Hay familias que piensan que hay que proteger a los hijos de la diversidad, porque pone en riesgo su integridad. Otras que piensan lo contrario. En ambos casos, los padres esgrimen como razón para su postura la protección a sus hijos.
Hay dos lindas historias que quiero compartir con los padres que temen que sus hijos se relacionen con personas distintas a ellos.
Cuenta una mujer, que es hoy una alta ejecutiva de una empresa multinacional, que cuando tenía 13 años sus padres fueron con ella a Valparaíso y que ya tarde quisieron ver un partido de fútbol donde jugaba Chile. Sólo encontraron una vieja fuente de soda en el plano que tenía una gran televisión y mucha concurrencia. Ella relata que a los veinte minutos y con ojos llenos de lágrimas pidió a sus padres que se fueran de ese lugar, porque ella estaba aterrorizada. Nunca había visto gente como la que allí había, nunca había comido en un lugar tan informal, pobre, bullicioso, y donde todos los comensales le parecían gente mala. Su padre se negó y debió quedarse. La noche terminó en una verdadera fiesta de alegría y celebración, cariño y hermandad. Ella dice que esa noche determinó su carrera y su futuro. Ha trabajado en Asia y África, y ha conseguido la confianza de sectores muy diversos, gracias a que no tiene miedo a los que son distintos a ella.
Un hombre joven relata que estando ya en la universidad su compañero de estudios era un joven humilde y muy estudioso. Sus abuelos franceses lo convidaron a pasar las vacaciones en Francia y le sugirieron invitar a un amigo. Él llevó a su compañero, que no sólo nunca había tomado un avión ni salido de Chile sino que nadie en la historia de su familia soñó jamás con Europa como posibilidad. Este viaje abrió el mundo a este joven, que hoy es un alto ejecutivo internacional y que también dice que sin ese viaje el jamás habría perdido el miedo a los que eran tan diferentes a él, y que en la realidad no lo eran tanto. Agradece a este amigo que sin prejuicio alguno lo convidó a estas vacaciones.
Los mundos donde todos somos iguales no asustan, es verdad, y en ese sentido es una protección vivir en ellos. Pero el mundo adulto, y ahora además global, puede no ser así, y las experiencias infantiles o juveniles de confianza en la diversidad pueden ser una gran ayuda para las carreras u opciones de vida de nuestros hijos.
Fuente: Paula Serrano – Revista YA.
.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario