miércoles, 12 de agosto de 2009

"No descarto una carrera política" - Magdalena Frei Larraechea la heredera del clan.

Le ofrecieron ser diputada. Dijo que no, pero está abierta a un futuro en la Cámara. Es la tercera de las hermanas Frei Larraechea y voz relevante en el comando de su padre. Allí coordina, ejecuta, lo acompaña. Casada con Edmundo Pérez Vergara -hijo del ministro del Interior-, dice que esta campaña ha sido violenta, dura. "Pero nosotros no andamos llorando. No es nuestro estilo. No podríamos estar victimizándonos".

Eduardo Frei Ruiz-Tagle siempre tuvo la esperanza de un Eduardito. Cada vez que Martita Larraechea esperaba guagua se hablaba de Eduardito. Eduardito por aquí, Eduardito por allá. Eduardo Frei Montalva también esperaba a Eduardo III. Cuando Magdalena Frei Larraechea nació, en el año 74, después de Verónica y Cecilia, el ex Presidente de la República llegó hasta la clínica y vociferaba:

-¡Pero qué significa esto! ¡Cómo nunca nos advirtieron que una cosa así podía pasar! ¡Tres mujeres! María Victoria Larraechea, hermana de Martita, le decía: Pero don Eduardo, ¿a usted nadie le advirtió que en mi familia somos puras mujeres?, cuenta Magdalena, riendo.

Después nació Catalina. Y no vinieron más.

Eduardo Frei Montalva y Eduardo Frei-Ruiz Tagle nunca imaginaron que el heredero que tanto buscaban sería mujer. Y que se llamaría Magdalena.

-Quizá esa anécdota con su abuelo le marcó el futuro-, le comento a Magdalena Frei. ¡Tal vez!, dice sorprendida, alegre. Son las diez de la mañana del primer miércoles de agosto, afuera está fresco, pero se asoman algunos tibios rayos de sol y esta ingeniera comercial de la Universidad Católica hace rato que está en el comando de la campaña del candidato presidencial Eduardo Frei Ruiz-Tagle, su padre. Es una casa antigua y azul en la calle Bilbao, de dos pisos, con algunas remodelaciones, pero la escalera de parqué rechina en cada paso. En el segundo piso tiene su oficina -desde donde realiza labores ejecutivas y de coordinación-, junto a dos personas más. Su escritorio, eso sí, es el que mira hacia la ventana, al que le da el sol. Hay un televisor de plasma de 36 pulgadas sintonizado en CNN Chile. Hace calor: dos estufas imitación Toyotomi le sirven a Magdalena para andar con una blusa comprada en Zara, blue jeans y una bufanda liviana y blanca al cuello, de adorno. Tiene el pelo largo y bien cuidado. Es flaca. Según el jefe de gabinete del candidato, Eugenio Fredes, demasiado flaca. Según sus amigas, atlética, buena para el deporte. Según sus amigos, la más atractiva de las hermanas Frei.

Hace dos años que es la directora ejecutiva de la Fundación Frei y de la Casa Museo -las dos construcciones se enfrentan en la calle Hindenburg-, es parte del comité ejecutivo de "Océanos Azules", el equipo programático, y trabaja en el comando presidencial, en tareas ejecutivas y de coordinación.

¿Por qué ella y no las demás mujeres del clan?
Cecilia, la hermana mayor que la sigue, abogada, líder innata, se vislumbraba como la heredera política natural de su padre. Aunque Magdalena, de más bajo perfil, "es muy inteligente, ubicada, criteriosa: eso es lo que la define", dice una persona muy cercana a la familia. ¿Qué pasó en la mitad del camino?
Cecilia se desafilió de la DC: siendo empleada del Ministerio Público no puede participar en actividades políticas. Pero este tema de quién es la heredera en este ámbito nunca lo conversaron ni fue tema entre ellas.

-A mí me da risa -dice Magdalena-; una vez incluso los medios dijeron que yo era la favorita de mi papá... Cecilia tiene una gran capacidad de oratoria y no me cabe duda de que en el futuro ella también pueda tomar la opción política. Su comienzo fue más bien "espontáneo". Estando a la cabeza de la Fundación y en la Casa Museo, a fines de 2008 se encontró con que todo empezó a girar en torno a la candidatura de su padre. Llegaron las primarias para definir al candidato de la Concertación y como no había un equipo formal se involucró en la organización: le gustó, se sintió contenta, entusiasmada.

Cómoda, bien. Pensó: De aquí en adelante: ¿qué sigue? Me incorporo o vuelvo a las consultorías. Habló con su marido Edmundo Pérez Vergara -nieto de Edmundo Pérez Zujovic, ministro del Interior de Eduardo Frei Montalva e hijo de Edmundo Pérez Yoma, quien fuera ministro de Defensa de Frei Ruiz-Tagle, y actual ministro del Interior-, porque sabía que el camino que se le venía era duro.

Pero la decisión estaba tomada.

"Me ofrecieron ser diputada"
Militante DC "desde que estaba en edad de", por opción y compromiso familiar y no por obligación -porque lo lleva en el ADN, según ella-, hoy Magdalena Frei está segura de que puede aportar. De otra manera dice que no estaría aquí. Incluso cuenta que le ofrecieron ser candidata a diputada. "Para esta vuelta me lo ofrecieron bastante. No fue mi opción de hoy, pero no descarto para nada una carrera política, ser diputada el día de mañana". Dice que su papá está muy expuesto y que dos personas de la familia habría sido demasiado. Además, están sus niños Blanca (6), Elena (4) y Edmundo (1), de quienes es muy apegada.

Se habla de Magdalena y de sus hermanas como "las niñitas", suponiendo que tienen mucho poder sobre su padre, que son como una muralla que lo rodea. "Aquí cortan Frei, la Martita, las niñitas y (Pablo) Halpern, y con eso no se gana una elección", alegaba un diputado DC para las primarias en que Frei se impuso al radical José Antonio Gómez.
"Ésa es pura especulación de la prensa -dice Magdalena. Me da risa. Somos súper cercanos, pero el candidato (ella habla de Frei, Eduardo Frei o "el candidato") tiene súper separado el tema familiar del político. Ahora, como yo estoy trabajando en el comando converso con él cosas puntuales que veo. Cosas específicas. Pero las decisiones las toma él y se asesora con quienes él estima. La familia nunca ha sido la que influye en sus decisiones: ni yo ni mis hermanas ni mi mamá. Es un tema de celos: todo el mundo quiere estar cerca de él".

Tiene una relación muy cercana con su padre, desde siempre. En su infancia, los fines de semana las llevaba al cerro San Cristóbal, a Fantasilandia, incluso sin Martita. "Fue un papá cariñoso. Me acuerdo que lo esperaba para hacer las tareas de matemáticas, como era ingeniero. Él es de pocas palabras... Es de miradas, pero uno sabe que siempre está atento. Él siempre sabe en qué estoy yo, en qué están mis niños. Hasta el día de hoy, si viajo fuera de Santiago tengo que llamarlo para contarle que llegué bien. Ése es el nivel de protección, con todas. Siento que si me echo para atrás él está ahí. Si tengo un problema en la vida siempre voy a recurrir a él, a los dos. Tengo confianza para decirle cualquier cosa".

De a poco se ha ido curtiendo. Llamarse Frei no es lo mismo que llamarse González o Tapia. Cuando su padre fue Presidente la criticaban porque se subía a todos los vuelos presidenciales. Magdalena dice que viajaban siempre de a una, que lo hacían por la experiencia, pero también acompañaban al padre a las actividades oficiales. Que ella sólo fue a una gira por Asia y a Europa, para la beatificación del Padre Hurtado, aparte de algún viaje puntual con su mamá a un país vecino. Pero inventaron -incluso- que tenían un lugar especial dentro del avión para llevar al perro. "Ese nivel de absurdo", dice. También sufrió un accidente automovilístico que le significó aparecer en la prensa. En 1999, cuando manejaba su auto, pasó por encima del pie de un indigente cuando le dieron la luz verde en un semáforo. Dice que no tuvo la culpa, que manejó todo de la mejor manera, pero que en la prensa todo se agrandó. "No fui pillada en algo oculto como trataron de plantearlo. Esas cosas son desagradables", dice.

Hoy está clara que este comienzo en la política traerá nuevos costos. Pero a pesar de que asegura que los ataques que han recibido durante lo que va de campaña han sido duros, ni una lágrima le ha salido. Ni de impotencia ni de rabia. "Me he pegado unos lagrimones, pero más por un tema familiar, porque me perdí algo de mis niñitas, pero por la exposición pública no. Somos muy adultos con ese tema, sanos. De otra manera me vería involucrada emocionalmente en forma permanente".

-Todos los sectores políticos coinciden en que esta campaña ha sido violenta. ¿Qué es lo que más le ha chocado a usted?
-Me he reconocido súper operada de los nervios. Hasta ahora no hay nada que me haya alterado. Éste es un juego de ligas mayores: uno tiene que conocer las reglas del juego, en el sentido de que es un combo que viene con de todo. Sí me ha chocado que esta campaña está en particular mucho más competitiva, agresiva, muy negativa. Pero siento la gran tranquilidad de que ésa no es nuestra postura, que no vienen desde acá (las descalificaciones). El foco no lo tenemos en estar descalificando, sino en las propuestas.
-Pero Sebastián Bowen y Paula Narváez dijeron que Karen Doggenweiler estaba ocupando las pantallas de TVN para hacer campaña...

-Sí, pero en un comando interactúan muchas personas y obviamente a veces se dan descoordinaciones. Claramente quedó establecido que ésa no era la opinión de Frei. Frei no necesita que nadie lo interprete. Cuando él quiere decir algo, no manda a decirlo con nadie.
-Fue una descoordinación que sí le influyó negativamente a su padre.
-Sí influyó porque todos se cuelgan de eso, empiezan a manipular y a tergiversar las cosas. Es súper fome. Pero, por eso te digo, yo tengo la tranquilidad de que sé lo que piensa. En eso, tanto él como yo, no perdemos ni el sueño ni nos ponemos nerviosos por todas las especulaciones que se dan por los diarios, por las encuestas. Él sabe perfectamente distinguir entre lo accesorio y lo importante.

-Bowen "pagó" por este error.
-Absolutamente. Yo siento que todos sacan provecho. Desde fines del año pasado hasta ahora ha habido hartos ataques fuertes a Frei, incluso a nosotros como familia, pero no andamos llorando. No es nuestro estilo. No podríamos estar victimizándonos.
-¿Reconoce que ha habido errores en el trabajo comunicacional?
-Más que errores en el trabajo comunicacional, es una campaña que convoca a mucha gente y muchas áreas, y creo que es bastante lógico que se cometan errores. Uno quisiera que todo saliera perfecto: es una lata que esas cosas ocurran, sin duda, porque nos perjudican hacia afuera, pero hay que tener claro que probablemente habrá más errores, y no sólo nos ocurre a nosotros. También les ocurre a ellos: se enojan, se descalifican, incluso un senador se fue del comando.

-¿Cree que hubo un mal análisis político al subestimar el potencial de Marco Enríquez?
-En ese análisis no me gustaría entrar.
-¿Frei está preparado para perder?
-Se metió para ganar, pero en su vida está preparado para cualquier cosa. No vemos el perder como una alternativa. Además, él tiene una resiliencia enorme. La enfermedad que lo tuvo al borde de la muerte le dio gran soltura y tranquilidad. Encuentro muy valiente su opción de jugársela, de correr riesgos, de no importarle reconcursar. Él tuvo el mayor cargo que se puede tener y no le importó volver a una primaria, volver a una elección desde abajo.
-¿Cuánto hay de ambición?
-Él decidió hace muchos años seguir este camino y no está dispuesto a jubilarse e irse para la casa. Pero no está diciendo: Voy a ser el único hombre que ha conquistado La Moneda dos veces. No.
-¿Le dolió, como hija, que su mamá haya estado varias semanas en el centro de los comentarios (por el episodio del indulto al narcotraficante Vargas Parga)?
-No, para nada. Tenemos cuero de chancho. Mientras no se entre en persecuciones personales, no nos desvelamos. Es parte del juego. Pero que eso no se interprete como que nosotros estamos dispuestos a atacar a los demás: no es una advertencia para que los demás también tengan cuero duro. Esta campaña ha sido tremendamente agresiva en contra de nosotros. Pero no nos logra traspasar.
-Lo que sí ha hecho mucho Frei es atacar el poder económico de Piñera. ¿Cree que le hace bien, siendo que él también tiene una fortuna?
-Frei ha hablado de la inconsecuencia. De seguir una línea, y busca mostrar esa diferencia. Porque se tiende a igualarlos y las fortunas de ambos son francamente incomparables. En eso también ha habido una campaña: Frei trabajó en la empresa privada, tenemos un buen pasar, sin duda, no somos el promedio nacional ni mucho menos, pero estamos lejos de ser millonarios. Se tiende a compararlos cuando son personas distintas, visiones distintas, opciones y compromisos completamente distintos. Por eso tiene todo el derecho de decirlo, no es un ataque, es una realidad. Frei dijo: Dejo todo atrás, y por la otra parte no ha sido así. (Piñera) Está sin soltar ni lo uno ni lo otro, y yo considero que es incompatible.
-¿Su papá está nervioso por las encuestas, por las peleas dentro de la Concertación?
-No lo veo nervioso ni ansioso, no lo he visto nunca achacado. Hablan del enojo de Frei porque yo creo que a él le produce aburrimiento el hecho de que sólo se esté pendiente del conflicto. Eso es lo que le da lata, lo que le molesta, y quizá físicamente eso se le traspasa. Y él es súper directo. Si hay algo que no le gusta o que no está de acuerdo lo dice y no le consulta a 10 personas si es la cuña más conveniente, si le sube tres puntos en la próxima encuesta.
-Un gran problema para Pablo Halpern.
-Sí, es un problema -dice riendo. Así es y ha sido siempre. Si anduviera achacado por los mil inconvenientes que aparecen todos los días no estaría para esta carrera. Es súper sano y yo heredé eso.
Su historia de amor: "Fue un flechazo"
Magdalena Frei tiene flechazos de recuerdos con su abuelo: "Me agarraba con sus manos gigantes y me decía: ¿Cómo está mi brutita?". Los domingos, cuando iban a almorzar a su casa en la calle Hindenburg, les regalaba monedas de chocolate. De ahí se salta al momento de su muerte, en 1982. Magdalena estaba al frente de la televisión. Tenía ocho años.
-Salió un extra en la mitad de la programación. Y por eso hasta hoy siempre que hay un extra me pongo nerviosa, porque me acuerdo perfecto de ese día. El locutor dijo: "Acaba de fallecer Eduardo Frei Montalva..." También me acuerdo de las enormes filas de gente en la Catedral, de las personas que rompían en llanto. Ésa fue mi primera visión como niña de lo que él representaba, de la admiración que despertaba. Me acuerdo de la tristeza de mi papá".
A pesar de todo, Magdalena creció en un ambiente "normal". Practicó gimnasia artística en el colegio Las Ursulinas, equitación en la Escuela de Carabineros, durante dos años fue fanática de los videos de aeróbica de la modelo Cindy Crawford, y siempre se ha preocupado de mantenerse bien, a pesar de sus tres embarazos: con Pilates, yoga y natación. Aunque ahora, de lleno en los avatares electorales, apenas tiene tiempo para despejar la mente haciendo deporte.
Lo que nunca imaginó Frei Montalva es que esa tercera nieta -la que esperaba fuera hombre- se casaría con el nieto de su íntimo amigo Edmundo Pérez Zujovic, asesinado el 8 de junio de 1971 por la VOP (Vanguardia Organizada del Pueblo, un grupo de extrema izquierda).
La primera vez que Magdalena vio a su marido tenía sólo 11 años. Edmundo tenía 14 y era más amigo de su hermana Cecilia. Coincidieron en un veraneo en Pucón, donde los Frei Larraechea y los Pérez Vergara solían veranear. Mientras los adultos salían a comer a restaurantes y hacían vida social, los niños se bañaban en el lago, se columpiaban, jugaban a la pelota. "Me gustó al tiro; fue un flechazo", dice Magdalena. Se vieron dos o tres veranos más. Pasaron muchos años. En el verano de 1995, cuando Eduardo Frei era Presidente y Edmundo Pérez Yoma su ministro de Defensa, el primero invitó al segundo y a su mujer, Paz Vergara, a un viaje en un pequeño barco por los canales del sur. Sorpresivamente, el ministro llegó con dos de sus seis hijos: uno de ellos era Edmundo. "En ese viaje no nos despegamos", cuenta Magdalena. "Pero no nos pusimos a pololear al tiro". Ella tenía otra relación; él estaba terminando con otra polola.

"Conversamos, paseamos. Para nosotros fue idílico,pero los estaban nerviosísimos: les cargó esto de que se mezclaran las cosas. Se imaginaban si uno dejaba mal al otro qué podía pasar. Estaban lo más complicados que hay mientras nosotros lo pasamos regio". A los pocos meses se pusieron a pololear; a los cuatro años y medio, se casaron. Llevan 10 años de matrimonio.

"De a poco los papás se fueron relajando, cuando vieron que era algo serio: nunca hemos estado peleados ni distanciados. Cada uno fue acogido en la casa del otro. Nos afiatamos súper bien: tenemos historias comunes, códigos comunes. Los dos tenemos un abuelo asesinado".

Edmundo Pérez Vergara es biólogo marino y, por el momento, no le ha interesado ingresar a la arena política. "Pero no sé si lo descarta a futuro: no tiene nada en contra", dice Magdalena. "El hecho de que yo esté trabajando aquí fue algo súper conversado con él. La gracia que le veo a Mundo -como le digo yo- es que tenemos muy compartidos los roles, entonces él me cubre en la casa. Ha sido súper generoso y no tiene ningún complejo. Hace de todo".
-Su padre y su suegro están distanciados. ¿Cómo se vive esa distancia como familia y pareja?
-No es tan grande el distanciamiento porque nunca fueron amigos de verse todos los fines de semana. Tenían una relación familiar y de cercanía, se veían de vez en cuando; tienen amigos en común. Cuando trabajaron juntos en el gobierno tuvieron una cercanía mayor, pero cuando se mezcla la amistad y la política puede haber problemas o visiones distintas. Pero jamás hemos tenido un problema, jamás se han mezclado las cosas. Porque existe, hasta el día de hoy, un cariño genuino, a pesar de las diferencias políticas. Hay que ser súper sanos y diferenciar las cosas. Además, desde hace un año tienen un nieto en común: Edmundo Eduardo Pérez Frei.

Por Ximena Urrejola B. Fotografías: Ulises Nilo. – Revista YA.
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