jueves, 5 de marzo de 2009

Por qué votaré por Eduardo Frei Ruiz Tagle.

Esa es la pregunta que todos nosotros, los ciudadanos y ciudadanas, debemos hacernos, para enfrentar responsablemente el desafío cívico que representan las próximas elecciones presidenciales.

Al respecto, hay muchos indicios. Algunos de ellos están contenidos en encuestas recientes, como la que el pasado 19 de diciembre dio a conocer la Universidad del Desarrollo (que no es precisamente una casa de estudios afín a la Concertación). Allí se advierte claramente que el ex -y futuro- Presidente Frei es quien genera más confianza en la clase media y en los más pobres de nuestro país. Es decir, entre la inmensa mayoría de chilenos y chilenas.
Una de las características que las personas ven en él, es ser constructivo. ¿Por qué? Porque se trata de un líder que no sólo se enfrenta a las dificultades, sino que también se hace cargo de ellas, proponiendo soluciones realistas y buscando acuerdos para llevarlas a cabo, sin perder tiempo ni energías en peleas odiosas y mezquinas.

Además, todos y todas saben bien quién es Frei y cuál es su talla de estadista y de hombre con genuina vocación de servicio público, ajeno a los conflictos éticos y de interés. Por eso, aunque hay quienes han tratado de tender un manto de duda sobre su probidad, no han tenido éxito. El hecho incuestionable es que hace dos décadas, cuando decidió volcarse a la actividad política, no dudó un instante en renunciar a la promisoria carrera empresarial y productiva que hasta entonces había desempeñado. Liquidó su participación en los negocios y se concentró en el servicio a Chile, que desde entonces ha sido su único norte.

Como Presidente de la República guió al país por una senda de progreso, aún en tiempos turbulentos, y supo ponerlo en el concierto internacional. Sus viajes, que hoy algunos detractores quieren caricaturizar, fueron parte de una política exterior que tiene a Chile exportando no sólo cobre y materias primas, sino que muchos otros productos, cuya diversificación permite que tengamos un liderazgo incuestionable en Latinoamérica y que, incluso, hayamos cambiado nuestra actitud como personas. ¿Se acuerda alguien del chileno apocado de hace sólo algunas décadas? Hoy día somos otros y otras, y por eso es que sacamos la voz para criticar lo que no nos gusta. Nos falta, tal vez, reflexionar más sobre lo que, por sabido y conocido, a veces no valoramos lo suficiente: La estabilidad, la posibilidad de iniciar emprendimientos en la medida de las capacidades y el esfuerzo de cada quien, el acceso a la educación, la garantía de cobertura en salud, las pensiones aseguradas para todas las personas mayores e incapacitadas para trabajar.

Porque no podemos poner en riesgo lo que hemos logrado. Porque un país es cosa seria y no un tablero de Metrópolis para jugar a comprar y vender, porque necesitamos un estadista y no un gerente... Por eso y mucho más, votaremos por Eduardo Frei.

Por Ximena Rincón - Vicepresidenta Nacional de la Democracia Cristiana.
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