“Hay un problema de fatiga del sistema político”
Tiene un diagnóstico claro sobre los problemas del sistema político chileno, sus limitaciones y nudos. Junto a Eduardo Frei preparó un paquete de propuestas de reforma constitucional que el senador ya presentó en el Congreso en diciembre pasado. Este, junto a su propuesta económica, será uno de los estandartes de la campaña presidencial. Detrás de todo eso está Océanos Azules.
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Océanos Azules tiene una misión: construir un programa participativo para el próximo gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, a través de un gran movimiento ciudadano que invite a todos los chilenos a soñar el Chile del Bicentenario", explica entusiasmado uno de los promotores del grupo que ha crecido en proporciones geométricas y que el próximo 4 de marzo se reunirá con el candidato de tres de los cuatro partidos de la Concertación, para afinar las tareas que permitirán a Frei presentar una batería de propuestas durante su campaña de primarias y la que sigue hasta diciembre.
Pablo Ruiz-Tagle es un prestigiado profesor de Derecho Constitucional y desde esta semana es el coordinador ejecutivo del consejo de Océanos Azules, que hoy tiene 27 comisiones de trabajo temáticas, más otras quince regionales. No hay jefes, dice, esa palabra está desterrada, y explica que la relación entre las comisiones y los coordinadores es horizontal, que el proceso colectivo de elaboración de propuestas y conocimiento de demandas regionales y locales ya ha comenzado, y ahora sólo queda intensificarlo.
Aunque está atento a todas las actividades de Océanos Azules, no le resulta sustraerse a su tópico favorito: el cambio constitucional. Como docente, explica, da ejemplos y enfatiza ideas.
-¿Cómo participa el candidato en este diseño programático?
-El candidato es una persona que nosotros hemos elegido. Él no invento esto: el grupo Océanos Azules se constituyó inicialmente primero con cuatro personas, luego creció a 40, después a 400, y ya estamos en las cuatro mil y la meta es llegar a 40 mil personas. Escogimos a Eduardo Frei por su credibilidad, porque sabe escuchar, sabe formar equipos y porque está en política por ideas y no por satisfacer un gusto personal. El 4 de marzo nos juntaremos con Eduardo Frei en una reunión para coordinar todas las áreas de trabajo con los coordinadores, incluidos los regionales. Frei se relaciona fluidamente con los miembros del consejo de Océanos Azules.
-¿Y cuál es la relación de ustedes con los equipos propios de Eduardo Frei, vale decir su comité político, sus encargados territoriales, etcétera?
-Eso se está constituyendo. Vamos a participar como un organismo independiente, paralelo a los partidos y al comité político, y complementario. En nuestro grupo hay personas de todos los partidos de la Concertación, hay muchos independientes e incluso personas cercanas al pensamiento de centroderecha. Este es un grupo que está elaborando los contenidos programáticos.
-Si hubiera que definir grandes ejes del programa de Frei, aquellos que marcan y dan sello a un gobierno, ¿cuáles serían esos?
-Eso es lo que estamos pidiendo a la gente, que nos ayude a definir eso. El ejercicio que estamos haciendo apunta a que por primera vez en Chile se haga un programa de Gobierno participativo, que no se ha hecho antes, ni siquiera se hizo en la Concertación inicial, cuando se elaboró el programa que enfrentaría al candidato de Augusto Pinochet. Los programas siempre han salido de grupos más bien técnicos.
-Pero eso es inevitable en algún momento.
-Bueno, pero ahora queremos hacerlo de una forma distinta, queremos que esto sea participativo. Contamos con los medios tecnológicos y estamos trabajando con un sentido de servicio, por lo que acá no habrá batallas por quién encabeza tal comisión, una persona que luego se lleva la pelota para la casa y define los temas y prioridades del programa. Océanos Azules estará apoyando lo que la ciudadanía activa pueda generar. Trabajamos para que eso resulte. De hecho la propuesta constitucional se ha trabajado por mucho tiempo, escuchando a mucha gente y como dice la propuesta: no es original ni maximalista. Eso se hizo estudiando cuáles eran los proyectos que están en el Congreso, cuáles han sido las iniciativas que se han intentado y no han resultado, todo eso se ordenó de manera coherente y la planteamos al país. En materia económica fue parecido. Un grupo de economistas puso atención a lo que está pasando con la crisis, debatió mucho e hizo una propuesta que refleja ese espíritu de participar, escuchar y construir ideas.
-¿De qué forma prevén que terminará este proceso, en una convención programática, en un documento?
-Claro, la síntesis será un documento amplio con las propuestas y demandas de todos los chilenos, así como con las orientaciones programáticas específicas.
-¿Ya hay un esbozo de las prioridades que enfrentará este programa de Gobierno?
-Con toda la amplitud posible, es lo que le estamos preguntando a la ciudadanía, queremos que nos ayude a definir esas prioridades; no tenemos una agenda previa. Hay algunos aspectos en los que hemos avanzado, como la propuesta constitucional, la económica, así como un fuerte espíritu de participación y regionalización. Estas son ideas centrales, que probablemente estarán en los pilares de la propuesta de Gobierno.
-Esta idea de participación ciudadana en la elaboración del programa y en la toma de decisiones que vengan, según la propuesta constitucional que han hecho, ¿a qué obedece? ¿Se han convencido de que la participación es una deuda de la democracia chilena?
-Sí, eso es así. El sistema chileno como un todo es muy representativo, o sea muy "delegado". Las personas votan cada cuatro años y luego se retiran a sus casas, a sus actividades privadas, y no participan de las decisiones públicas. Por eso las decisiones quedan en manos de quienes se dedican a la política, pero los ciudadanos deberían ver con mayor atención qué se hace, ejerza más controles y tenga una participación más efectiva y continua.
-También buscan una mayor legitimidad del sistema político.
-Sin duda, hay un problema de fatiga del sistema político. Hay ejemplos: por qué Chile fue capaz de cambiar su sistema procesal penal de manera gradual, inteligente, sin mayores problemas, o por qué Chile fue capaz de construir un sistema de carreteras, con algunos problemas de organización e incluso probidad, pero lo hizo; uno debería preguntarse por qué no fue capaz de implementar un programa como el del Transantiago, que no era más difícil que los dos ejemplos anteriores. Creo que eso refleja una fatiga del sistema político, porque de pronto no somos capaces de hacer cosas menos complejas de las que antes habíamos hecho. Esto revela el déficit de participación y la incapacidad de asumir decisiones colectivas, entre otras cosas. Por eso aprendimos de estas experiencias y queremos participación en la elaboración del programa de gobierno de Eduardo Frei.
-¿En qué momento Frei se da cuenta que Chile necesita una nueva constitución?
-Hace mucho tiempo que él viene hablando de la constitución del Bicentenario, incluso está en actas en el Congreso; a mí me consta desde 2003 que eso es así, cuando conversamos sobre esto. Hace un par de años él se reunió con unos 300 profesionales y planteó algunas ideas de cambios constitucionales que hoy se han materializado en la propuesta que hizo en diciembre pasado. En aquella reunión con profesionales él planteó, por ejemplo, la idea de gobiernos metropolitanos para las grandes ciudades, o que la pobreza extrema sea considerada contraria a los derechos humanos. Desde entonces continuamos trabajando ideas hasta llegar a una propuesta más integrada, que es la que presentó en diciembre.
-La propuesta de esta nueva constitución supone reformas sucesivas de la actual, así que los cambios quedan en manos del Congreso.
-Así es. Hay un debate acerca de cómo hacer las reformas. Ya se han visto algunos resultados positivos. La inscripción automática en los registros electorales es algo que estaba integrado en la propuesta de Frei, así como el derecho a voto de los chilenos en el extranjero. Esos son mecanismos de participación que vamos mejorando gradualmente a través de reformas constitucionales; creo que, sin ser fundamentalistas o maximalistas, se puede avanzar en los cambios constitucionales que Chile necesita.
-Tenemos una Constitución entera parchada, que lleva la firma del ex Presidente Ricardo Lagos y que, a su vez, viene de sucesivas reformas de la que dejó Pinochet. ¿Con esta propuesta, en qué momento uno podría decir que hay una nueva Constitución, qué cambio es el que marca la diferencia definitiva?
-Eso es difícil de definir, eso se llamaría la "teoría de la masa crítica"; es decir, en qué momento la Constitución se transforma como para que todos los chilenos nos sintamos identificados con ella. Incluso para llegar a los que algunos autores llaman "patriotismo constitucional", es decir que podamos sentir orgullo de nuestras leyes y de la Constitución, como sucede en países como España o Estados Unidos. Pero es difícil definir en qué momento se producirá ese fenómeno de lealtad con la Constitución. Yo preguntaría ¿qué chileno está dispuesto a hacer un sacrificio por la Constitución que tenemos? La Constitución actual tiene muchos defectos, pero en algún momento tenemos que sentirnos todos ligados a un documento constitucional que permita que vivamos todos, junto a personas que pensamos distinto. Pero no sabemos en qué momento se producirá el fenómeno del "patriotismo constitucional".
-O sea eso está muy abierto.
-Es que no sabemos si será una, dos o todas las reformas que proponemos. Lo que ha hecho Eduardo Frei el pasado 3 de diciembre es decir "necesitamos todo esto y discutamos cuáles de todas estas propuestas podemos lograr y en qué plazos". En el Congreso algunas de estas reformas requieren un quórum muy alto, pero estamos optimistas porque hay un momento en que la lógica de la mezquindad ya no funciona.
-¿Cuál es la vía para llegar a la nueva Constitución?
-El Congreso tiene facultades constitucionales y justamente la idea es que sea éste, mediante un mecanismo de delegación con parlamentarios, abogados y jueces, trabaje en una propuesta constitucional para que luego el mismo Congreso defina y apruebe las reformas.
-¿Por qué descartan la posibilidad de convocar a una asamblea constituyente?
-Se le ve con cierto escepticismo porque es un método. En la propuesta de una asamblea constituyente no hay seguridad de a dónde vamos a llegar, en cambio la propuesta de Eduardo Frei tiene un contenido al que se quiere llegar. Si resulta que el procedimiento de reforma constitucional gradual no funciona, quizás tengamos que echar mano a una iniciativa como la asamblea constituyente, que además fue propuesta por Eduardo Frei Montalva en el acto del Teatro Caupolicán cuando se discutía sobre la Constitución de 1980. Pero las cosas han cambiado, hoy tenemos un poder en el Parlamento constituido que además es constituyente, y si instalamos una asamblea paralela se podría generar un problema de distribución de poder, e incluso hasta podría producir regresiones hacia el autoritarismo.
-¿Una asamblea constituyente no sería más participativa?
-No estoy seguro, porque habría que ver cómo se define quiénes participarían de esa asamblea, con qué sistemas los elegimos, quién reglamenta los trabajos de esa asamblea; y cuando la asamblea termina su trabajo: ¿sus miembros pasan al Parlamento para aprobarla o los integrantes del Congreso no tendrán nada que decir? Es muy complejo. Las reformas graduales, con defectos y limitaciones, son posibles, así sea ha demostrado en Chile. La actual Constitución es la más reformada de la historia, el problema es que no hemos ido a los nudos neurálgicos del proyecto constitucional pinochetista, y son esos los que tenemos que atacar.
“Se ha impuesto una lógica neoliberal”
-¿Será factible cambiar el capítulo 19 de la Constitución, que limita al Estado a emprender empresas productivas?
-Esa es la idea del Estado subsidiario. Hay todo un trabajo de interpretación constitucional porque se ha impuesto una lógica denominada neoliberal. Se puede hacer una lectura distinta del mismo texto, que de hecho yo lo hago como profesor de Derecho Constitucional, y que es más afín a la idea de que el Estado puede participar en condiciones de igualdad a los privados, que creo que es el espíritu final de esa parte de la Constitución. Hay muchos profesores y técnicos que dicen que en la Constitución está el principio de la subsidiariedad, pero uno la lee 40 veces y resulta que no encuentra nunca esa palabra.
-Pero esa idea es que la que se ha hecho hegemónica.
-Pero eso se puede cambiar. La propuesta de Eduardo Frei combina la interpretación y la mutación constitucional; es decir usa todos los medios disponibles en un sistema democrático para mejorar la estructura constitucional. La gracia es que identifica los problemas y propone las soluciones, aunque pueden ser otras luego de la discusión. Los derechos económicos y sociales –educación, salud, trabajo, entre otros– son mirados en menos en el proyecto neoliberal. Quizás para que esos derechos sean efectivos en un país con tanta desigualdad y pobreza, y puedan beneficiar a los menos aventajados, no necesitamos cambiar la letra de la Constitución, sino que necesitamos que el Gobierno cumpla su mandato constitucional a través de programas como el Auge, Chile Solidario y otros, para hacer realidad la dignidad, la educación y el trabajo. El cambio constitucional es más complejo que reemplazar las palabras de un texto.
Por Libio Pérez - La Nación Domingo.
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