viernes, 12 de diciembre de 2008

PAVIMENTANDO EL CAMINO AL DESARROLLO.

Cuando estamos ad portas de conocer la nómina de los nuevos sectores beneficiados con el Programa de Pavimentación Participativa, a través del Décimo Octavo Llamado que realiza el Gobierno de Chile, a través del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, desde la génesis del Programa el año 1994, me parece conveniente compartir con ustedes un análisis diagnóstico respecto a dicho proceso, que tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo ha significado un inmedible aporte al desarrollo socio-urbano de nuestras comunidades.

Primero, porque se da una respuesta especial a barrios donde habitan personas con bajos ingresos, mejorando su desplazamiento, incrementando la percepción de seguridad, reduciendo su contaminación ambiental y cuidando su patrimonio.

Segundo, por su carácter inclusivo, que integra a la comunidad organizada, a los gobiernos locales, a la empresa privada; convirtiendo a los vecinos (as) y dirigentes sociales co-responsables de la acción del Estado, incrementando con ello el control social de las obras construidas y especialmente de los espacios públicos.

Tercero, porque aporta a la integración del barrio a la ciudad, aumentando la plusvalía de las viviendas, la accesibilidad del transporte público, facilitando el drenaje de aguas lluvias, y estrechando el vínculo entre los centros urbanos y las zonas que antes de la llegada de la democracia sufrieron los embates de la exclusión.

Y Cuarto, porque fomenta la transparencia, debido al carácter público de los procesos de solicitud, selección y distribución de los recursos; premiando la asociatividad al considerar como elementos evaluativos los aportes de los Comités de Pavimentación, la fecha de la solicitud, el número de viviendas beneficiadas y el origen del grupo de viviendas, entre otros aspectos.

Pavimentar participativamente ha significado, además, una innovación en materia de políticas públicas, que la hizo acreedora de selección como “buena práctica” por parte de Naciones Unidades en 1996; ya que al tener carácter inclusivo, acaba con síntomas propios del asistencialismo, promueve la autogestión de las organizaciones y a la sustentabilidad de las comunidades.

Pero además, ha significado un alto impacto en la calidad de vida de las personas, al beneficiar desde su origen a miles de sectores, involucrando una inversión durante el período 1994 – 2008 superior a los 101 mil 811 millones de pesos en la región del Bio Bío; que sólo el año 2008 ha beneficiado a 6 mil 684 familias, a través de las 164 vías postuladas.

Los triunfos en esta materia son el resultado de políticas gubernamentales responsables, sistemáticas y coherentes con su contexto social; pero por sobretodo son el fruto del entendimiento de una forma de gobernar propia de países que pavimentan su camino al desarrollo.

Como señala la Presidenta Michelle Bachelet “En un mundo donde el cambio no conoce pausas, tampoco pueda haber pausas en nuestra propia modernización”.

Columna de Opinión: Carlos Arzola B
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