El presidente mexicano, Felipe Calderón, tendrá que arremangarse y sacar todos sus trucos para la galería para que avancen las reformas económicas en el Congreso después de que su partido perdió los comicios legislativos, incluso cuando el mayor opositor parece guiñarle el ojo para alguna de ellas.
Con los votos obtenidos el domingo, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) será la primera fuerza en la Cámara de Diputados, lo que obligará al Gobierno a sacar todo su talento negociador para conseguir reformas que ayuden al país a emerger de la mayor recesión económica en 15 años.
El momento no podría ser peor para el presidente Felipe Calderón, cuyo Gobierno espera una contracción económica para este año del 5.5 por ciento. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) incluso calcula el desplome hasta en un 8 por ciento.
Mientras el desempleo sigue creciendo y las exportaciones petroleras y de manufacturas bajan, México necesita varias reformas estructurales para amortiguar el golpe de la crisis.
La más importante y urgente de todas, de acuerdo con los analistas, es una reforma fiscal para subir la pobre recaudación tributaria y reducir la dependencia que tienen las arcas del Estado de las exportaciones petroleras.
Las calificadoras Standard & Poor's y Fitch han advertido que si no se concretan estos cambios, podrían bajar sus notas soberanas de deuda BBB+, que se encuentra tres escalones dentro del grado de inversión. Fitch dijo a Reuters el lunes que el riesgo de una posible rebaja continuaba alto.
"El cambio de poder en el Congreso hará todavía más difíciles los intentos del Gobierno por aprobar reformas urgentes en materia fiscal, laboral y de energía", dijo Nick Chamie, economista del Royal Bank of Canada, en un reporte.
Se espera que Calderón impulse otras reformas como la laboral para frenar el creciente desempleo y la energética para impulsar la alicaída producción petrolera, pero para conseguir su aval, el gobernante Partido Acción Nacional (PAN) -reducido a segunda fuerza en la cámara baja- deberá convencer a un PRI que por muchos tiempo fue un hueso duro de roer.
Pero las esperanzas se encendieron en el oficialismo el lunes, cuando la presidenta del PRI, Beatriz Paredes, dijo que su agrupación impulsaría profundos cambios económicos.
Al menos en los últimos tres años, el PRI ha mostrado ser una oposición constructiva al apoyar reformas de Calderón, y aunque resultaron versiones diluidas del proyecto original en algunos casos, su nueva actitud ayudó a sacudirse una imagen manchada de viejas denuncias de autoritarismo y corrupción.
El partido opositor respaldó una reforma fiscal, considerada por algunos especialistas como un poco superficial, una reforma al sistema de pensiones y otra al sector energética que no fue tan a fondo como se esperaba.
Con la nueva composición de la cámara baja, el PRI controlaría la agenda legislativa a partir de septiembre: sus diputados se habrían incrementaría a más de 240 desde los 106 que tiene actualmente y el PAN habría perdido decenas de los suyos. Sin embargo, los panistas mantienen su mayoría relativa en el Senado.
"El gobernante PAN necesita encontrar a un socio político en el PRI, lo que usualmente lleva a una erosión significativa del contenido de las reformas", dijo Alberto Ramos, economista de Goldman Sachs. "Y parece que ese caso va a continuar", agregó.
A pesar de todo, un ala dura del PRI no quiere saber nada con aprobar los proyectos del Gobierno y piensa que algunas reformas, como los cambios fiscales, pueden ser antipopulares. Pero con la mira en las presidenciales del 2012, especialistas creen que el PRI intentaría sacarse algunos problemas de encima y entrar con todo a algunas reformas clave, dejando que el partido gobernante cargue con el costo político y el opositor quede bien posicionado para las presidenciales.
Fuente: Información y Análisis América Latina.
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