martes, 12 de agosto de 2008

BOLIVIA: EL EXTRAÑO EMPATE DE IGNACIO WALKER.

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Por Alvaro Ramis

Los resultados oficiales del referendo revocatorio boliviano, en el cual participó más del 80% de la ciudadanía, sólo se conocerán el jueves próximo. Sin embargo todos los estudios indican que el gobierno nacional ha obtenido una victoria contundente.

Según Bolivia Transparente el presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera obtuvieron un 66 % de apoyo frente al 34 % que votó en contra. De acuerdo a las cifras parciales entregadas por Corte Nacional electoral de Bolivia actualizados a las 22 horas del lunes 11 de Agosto de 2008 el Si se empinaría sobre el 64.85%. De esta forma Evo Morales habría elevado su respaldo electoral en un margen que fluctúa entre un 10 y un 13%, respeto al 53% de apoyo electoral obtenido en las elecciones de 2005.

La contundencia de las cifras contrasta con las afirmaciones de variados personajes que han calificado como un “empate” el resultado de esta contienda. Una de las declaraciones más llamativas es la del ex canciller chileno y jefe de la misión de Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) en Bolivia, Ignacio Walker, quién afirmó: "Hay un empate, un Gobierno fuerte con el MAS y con Evo Morales, con 63 por ciento de los votos, es un liderazgo que no se puede desconocer pero, por otro lado, el tema autonomista, que es la bandera de lucha de los departamentos de la 'medialuna', también fue confirmado".

Lo que trata de instalar Walker es lo que la gran prensa, y la derecha política y financiera quiere hacer pasar como evaluación oficiosa del referendo. Un empate catastrófico que impida el avance de los cambios en la distribución la riqueza y la tierra, que afectan directamente a los grupos políticos y económicos que dominaron el país durante décadas, y que aún mantienen gran parte del poder fáctico y mediático en Bolivia.

A mi modesto entender, el 64% de Evo Morales prácticamente duplica la votación opositora. De esta manera, ni siquiera en Chile, y usando el sistema binominal, se produciría un empate en estas circunstancias. Es una mayoría clara, contundente y soberana, que se pretende diluir en la existencia de enclaves controlados por sectores separatistas.

El Vicepresidente García Linera, en declaraciones al diario argentino Clarín, ha situado los puntos más relevantes que ningún análisis puede desconocer: el referéndum “sincera la geografía política en el país y la correlación de fuerzas”, y habilita nuevos escenarios de diálogo. En su criterio, se ha sobredimensionado el poder de grupos opositores que se atribuyen el derecho a veto a partir de una “inflación mediática”. ¿A que se refiere García Linera?

Al intento sistemático, arropado en la cobertura de la prensa corporativa, de transformar a una minoría en mayoría. El prefecto Costas y el separatismo cruceñista se ha autoasignado el poder de vetar las decisiones que la inmensa mayoría de los bolivianos han asumido y reafirmado de manera pública el 10 de agosto de 2008.

Sincerando las cifras

El argumento de los “empatadotes” radica en las altas votaciones obtenidas por los prefectos opositores, en especial los de la “media luna”. Sin embargo es necesario comparar esas cifras con los resultados obtenidos en esos mismos distritos por el Presidente Evo Morales para ver como se desvanece el empate .

El caso más evidente es Oruro, donde el prefecto oficialista fue destituido. Sin embargo, en ese mismo lugar el presidente Morales obtuvo un categórico 80% de los votos, lo que evidencia que el votante distinguió perfectamente entre la gestión del prefecto y la del gobierno nacional. En cambio, el otro prefecto oficialista sometido a referéndum revocatorio, Mario Virreira, de Potosí, obtuvo la más alta aprobación entre los prefectos en toda la contienda electoral con un 68.32%.

En Tarija, donde el prefecto opositor obtuvo un 58.06% de apoyo, la votación referida al gobierno nacional está prácticamente empatada: un 49,83% a favor del presidente Morales y un 50,17% en contra. En Pando la situación es más paradojal todavía: el prefecto opositor fue ratificado con un 55.66%, pero el presidente Evo Morales fue ratificado por un 52,81%.

En Beni, Santa Cruz y Chuquisaca los porcentajes del No fueron significativamente más altos. Sin embargo, es evidente un voto cruzado que expresa que muchos habitantes de estas localidades apoyan a sus dirigentes regionales a un nivel local, pero a nivel nacional se mantiene un apoyo al gobierno del MAS. En Beni, por ejemplo, el No obtuvo un 58.68%, casi 7 puntos menos que el 64.94% obtenido por el prefecto opositor. En Santa Cruz el No alcanzó el 61.98%, 7 puntos menos que el 68% de apoyo obtenido por el prefecto Costas.

Lo que expresan estos datos es que existe un votante en la “media luna” que apoya las demandas autonomistas en tanto y en cuanto articulan demandas de recursos y atención del gobierno central. Pero al mismo tiempo estos votantes apoyan las propuestas de redistribución de la riqueza, reforma agraria y fortalecimiento de los pueblos indígenas que propone en gobierno de Evo Morales. Por lo cual el mandato implícito se debería entender como una conjugación no antagónica entre las demandas regionalistas y los proyectos nacionales, posibilidad que ha sido permanentemente negada por la oposición, que ha hecho de las aspiraciones autonómicas un recurso para paralizar la acción del gobierno, especialmente en áreas sensibles a sus intereses, como la reforma agraria y las rentas de hidrocarburos.

¿Dónde está el empate?

No es exagerado sostener que la tesis del empate, esgrimida por Ignacio Walker y los demás “empatadotes” no sólo es falsa, sino que atenta contra la cohesión de la sociedad boliviana y daña la preservación de su integridad territorial.

Mediante la instauración del mecanismo del referendo revocatorio la población pudo decidir la continuidad de sus principales mandatarios nacionales y departamentales.

De esta manera la democracia boliviana ha ganado en calidad, profundidad, intensidad y transparencia, permitiendo que decisiones políticas trascendentes se sometan al pronunciamiento de la voluntad de la ciudadanía. ¿Estaría Walker y la clase política chilena dispuesta a someterse a semejante ejercicio democrático?

El autor es teólogo, Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.

Gentileza: Crónica Digital
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