En medios diplomáticos internacionales se están manejando tres desenlaces posibles de la peculiar crisis política de Honduras, un país con dos presidentes --uno de ellos de facto, y el otro sin poder pero con reconocimiento externo-- desde el retorno al país del destituido presidente Manuel Zelaya.
El resultado final dependerá en última instancia de que Zelaya, quien se refugió en la embajada brasilera de la capital hondureña, consigue suficiente apoyo en las calles como para que el país se vuelva ingobernable, y provoque una intervención de las Naciones Unidas que logre reinstalarlo en el poder.
``Finalmente, todo va a depender de cuál de los dos presidentes tenga más peones'', dijo un bien situado embajador latinoamericano, empleando una metáfora ajedrecística. ``Si hay grandes tumultos callejeros y muertes, es más probable que Estados Unidos y los países latinoamericanos aumenten la presión para que Zelaya sea repuesto en el cargo''.
Estos son los principales escenarios que se vislumbran en Honduras:
• Escenario 1: ``Caos, seguido de intervención de la ONU''. Los partidarios de Zelaya se lanzan a las calles, provocando una represión aún mayor por parte del gobierno de facto del presidente Roberto Micheletti. Hay muertos y heridos. El presidente venezolano Hugo Chávez alega que se está cometiendo un ``genocidio'' del pueblo hondureño.
El gobierno Micheletti decide sacar a Zelaya por la fuerza de la embajada brasilera y arrestarlo, invocando un fallo de la Suprema Corte que ordena el arresto de Zelaya desde antes de que este fuera destituido el 28 de junio, por la violación de leyes constitucionales que le impedían presentarse para una reelección.
Además de cortar el suministro de agua y electricidad a la embajada brasilera, el gobierno de Micheletti fuerza a Zelaya a abandonar el edificio bombardeándolo con música de rock heavy metal, como lo hizo Estados Unidos cuando el ex dictador panameño Manuel A. Noriega se refugió en la embajada del Vaticano en Panamá en 1990.
Brasil pide al Consejo de Seguridad de la ONU que intervenga en la crisis hondureña. A diferencia de la Organización de Estados Americanos (OEA), la ONU puede enviar tropas de paz a un país cuando el Consejo de Seguridad determina que existe riesgo de violencia regional. Tal como ocurrió en el caso de Haití en 1994, cuando el Consejo de Seguridad envió una fuerza multinacional para restablecer en el poder al destituido presidente Jean-Bertrand Aristide, las tropas de paz de la ONU aterrizan en Honduras para restablecer a Zelaya en el poder y supervisar el proceso electoral.
• Escenario 2: ``Caos pasajero, seguido de elecciones''. Zelaya permanece refugiado en la embajada brasilera y el gobierno de Micheletti logra restablecer el orden. Después de algunos días agitados, las cosas vuelven a la normalidad, y la crisis hondureña empieza a esfumarse de los titulares.
Washington y los países latinoamericanos empiezan a evaluar la posibilidad de aceptar los resultados de las elecciones del 29 de noviembre convocadas por el gobierno de Micheletti.
Varios países empiezan a argumentar que la mayoría de las actuales democracias latinoamericanas nacieron de elecciones convocadas por dictaduras. Además, alegan que el golpe de Honduras no fue un golpe militar tradicional, porque sus líderes en ningún momento pretendieron quedarse en el poder.
``Puede consolidarse la idea de que estamos frente a un nuevo tipo de golpe, un golpe correctivo, que no pretende una permanencia en el poder por años sino bloquear una acción presidencial [ilegal] y relanzar el juego democrático a los pocos meses'', me dijo Dante Caputo, ex canciller y actual asesor especial del Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza.
• Escenario 3: ``Un gobierno de unidad nacional''. Micheletti y Zelaya empiezan a negociar un gobierno de coalición con alguna representación de Zelaya en el poder, para darle a todo el mundo una salida elegante, sin perder imagen. El nuevo gobierno, basado en los acuerdos de San José propuestos por el presidente costarricense Oscar Arias, supervisa las elecciones de noviembre.
Mi opinión: Como soy un optimista por naturaleza, creo que veremos algo cercano al tercer escenario. Tal vez urgido por la amenaza de una intervención de la ONU, el gobierno de Micheletti probablemente se vea forzado a aceptar un diálogo tendiente a garantizar el reconocimiento internacional de las elecciones de noviembre. Y si eso no ocurre, lo más probable es que el nuevo gobierno electo convoque a nuevas elecciones --bajo supervisión internacional-- para lograr que se levanten las sanciones económicas contra Honduras.
En cualquiera de ambos casos, como suele ocurrir, lo más probable es que se llegue a una solución negociada, y que los protagonistas de esta crisis pasen al olvido. Ninguno de los dos presidentes brilla por su sabiduría, ni por su carisma. Me sorprendería mucho que dentro de algunos años podamos recordar los nombres de Zelaya y Micheletti, y eso es lo mejor que puede ocurrir.
Por Andrés Oppenheimer – El Nuevo Heraldo.
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