viernes, 9 de mayo de 2008

Responsabilidad Social: Un Desafío Latente - Maria Teresa Cortes.

Buscando eficacia económica y competitividad en las empresas, desde hace algunos años, comenzó a gestarse un movimiento de gran fuerza y dinamismo en el mundo, propiciado por países desarrollados, que proponen “el desarrollo sostenible basado en una economía social de mercado, competitiva, tendiente al pleno empleo y progreso social”.

Surge, entonces, el concepto de “Responsabilidad Social Empresarial” (RSE) como una potente herramienta, indicadora de cómo muchos esperamos que se relacione la empresa con su comunidad, con el medioambiente y con las personas: superando positivamente las expectativas legales, éticas y comerciales conocidas.

El protagonismo inminente del sector empresarial en el desarrollo sustentable de nuestra sociedad se ve potenciado, bajo este concepto, en la articulación de la trilogía que conforma junto al Gobierno y la Sociedad Civil, provocando una alianza estratégica que contribuye, sin duda, al desarrollo de la justicia social.

Pero, además de las buenas voluntades y deseos de desarrollo y crecimiento equitativo ¿qué otros aspectos pueden motivar a una empresa a ser socialmente responsable?

1. La conducta socialmente responsable de las empresas es un tema en la mente de los consumidores.

2. Las acciones que desarrollen las empresas en este campo se valoran y se transforman en una variable de competitividad.

3. La exigencia de los mercados internacionales es un factor que influye en la adopción voluntaria de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC). A modo de ejemplo, actualmente, los acuerdos de libre comercio exigen estándares que propician un marco de buenas prácticas para realizar negocios.

4. La posibilidad de participar en sectores productivos dinámicos, incorporando innovación tecnológica y métodos de producción limpia.

5. Plasmar una imagen corporativa aceptada, querida y respetada por la opinión pública.

6. Las exigencias impuestas por las autoridades y los consumidores de los mercados desarrollados, así como las oportunidades que se presentan en nuevos mercados.

7. Mejorar la gestión, canalizando adecuadamente las expectativas de los stakeholders o grupos de interés.
8. Mejorar la imagen y la reputación. Dar valor a la marca.

Algunas empresas de mayor tamaño, especialmente transnacionales con actividades en el país ligadas a la extracción de recursos naturales, ya han iniciado el recorrido por un camino que conduce a la Responsabilidad Social Corporativa. Pero… ¡atención!, porque ser Socialmente Responsable es más que practicar la filantropía y el paternalismo.

La Responsabilidad Social (RS) es un deber, una necesidad y un desafío de carácter nacional. Es una oportunidad para el diálogo, para el desarrollo de iniciativas y para la resolución de problemas y responsabilidades comunes.

La Responsabilidad Social (RS) posee, además un valor grandioso: es una estupenda herramienta de participación ciudadana al articular empresa-directivos-trabajadores-comunidades-stakeholders.

La RS es una iniciativa movilizadora de una acción colectiva, por lo tanto, las autoridades pueden establecer políticas públicas con el objeto de potenciar los aportes de las empresas a la sociedad y consolidar una red empresarial competitiva, consistente y eficiente que fortalezca la economía nacional y su capacidad de desarrollo.

Podría ser, entonces, un desafío de política pública:

1. Integrar a las Pymes a esta instancia movilizadora de Responsabilidad Social, a través de incentivos y apoyo técnico. CORFO podría ser una interesante promotora en este sentido.

2. Normar y regular aquellos aspectos que fortalezcan la credibilidad, el compromiso y la confianza en la Responsabilidad Social.

3. Fomentar el desarrollo de la Responsabilidad Social entre los diferentes agentes involucrados (empresa, trabajadores, consumidores, etc).

4. Promover dentro del Estado las pautas de conductas socialmente responsables.

5. Definir qué institución será responsable de los temas de RS

6. Promover e Implementar una Guía de RS.

Es así que, en el contexto de la RS surgen temas como: el derecho a la información de la ciudadanía, la transferencia tecnológica, el fomento a la innovación y al cambio de estructuras, el desafío de crear condiciones para que la creciente fuerza laboral femenina pueda compatibilizar su rol multifacético con el trabajo, las horas trabajadas v/s la producción efectiva, capturar y comunicar en forma periódica información sobre inversión medioambiental, marketing responsable, etc.

Consensuando criterios que nos conduzcan a la evaluación constante del buen desempeño empresarial generaremos más control, difundiremos mejor y mayor información pública, crearemos una responsabilidad e imagen que traspasará nuestros propios límites geográficos, otorgaremos mayor transparencia, tendremos voluntad de rendir cuentas, habrá eficacia.

Es importante, también, mencionar lo fundamental que resulta tener un consumo responsable. Los consumidores movilizados y organizados, con cultura de Responsabilidad Social Corporativa exigen a las empresas determinadas buenas prácticas. Hoy la responsabilidad radica en el acto de consumir ya que existe una estrecha relación entre los hábitos de consumo y los problemas sociales y ambientales. El consumidor puede elegir los bienes que son producidos sin atentar contra el medio ambiente y en su proceso de fabricación han respetado los derechos de los trabajadores.

Para que esto ocurra, es relevante que el consumidor esté muy bien informado, por lo tanto, para desarrollar un programa de RS es necesario considerar la variable comunicacional.

Será necesario institucionalizar canales reconocidos de comunicación que valoricen las actitudes socialmente responsables y cubran las expectativas de los stakeholders (grupos de interés).

Además, las informaciones deben ser comprensibles, verificables, respaldadas por terceros, que muestren aspectos relevantes de la cadena productiva. Deben impactar a los stakeholders.

Otro sector que tendrá especial relevancia en lo que podamos hacer respecto a RS en nuestro país será sin duda: el de los trabajadores. Pensar en RS me hace recordar las mesas de diálogo que existían en la década de los 90’ y creo, por lo tanto, que es una estupenda oportunidad para que los representantes del mundo del trabajo y los temas de calidad de vida laboral sean parte fundamental de este proceso integrador y de desarrollo.

Luego de esta última observación, quisiera destacar que, por lo pronto, se visualiza como un gran aporte a esta materia la Norma ISO 26.000, cuya implementación se espera para el año 2008. Abarcará temas tan amplios como la calidad de vida según prioridad de trabajadores y comunidades locales, el respeto a los derechos humanos, al medioambiente y la diversidad cultural. Condiciones socioeconómicas, mecanismos de identificación de stakeholders, procedimientos de participación, comunicación e información con los distintos grupos de interés, desempeño auditable e informes públicos transparentes, entre otros.

En Latino América, existen distintos grados de avances sobre el proceso. Quisiera destacar que Brasil ya cuenta con una Norma Nacional de RS, una de las pocas normas nacionales que existe en el mundo. Me refiero a la llamada ABNT 16001, publicada en diciembre de 2004 y Colombia ya posee en elaboración una Guía Nacional de RS.

En Chile, estamos empezando a vislumbrar las ventajas que significa la incorporación al proceso. Es necesario impulsar con mayor fuerza el debate interno respecto al tema, motivarnos y ser capaces de articular con mayor energía una alianza estratégica entre Estado, Empresa y Sociedad Civil, en la búsqueda de una mejor calidad de vida, justicia social, crecimiento y desarrollo sustentable. Las generaciones futuras agradecerán este esfuerzo común.

María Teresa Cortés
Directora General Marketing Trade Comunicaciones
Instituto Jorge Ahumada
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