lunes, 1 de septiembre de 2008

EL FACTOR LIDERAZGO EN LA DEMOCRACIA CRISTIANA.

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Nadie discute el papel preponderante que ha jugado en los últimos 50 años el Partido Demócrata Cristiano, lo que sí es discutible es la falta de liderazgo y la caída sostenida en las encuestas de la actual presidenta de esa colectividad, Soledad Alvear, que aún insiste en presentarse al país como presidenciable y timonel de la Falange.

Tal como se anunció hace un par de meses en una columna de opinión de este medio- Crónica Digital-, de Junio a Agosto la senadora Soledad Alvear registra una clara tendencia a la baja en diversas encuestas en que se consulta sobre los aspirantes a la presidencia de la República. Nada menos que un 11% es el porcentaje a la baja en la intención de voto de los encuestados, este preocupante antecedente es totalmente opuesto a lo que se viene verificando con otro “aspirante” D.C. a La Moneda, nos referimos al sostenido avance que viene logrando el senador Eduardo Frei en el mismo período y, que acaba de ser aclamado por los jóvenes de esa colectividad política.

Además se ha considerar otro importante factor en este momento en que ya se inició la contienda electoral Municipal; el tema de los liderazgos. Y, en este punto, ya son muchas las voces que dicen con claridad y responsabilidad que es impensable que pueda ser la contenedora del “fenómeno Piñera” la senadora Alvear. No sólo por la enorme maquinaria y los cerca de 700 asesores especializados que ya trabajan en las Propuestas País del candidato empresario, sino por el innato liderazgo que viene demostrando Piñera desde los tiempos en que ocupó un sillón senatorial en Valparaíso.

Al interior de la propia Democracia Cristiana son varios los dirigentes y parlamentarios que no están de acuerdo con Soledad Alvear en la forma en que viene conduciendo al Partido. Prueba de ello son las nulas propuestas que esa mesa directiva ha hecho, por ejemplo, a la debacle que significa el nefasto Transantiago, siendo el Ministro Cortazar un destacado militante D.C. Este solo hecho demuestra que la conducción partidaria en asuntos de real importancia y de alto impacto social, o está ausente o no tiene competencia para aportar ideas de solución y no meras consignas publicitarias.

De eso se trata el liderazgo político; tener capacidad de producir ideas que vayan en directo beneficio de los ciudadanos, generar equipos de trabajo competentes en que las realidades de la gente sean tratadas en forma metodológica, dejando a un lado las conveniencias y cálculos meramente políticos. El escandaloso caso EFE, es buena prueba de falta de liderazgo en materias delicadas en que está en juego el bien común y los recursos del Estado, es decir, de todos los chilenos. En este punto específico, Monseñor Goic, nuevamente entrega una palabra seria y orientadora: “los cargos públicos son para servir, no pare servirse de ellos…”.

Hay un principio elemental que no deben perder de vista los dirigentes políticos; saber escuchar a su entorno y estar atentos a la corrección fraterna. Este sabio principio es para potenciar a las organizaciones y en ningún caso para producir desconcierto o división. Al tenor de esta reflexión, resulta extraña la conducta de Soledad Alvear cuando no escucha los consejos de sus cercanos y amigos, tendientes a que sería necesario y prudente que abandone la presidencia de la Democracia Cristiana.

La otrora buena e inteligente Ministra de Relaciones Exteriores y Justicia, hoy no quiere escuchar ni siquiera al ex presidente Aylwin que de una u otra forma la ayudó en su formación y carrera política en la D. C. y fuera de ella. Tampoco escucha a algunos de sus fieles consejeros y guardianes intra Partido; como el senador Pizarro y su propia hermana María Teresa. Es decir, pueden más la tozudez mal entendida y la ceguera política de no querer ver una realidad objetivamente adversa a sus férreos intereses más políticos que ciudadanos.

Sin duda que el actual desorden en la D.C. y la evidente falta de liderazgo de su actual presidenta, le otorga una clara ventaja a la derecha representada por la UDI y Renovación Nacional, ya que el espacio político de inspiración cristiana lo capitalizan esos dos partidos no sólo en los sectores altos y acomodados, sino en variados ambientes de clase media y populares. Esa es la mayor desgracia para un Partido que, precisamente nació para ser una alternativa al conservadurismo católico representado por los dueños de la tierra y el gran capital.

Poco queda de esa Democracia Cristiana que fue capaz de hacer una “Revolución en Libertad” y que convocó a miles de jóvenes en la histórica “Marcha de la Patria Joven”, convocada por auténticos líderes de profunda vocación social cristiana como Frei, Leighton, Tomic, Gumucio, Fuentelaba, Rogers, Orrego, Palma y otros destacados fundadores de ese histórico Partido al servicio de la gente y no a personalismos.

El país necesita, más allá de los actos eleccionarios, que la Democracia Cristiana -en fidelidad a su último Congreso Ideológico- no solo recuerde sino que considere, por ejemplo, la sabia enseñanza del inolvidable Bernardo Leighton: “He pretendido ubicar a nuestro Partido al lado de los trabajadores, sin una sola desviación, ni un distingo debilitante, a semejanza de los abogados de los pobres obligados a defender siempre al humilde, nada más que al humilde, hasta donde tenga la razón”.

Jaime Escobar es Editor religioso de Crónica Digital y Reflexión y Liberación.

Gentileza: Crónica Digital
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