Un cambio de Gobierno va muchos más allá de un nuevo presidente de la República. Supone una revolución en el organigrama estatal, con miles de cupos por llenar. Al parecer, la principal estrategia para una eventual rotación va por calificados profesionales “sub 40” que marquen diferencia, sin dejar de lado la experiencia en gestión pública.
La mayoría tiene menos de 40 años y currículos impresionantes, con doctorados o especializaciones en algunas de las mejores universidades del mundo, de preferencia en Estados Unidos.
Casi todos son anónimos. Nunca han ocupado cargos públicos o aparecido en la televisión. Están actualmente en fundaciones, organizaciones no gubernamentales, universidades tradicionales y privadas, o bien en municipalidades. Muchos también se desempeñan con éxito en el sector privado.
Suman otro factor común: les apasionan el servicio social y las políticas públicas. Por ello, quieren trabajar en el aparato estatal y aplicar sus conocimientos, aunque les signifique “harto sacrificio y pocas lucas”, como nos comentara una de las fuentes consultadas.
Ese es el perfil de los elegidos.
Muchos, ya captados, se capacitan periódicamente en “simulacros” de gobierno.
Cientos están aún por ser rastreados, en una maratónica tarea de head hunter…
Si esta vez la oposición logra su aspiración de llegar a La Moneda el año 2010, a ellos les aguardan miles de cargos de exclusiva confianza del presidente de la República, que van desde ministros de Estado hasta embajadores, intendentes o jefes de servicio. Estos representan aproximadamente unos 2 mil 500 nombramientos en ministerios y reparticiones, a los que se deben sumar todos los necesarios para las estructuras regionales (en promedio, unos 50 por región), sumando alrededor de 3 mil 300 en cifras gruesas.
Tal vez estos profesionales no ocupen todos los puestos de primera línea –ministerios, por ejemplo– porque también se necesitará la experiencia de las canas, pero constituirán la mayoritaria generación de recambio en el aparato estatal en todas aquellas tareas que son determinantes para el éxito de un gobierno.
Entusiasmada por el apoyo que hasta ahora muestran los sondeos presidenciales, la centroderecha trabaja con ahínco, intentando aprender de los errores propios y ajenos. En extrema reserva prepara sus equipos hace más de un año. Pocos hablan públicamente del tema. Hoy, la atención de los medios está concentrada en los grupos Tantauco, que convocan a más de mil 200 profesionales de todos los ámbitos que preparan el programa de gobierno del abanderado de la Alianza, Sebastián Piñera, y desde donde, cada cierto tiempo, trascienden nombres de posibles postulantes a las carteras top.
Hay, sin embargo, una tarea en la trastienda, impulsada en los niveles de máxima confianza –y donde las decisiones no pasan por la masividad de los equipos Tantauco–, que se centra en el complejo desafío de contar con el recurso humano necesario para el enorme organigrama del Estado. Disponer de los mejores y dar una señal potente de cambio no es fácil, y de eso hay una rotunda conciencia.
Un dato elocuente: el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, recibió más de 290 mil currículos de postulantes a 7 mil puestos de su administración, en su página web, durante las primeras semanas de convocatoria, estimándose en cerca de un millón los currículos al 20 de enero, día en que asumió el poder. Sometió a los interesados a estrictos cuestionarios en los que nada quedaba al azar. A pesar de tanta minuciosidad, hubo igual críticas y algunos escogidos se vieron obligados a renunciar a pocos días de asumir por pifias en sus historiales personales y profesionales.
Catastro y listas de nombres
A nivel local, ya se cuenta con una base de antecedentes de los perfiles para cada cargo. Esto, tras realizar, en una primera etapa, el catastro de necesidades, con sus características, niveles y responsabilidades.
La idea es que, por ejemplo, si se piensa en el nivel central de la subsecretaría de Desarrollo Regional, Subdere, se sepa con certeza que se tienen que resolver 14designaciones de exclusiva confianza, 197 a contrata y 433 a honorarios, además de 16 seremis a nivel regional. Se agregan los directores regionales de servicios públicos, con dos o más que son elegidos mediante la Alta Dirección Pública de primer nivel; 26 de segundo nivel, también seleccionados mediante ADP y 25 de exclusiva confianza, junto a otro ítem de 53 funcionarios. Así de detallado es el catastro que constantemente se actualiza y afina.
Hay recomendaciones también para que los niveles encargados de tomar las decisiones se aproximen al tema según diagnósticos especializados y basados en datos incuestionables, pero como política, no entrando en detalles que después las exigencias de gestión puedan impedir cumplir. Se cuestionan a puertas cerradas, por ejemplo, los compromisos iniciales de la administración Bachelet de respetar cuotas de género y de que “nadie se repitiera el plato”, ambos dejados de lado ante las necesidades coyunturales.
El criterio tajante es nombrar a los mejores, tanto en los puestos netamente técnicos como en aquellos que requieren distintos grados de confianza.
La tarea de los perfiles en detalle, ya esbozada a rasgos generales, estará terminada a mediados de este año, nos anticipó el economista Cristián Larroulet, director del Instituto Libertad y Desarrollo y quien integra los círculos más allegados al tema.
Por supuesto, a estas alturas también existen listas de nombres, tanto para los cargos de primera línea o más “glamorosos” (ministros, embajadores o directores de las principales empresas públicas) como para aquellos organismos de segunda y tercera líneas, y que suman miles de responsabilidades de distinta índole.
Los currículos se obtienen por distintas vías. Aparte de los enviados por los propios interesados, algunos llegan por sugerencia de los asesores más próximos al candidato. Otros los recopila él mismo durante sus visitas a terreno. Es más, permanentemente anota las sugerencias y nombres que recibe en cada actividad en regiones, según confirmó el propio Sebastián Piñera a Capital. Esto, explicó, en su afán de “identificar, motivar y convocar a los mejores”.
Y una tercera forma son los encargos puntuales que el abanderado realiza a su gente de confianza para contactar y sondear a determinados profesionales que le parecen adecuados según sus trayectorias; todo, por cierto, con la instrucción de absoluto hermetismo. Es un secreto a voces que personajes como Ignacio Rivadeneira, una de sus manos derechas durante la campaña pasada y quien hoy vive en Estados Unidos, ha fichado centenares de nombres factibles, reuniéndose incluso con ellos cuando ha venido a Chile. Si bien muchos lo sindican como el head hunter, hay otros allegados que han colaborado en diversas etapas.
El paso que viene –en la medida en que avanza la campaña– es afinar la estrategia de nombramientos. Se apunta a que el mérito sea el factor central, porque se aspira a marcar una diferencia. En este esquema, se ha debatido la conveniencia de establecer cargos claves, hasta dónde interviene el candidato, quién propone y quién no, etc.
En la práctica, esto se traduce, por ejemplo, en tener claro cuáles son los 30 embajadores más relevantes para Chile del total de más de 100, por ejemplo; y cuáles son los servicios públicos que están permanentemente en primer plano, tales como Impuestos Internos, la dirección de Presupuestos o la dirección del Trabajo. Dentro de este concepto entrarían también todos los intendentes.
¿Dónde encontrarlos?
El desafío es enorme. Se trata de decenas de organismos vinculados al Estado, donde trabaja cerca del 10 por ciento de las personas ocupadas en Chile. Son miles de cargos y la tarea es difícil, considerando que se piensa en profesionales nuevos, muchos actualmente insertos en el sector privado.
Subyace la ambición de modificar el esquema de los mismos rostros rotando en distintos cargos a través de los años. Y más allá de las capacidades reales de quienes hoy están en las distintas reparticiones estatales.
La oposición quiere dejar en la historia a los “operadores políticos” y pasar a contar con “una legión de verdaderos profesionales con servicio público”, según nos comentó Piñera.
Pero aquí surge el contratiempo de captarlos. El ámbito privado históricamente presenta remuneraciones más altas que las correspondientes a los cargos públicos. El punto generó inquietud, se nos confidenció. Parte de las preguntas eran dónde se podía encontrar tanta gente y si querrían salirse de sus empleos particulares considerando que, en promedio, podrían llegar a percibir, con suerte, un tercio de sus sueldos actuales. Pero han surgido sorpresas en el camino. “Hay mucha gente interesada en hacer patria”, nos dijo una fuente.
Fuente: Por Elena Martínez - Reportajes Capital
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