lunes, 4 de agosto de 2008

PEDRO ARAYA ORTIZ.


Mañana domingo 27 de Julio, a las 11:00 horas, en la Iglesia Catedral de Antofagasta, recordaremos la partida al encuentro definitivo con el Dios de la vida, de don Pedro Araya Ortiz. Nos juntaremos para recordar su vida y agradecer su testimonio ejemplar.

Han pasado ya cinco años, desde aquel día de Julio, en que puntualmente a las siete de la mañana, don Pedrito, como le llamaba la gente que lo quería, sorpresivamente partió a encontrarse con Dios. Lleno de energía, pendiente de tantos proyectos y sueños y entregado a tiempo completo, a las tareas de conducir la ciudad, fue llamado por Dios.

La vida de mi padre siempre estuvo llena de todo tipo de emociones, historias, alegrías, tristezas, esfuerzos, lucha y sobretodo amor. Lleno de orgullo, puedo decir que fue un hombre sencillo, un trabajador de la construcción, que puso su inteligencia y capacidad al servicio de los demás, y fue capaz de aportar concretamente al presente y futuro de Antofagasta. Y no solamente, durante sus años a la cabeza del municipio, sino que a lo largo de toda su existencia. Ahí está el testimonio de toda una vida, guiada por los principios y valores del Evangelio de Jesucristo, hasta el último minuto. Las lecciones de vida que nos entregó, seguirán teniendo vigencia por largo tiempo, pues en ellas se refleja, la experiencia de quien ha sabido vivir y amar intensamente.

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Mi padre siempre decía “Cuando uno nace, Dios no te dice, vas a ser médico, abogado, ingeniero, o diputado, senador o alcalde, sino que Dios nos da inteligencia y capacidad, para que la desarrollemos y pongamos al servicio de los demás, en especial de nuestros hermanos más pobres”. En esta reflexión que a menudo transmitía, esta toda la sabiduría y fuerza, de quien se enfrentó a situaciones adversas y difíciles, teniendo muy claro, que lo más importante en la vida es, siempre ser una buena persona. Y en la medida, que actuemos con rectitud y decisión, siempre sabremos hacia donde ir.

Al cumplirse un nuevo año de la partida de mi padre, queremos agradecer sinceramente a todos y todas quienes le recuerdan con admiración y cariño. Estar en el corazón de los antofagastinos, es el mejor homenaje, al que alguien podría aspirar, y Pedro Araya Ortiz, ocupa un lugar privilegiado en la historia y el corazón de nuestra ciudad. Sus esfuerzos y desvelos, sus sueños y esperanzas, su trabajo y pasión siguen siendo reconocida, por hombres y mujeres de nuestra tierra, que ven en su testimonio de vida, un modelo a seguir y un líder inspirador. Damos gracias a Dios, una vez más por Pedro Araya Ortiz, por su vida ejemplar y el testimonio de amor y generosidad, que siempre entregó. Y sobretodo por habérnoslo regalado como parte de nuestra familia.
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Pedro Araya Guerrero.
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