"...a Frei las cosas le han salido difíciles. Difíciles porque su nombre no salió de la base social sino de las directivas y cúpulas; difíciles porque no hubo primarias abiertas en el sector, sino apenas una faramalla de alcance muy local que terminó sin convencer a nadie; difíciles porque Frei es parte de una dinastía política que, tal como todos los partidos, tiene en estos momentos bajo rating ante la opinión pública.
Difíciles también porque ha tenido tropiezos serios en organizar y disciplinar su comando, al punto que está en serio entredicho qué tanta gobernabilidad puede garantizar a estas alturas la Concertación; difíciles porque este bloque pareciera estar agónico, sin proyectos ni energía y, no en último lugar, difíciles también porque Frei -que fue un presidente respetado, es un hombre serio y nunca dejó de ser un ingeniero lacónico- es un candidato poco empático y de pobre desempeño ante los medios de comunicación".
Con Sebastián Piñera más o menos consolidado en el primer lugar de las encuestas, para muchos la gran duda de la elección presidencial chilena es quién será segundo. Si el candidato del oficialismo o el candidato que de la noche a la mañana se le cruzó a Eduardo Frei en la pista. Aunque en Chile comienza formalmente al día siguiente del vencimiento del plazo de inscripción de los candidatos presidenciales, es decir, el próximo 15 de septiembre, en la práctica la campaña electoral ya comenzó y en las próximas semanas no harán otra cosa que elevar la temperatura del proceso.
Sebastián Piñera, el abanderado de la Coalición por el Cambio y líder de la centroderecha, de momento sigue manteniendo la primera opción, no obstante que su ventaja ya no es tan amplia como aseguraban las encuestas hace seis meses o un año. Esas cifras, sin embargo, tenían mucho de espejismo, porque siempre se supo que al final la llegada iba a ser muy estrecha. Piñera encabeza las preferencia con porcentajes que van del 30 al 35% de los votos y con la misma lógica que muchos destacan que su votación está estancada otros podrían decir que hasta el momento ningún sondeo la muestra rezagada.
La verdadera conjetura de la próxima elección es quién pasará a segunda vuelta si es que Piñera no triunfa en primera, lo que es improbable. Hasta ahora siempre se supuso que la segunda mayoría pertenecía, casi por derecho propio, al oficialismo, representado por el senador Eduardo Frei, abanderado de la Concertación, bloque de partidos que ha estado gobernando el país en forma ininterrumpida desde marzo de 1990.
Pero a Frei las cosas le han salido difíciles. Difíciles porque su nombre no salió de la base social sino de las directivas y cúpulas; difíciles porque no hubo primarias abiertas en el sector, sino apenas una faramalla de alcance muy local que terminó sin convencer a nadie; difíciles porque Frei es parte de una dinastía política que, tal como todos los partidos, tiene en estos momentos bajo rating ante la opinión pública; difíciles porque ha tenido tropiezos serios en organizar y disciplinar su comando, al punto que está en serio entredicho qué tanta gobernabilidad puede garantizar a estas alturas la Concertación; difíciles porque este bloque pareciera estar agónico, sin proyectos ni energía y, no en último lugar, difíciles también porque Frei -que fue un presidente respetado, es un hombre serio y nunca dejó de ser un ingeniero lacónico- es un candidato poco empático y de pobre desempeño ante los medios de comunicación.
La suma de estos problemas lo tienen en este momento rondando el 25% de las intenciones de voto, lo cual es un desastre para la coalición política que durante 20 años ha sido de mayoritaria en Chile y un contrasentido difícil de entender considerando que los niveles de popularidad de la presidenta Bachelet rondan el 75%. Así las cosas, el apoyo a Bachelet prácticamente triplica el que las encuestas le conceden a Frei.
El factor que está impidiendo a Frei alcanzar altura en su campaña tiene un nombre y dos apellidos: Marco Enriquez-Onimami. Enríquez por ser hijo de un líder extremista que en los años 60 proclamó la vía armada y fue muerto por las fuerzas de seguridad de la dictadura en 1974. Y Ominami porque es hijastro de un senador socialista del cual también él quiso llevar su apellido, por razones afectivas.
Marco Enríquez-Ominami era un diputado socialista de perfil díscolo y figuración menor hasta el momento en que, impedido de presentarse a las primarias internas del oficialismo, decidió lanzar su candidatura por fuera de la Concertación. Al comienzo su decisión pareció una humorada. Después sorprendió a la cátedra al mostrar que los sondeos le daban un piso muy superior al de las candidaturas "testimoniales". A continuación pasó a ser lo que los analistas políticos llaman un "fenómeno". Y ahora, desde que comenzó a morderle los talones a Frei, se transformó para la Concertación en una pesadilla, porque sigue siendo un candidato en alza mientras el suyo no remonta.
Por supuesto es la primera vez que un candidato independiente está amenazando seriamente los liderazgos de las dos grandes coaliciones chilenas. El hecho pone de relieve el desgaste de las fuerzas políticas tradicionales, la desconfianza con que una fracción importante de la ciudadanía mira a los viejos tercios y la adhesión que genera un candidato que tiene un discurso fresco y un estilo distinto. Aunque es posible que parte importante del electorado que lo apoya esté con él por razones de puro desacato y de rechazo a los otros dos, Enriquez-Ominami es la novedad del año. Por eso, porque ser novedad eventualmente puede ser incluso mejor que ser primero, hay quienes dicen que si logra desbancar a Frei en primera vuelta, cosa harto difícil, es posible que también pueda hacer lo mismo con Piñera en segunda. Ahí ya sería un milagro.
El presidente Sarkozy decía este año que para ganar hay que tener candidato, tener equipo y tener proyecto o relato. Piñera no es mal candidato y tiene equipo, pero es débil en relato. Frei tiene sólo equipo. Y el problema de la campaña de MEO es que es mucho mejor en candidato que en equipos y en relato. Esa es la foto al partir, ahora que la campaña se está iniciando. Pero nada asegura que vaya a ser la misma al llegar. Las campañas son para eso: para potenciar las ventajas y neutralizar debilidades.
Por Hector Soto - Especial para Infolatam
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