivió momentos muy difíciles, porque el papá se emparejó de nuevo y tuvo dos hijos más, hoy adolescentes. Después de todos estos años, sus hermanos mayores siguen viendo a sus medio hermanos, ella no".
Obsesa, de idea fija y a veces poco expresiva de sus sentimientos, así la retratan. En el 2008 llegó finalista en Ciencias al concurso Mujer Destacada del Portal Terra, y le costó posar. Detesta hablar de sí misma porque le tiene horror a la figuración y puede parecer fría en su actitud defensiva. "Cuando estaba en el colegio, sus padres se separaron. Ella y sus hermanos sufrieron, pero la Ximena nunca dejó que se le trasluciera, ni menos que afectara sus estudios. Llevaba la procesión por dentro", recuerda Josefina Orrego, la ex directora del Compañía de María Seminario.
La epidemióloga del Ministerio de Salud, Claudia González, es su amiga desde hace 21 años. La conoce al revés y al derecho y, aunque son distintas en muchos puntos dice, son muy unidas:
- Durante un tiempo vivimos juntas cuando las dos éramos jóvenes y libres (se ríe). Compartimos una casa que se estaba cayendo de vieja en Echeñique, Ñuñoa, donde había vivido su tía abuela, una ancianita con una enorme colección de gatos. Nosotras amononamos la casa como pudimos: hoy allí vive su mamá, Lucía Sanhueza. Hemos trabajado juntas en varias partes, mucho en el Ministerio de Salud. La Ximena es una gran perseverante, inteligente y también es catete. Obsesa e irónica, muy divertida. Esa ironía a veces la transforma en una persona complicada: es capaz de decirte las cosas más horrorosas y ni se inmuta. Insistente, puede estar una hora entera convenciéndote para que te comas un chocolate.
Claudia atestigua que esta doctora es ambivalente. Critica las uñas pintadas de negro y los mechones de colores en el pelo de sus dos hijas, porque en el fondo es una gran convencional y le gusta la formalidad. Por otro lado, es audaz e innovadora en lo estético, le gustan el arte y la fotografía de vanguardia.
Todos coinciden en que irse a Washington le significó una tremenda renuncia emocional. "Es terriblemente apegada a su familia, aunque siempre con espíritu independiente. Si le costó irse, no se le notó. Jamás lo comentó con nosotros", dice su hermano Juan Pablo.
- Éramos yuntas cuando chicos, porque la Lucía era más grande. Veíamos mucha televisión juntos y leíamos, porque nos criamos en una casa de lectores. Ahora nos vemos menos, pero el año pasado la visité en Washington con mi familia. Ella, que es terriblemente independiente, conserva el apego por la gente que quiere.
Especialmente cariñosa con sus cuatro sobrinos, con los dos mayores, Carolina y Miguel, hijos de Lucía Aguilera, se comunica diariamente por Facebook. "Toda la vida mis nietos han sabido adivinar cuáles son los regalos de Ximena. Siempre son libros o juguetes muy especiales, intelectuales, nadie más de la familia los compraría", dice su madre, Lucía Sanhueza.
Pandemia en el mundo
En Washington, Ximena Aguilera vive a ritmo intenso.
En los últimos meses observó con estupor cómo la alerta por el nuevo virus detectado en México - hasta entonces desconocido y con facilidad extraordinaria de transmisión humana- subía sus fases de 2 a 3 y de 3 a 4 en pocos días, hasta llegar, en tiempo récord, a alcanzar la fase 5.
- La Organización Mundial de la Salud ha tratado de aclarar el término de pandemia. Éste se refiere al paso del virus de un país y de un continente a otro, no a su nivel de gravedad. Lo que la gente no entiende es que cada mayor fase no indica necesariamente mayor gravedad, sino mayor diseminación. Es una cuestión geográfica, no de mortalidad potencial. Incluso los biólogos han determinado que si el nivel del virus es muy agresivo, tiene menos probabilidad de transmitirse exitosamente.
Cuenta que, al principio, la OMS no tenía toda la información, y debió basarse sólo en su experiencia. "Con el correr de los días y al mejorar la vigilancia, aumentó el número de casos y bajó su letalidad. Recién ahí tuvimos una película más clara".
Desde que asumió en Washington, esta doctora formó equipo con sus colaboradores, algo en que es muy buena, dicen. A su cargo internacional llegó precedida de una gran trayectoria:
- Es bien sabido en Chile que Ximena reúne todas las condiciones para ser ministra del ramo o subsecretaria. A mucha gente le gustaría eso, razón por la cual su nombre ha sonado varias veces en diversos cambios ministeriales. Hay conocidos ex ministros de Salud, ex subsecretarios y gente del mundo político ligada a la salud que han barajado su nombre en múltiples oportunidades. Nunca ha sido nombrada, probablemente, porque, aunque es simpatizante de la Concertación, no tiene militancia política y la encuentran demasiado joven. Ella es muy independiente de mente y, por eso, respetada, dice en Santiago la periodista del Ministerio de Salud, Maritza Labraña, quien trabajó diez años con ella.
Aguilera se considera parte de un equipo internacional privilegiado por las características que tuvo el inicio de la gripe AH1N1:
- Ésta ha sido la primera vez en la historia que podemos ser testigos del inicio de una pandemia así. En las de 1918, 1957 y 1968, ellas se detectaron cuando ya estaban en muchos países y había numerosos casos. Ahora, en cambio, fue posible un seguimiento en tiempo real. Por eso mismo, se nos hizo difícil predecir su curso. Ésta, al igual que las pandemias previas, partió con un brote de primavera. Debutó cuando el hemisferio norte salía del invierno y entraba en primavera.
- ¿Siente que hubo precipitación al montar tal operación de alarma tan rápidamente?
- Estar en alerta responsable no es sinónimo de alarma. Es fácil juzgar la situación una vez que el momento álgido ya pasó, pero no es correcto. La directora Margaret Chan siguió todos y cada uno de los protocolos definidos con anterioridad para un tema de emergencia en salud pública de interés internacional. De hecho, es primera vez que se aplica el nuevo reglamento sanitario internacional que, desde 2005, actualizó el anterior que databa de los años 60. Margaret también se hizo asesorar por un grupo de expertos independientes, que no forman parte de la OMS.
La misma asesoría funcionó para Chan cuando decidió subir los niveles de pandemia que, hasta ahora, han escalado hasta la fase 5.
- Tal vez el mundo se asustó, pero la alerta fue clave. Pudimos detectar casos leves que sirven para evaluar la verdadera gravedad de la situación. Los casos graves siempre son mucho menores y, sin embargo, entregan una imagen distorsionada de la enfermedad.
Esta misma alerta, dice la doctora Aguilera, también sirvió para probar la capacidad sanitaria en nuestro país: "Probamos que la fortaleza del sistema de vigilancia en Chile fue capaz de detectar casos leves. No todos los sistemas tienen esa capacidad".
- ¿No siente que la alarma pública que se generó fue desproporcionada a la letalidad del virus?
- La comunicación de riesgos es un tema de los más desarrollados dentro de la OMS en Ginebra y Washington. La cuestión es cómo comunicar sin causar alarma. Cuando el virus se detectó en México, hubo una comisión de Comunicación de Riesgo que viajó y analizó los mensajes. Revisó los mensajes para saber si eran informativos, educativos o sólo de alarma. En ese sentido, este caso mexicano fue un gran éxito, se logró que la gente siguiera las recomendaciones que dio el Gobierno.
- La globalización ha influido en la pandemia...
- Desde luego. De hecho, la globalización es un gran tema de discusión en la OMS. El virus AH1N1 se diseminó con esta rapidez justamente por los viajes internacionales, el aumento de tráfico de productos, que incrementó necesariamente la diseminación. Por eso es que el reglamento sanitario internacional se actualizó en el 2005 y entró en vigor en el 2007: contempla una serie de mecanismos sobre comunicación ligados a la globalización, que en los años 60 no existía.
Ximena Aguilera no es una rareza en la Organización Panamericana de la Salud. Revela que en el organismo "hay casi un 50% de ejecutivas mujeres en cargos claves; puede llegar a ser un ambiente bien femenino. Aquí todos somos latinoamericanos y tenemos una directora argentina, Mirta Roses, y una subdirectora costarricense, Socorro Gross, y la presencia de Margaret Chan a la cabeza de la OMS es también una marca".
Una marca definida, pero no la primera, porque esta experta china fue precedida por otra europea, quien, además, fue Primera Ministra de Noruega, la doctora Gro Harlem Brundtland.
Una pléyade de estrellas internacionales de la salud, frente a quienes la batalladora Ximena Aguilera no destiñe.
Por María Cristina Jurado - Revista YA.
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