miércoles, 19 de noviembre de 2008

Tres ideas para reflexionar en la DC.


Una militante de base de la Democracia Cristiana nos hizo conocer tres situaciones que le resultaban insoportables en la vida partidaria actual y que me permito comentar en esta oportunidad, pues me parecen pertinentes a la situación que vive este Partido, que sigue siendo tan importante para el acontecer de la política nacional:

Una primera idea, era la falta de autocrítica de la dirigencia política de dicha colectividad, que no asume responsabilidad alguna por los errores cometidos. Más aún, en algunos casos se dan como satisfechos por las manifestaciones que se hacen a la Presidenta saliente, sin reconocer nada del desastre que vive la DC con su magro 14 por ciento y del cual en gran parte responsables.

No obstante, esta afirmación, nacida tan profundamente desde el corazón y el estómago de nuestra amiga militante (como la criticaría un gran amigo mío, afirmando que la política es esencialmente racionalidad), nos acerca a la verdad, pues ésta, sin duda, no es sólo un universo nacido de la disquisición racional sobre la realidad, sino también una forma de sentir y distintas formas de conocer que tenemos los seres humanos. A la verdad no se llega, por lo mismo, solo con la cabeza. Más aún, las personas que viven en el mundo cotidiano, reaccionan sin ajustarse a los parámetros de los análisis políticos a los cuales se acostumbran los que hacen de la política un serio ejercicio de la existencia. La política es una actividad sensata, difícil y respetable, pero no significa que ella sea sólo racionalidad. Un político que no es capaz de ver también con el sentido del corazón, el estómago y la piel, difícilmente podrá comprender lo que las personas quieren en sus vidas cotidianas. Personas a las cuales debe servir y para lo cual debe conquistar el poder o participar en el mismo.

Por lo mismo, la autocrítica “exigida” a la dirigencia partidaria, es una exigencia nacida desde lo más profundo del ser de la militancia de base y por lo mismo, debe ser escuchada para comenzar un camino de toma de conciencia de los errores cometidos, pero especialmente una crítica a los estilos conductuales y discursivos que se han venido utilizando y que nos han llevado al fracaso. Ya no se trata sólo de recomponer una mesa de unidad, la cual obviamente es necesaria, sino pensar en cómo podemos mirar el mundo de otra forma, distinta y diversa, asumiendo los cambios que se nos han impuesto sobre nuestras personas, sin que podamos hacer mucho por evitarlos. Sin duda un cambio de conciencia y una forma de construir conciencia (o un nuevo discurso) es una exigencia ineludible de renovación partidaria.

Una segunda idea, fue mencionar “la apatía de una militancia muy pasiva, dentro de la cual nos podemos incluir todos los que no levantamos la voz ni exigimos un cambio profundo”. Tremenda afirmación que si no la pensamos con honestidad nos puede conducir a tremendos errores estratégicos y tácticos en la movilización y modernización de nuestro Partido. Una militancia apática es una militancia sin espíritu, sin motivación, sin sentido de futuro y sin ánimos de transcendencia personal, para insertarse en un proyecto comunitario. Una militancia apática es una militancia que no ha visto liderazgos que ofrezcan sentido a la acción militante o no han provocado un trabajo comunitario para encontrar dichos sentidos. La política es una búsqueda de sentidos para la acción, con el fin de acortar las brechas entre lo que pensamos y queremos y la realidad que nos circunda, siempre lejana a nuestras expectativas. Y este trabajo colectivo, esencia de lo político, no lo pueden hacer sólo los dirigentes (muchos de ellos generales sin tropa), sino que deben participar activamente las bases militantes.

Por eso toda nueva mesa nacional debe ser representativa de las tendencias internas de la DC, pero a la vez debe cumplir el requisito que ella esté conformada por generales con tropa, esa decir, que tengan en la base partidaria apoyos de la militancia. ¿Para que nos sirve un “elegido de los dioses” si no tiene inserción ni representación en la base militante? Seguramente sus elucubraciones intelectuales serán enjundiosas y correctas formalmente, pero con eso no desentrañará lo que son las verdaderas inquietudes y aspiraciones de las personas. De ahí la necesidad de que la conducción del PDC la tengan aquellos que sí tienen conocimiento “del pueblo demócrata cristiano” a lo menos.

Una tercera idea esta formulada por esta militante de la siguiente manera: “la pérdida, paulatina pero sostenida, de identidad social, ideológica y política, que nos ha desdibujado en el horizonte de la política nacional” es otra de las ideas que le producen y nos produce malestar. Claro que aquí no solo está en juego la situación particular del PDC, como partido político nacional, sino que esta situación se traspasa por los nuevos paradigmas que cruzan la sociedad post moderna y que hacen que las identidades de las organizaciones tradicionales (como sería el caso de la DC) vayan perdiendo su identidad. Entre estos factores están los siguientes:

o Frente a la razón totalizante, un pensamiento más débil, dejando paso al sentir y a los afectos.
o Frente a los “meta relatos” (como el cristianismo, por ejemplo), los relatos, circunscritos a una historia palpable, de corta o mediana duración
o Frente a los compromisos definitivos de cambio del mundo y las sociedades, característicos de los partidos tradicionales, los “consensos”, normalmente blandos y cambiables.
o Frente a los valores absolutos, el “politeísmo” de valores. Ya la verdad no es Una, sino múltiples, como también los valores que la acompañan.
o Frente a la Historia unitaria, las historias parciales.
o Frente a un mejor Futuro Colectivo o Comunitario, la idea de lo presente, como único ideario de proyección.
o Frente a la Universalidad, la fragmentación de lo particular, muchas veces sin sentido por no estar incluido en contextos más globales
o Frente a la militancia tradicional, el micro grupo y con el advenimiento de la Internet, las sociedades o grupos virtuales.
o Frente a lo productivo, lo comunicativo y los servicios.
o Frente a la uniformidad, la diversidad.
o Entrecruzamiento de lo homogéneo y heterogéneo en la vida cotidiana

De ahí que el sentido de perdida de identidad, paulatina pero sostenida si es verdadero, pero sus explicaciones no sólo hay que encontrarlas al interior de la DC (mirándonos el ombligo) sino hacer una reflexión hacia contextos más generales en donde la sociedad en la cual vivimos, con las características propias de la misma, sean consideradas como elementos fundamentales del cambio que es preciso realizar en nuestra organización.

Gabriel de Pujadas H., Miembro del Consejo Directivo del Instituto Jorge Ahumada.
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