El parlamentario aplaude la decisión de Eugenio Tironi de terminar con su asesoría a una de las cadenas de farmacias coludidas, pero dice que ni Piñera ni Enríquez-Ominami pueden tirar la primera piedra. Aquí anuncia el asalto al poder de los partidos de su generación, y critica duramente a una elite dirigente "que ya no tiene ni las ideas, ni la fuerza, ni el ánimo, ni los entendimientos" para liderar la Concertación.
-Las renuncias a la Concertación se acrecientan, y el conflicto por quien encarna el progresismo toma relevancia a partir de las declaraciones de Guido Girardi respaldando a Carlos Ominami y criticando a Ignacio Walker. ¿Cómo ven los de tu generación este choque?
-Nosotros tenemos una agenda que tiene que ver con la refundación de la Concertación, la que no tiene sólo que ver con nuevos rostros sino con la instalación en la conducción de los partidos de una generación distinta. Ese es un proceso que ya está en marcha. Y que tiene que ser irreversible para que la Concertación persista.
Pero también tiene que ver con una renovación de las formas. No va a haber renovación porque cambien los números de los carnets de identidad de los que están a cargo de los partidos. Lo esencial es la instalación de una agenda que ponga la mirada en el futuro, que ponga la política en el centro de las preocupaciones de los partidos, y no la administración de las cuotas de poder, que es lo que ha ocurrido hasta ahora. Si no somos capaces de reponer la mirada de la Concertación en la sociedad chilena, más que en la administración de equilibrios, en la administración de logros del pasado, fenómenos como el de Marco y la irrupción de agendas alternativas van a ser pan de cada día.
-¿Y eso está siendo posible hoy en el oficialismo?
-Ese espacio lo abrió Frei, y le reconozco ese mérito, tuvo esa valentía.
El segundo punto es lo que será la disputa del futuro. Si vamos a hacer una nueva Concertación, apuesta en la que estamos con Fulvio Rossi, Claudio Orrego, Jorge Insunza y otros; O si bien será esta idea de la nueva mayoría que uno escucha en el entorno de Marco, y que también se la he escuchado a Carlos Ominami, y que es lo que dice también Girardi. Yo creo que una nueva Concertación va a tener que abrirle sus puertas al entorno que está con Marco...
-Pero sobre todo debería abrirse a gente que está afuera de todo, desencantada del conjunto de la política ¿o no?
-Es que en el entorno de Marco hay gente que está con Piñera como second best...
-¿Pero eso es un pecado?
-No lo es, pero es otro mundo. Es una matriz abiertamente diferente a lo que es la Concertación. Yo creo que Carlos Ominami se ha equivocado en muchas cosas, pero no tengo ninguna duda que con él nos volveremos a encontrar. Con Arrate también. En cambio hay un conjunto de actores en torno a la candidatura de Marco que yo no los siento parte de una matriz cultural común. Mi candidato es Frei, pero nunca va a ser Piñera.
-Pero la imagen que proyecta la Concertación hoy no ayuda mucho a incluir diversidad.
-En la Concertación hay una crítica muy profunda y lascerante no sólo a los partidos, sino directamente a quienes conducen los partidos. Hay una generación con fatiga de material, que ya no tiene ni las ideas, ni la fuerza, ni el ánimo, ni los entendimientos para dirigir el conglomerado.
-¿Crees que la refundación de la Concertación pasa por la salida de los caciques como Escalona, Girardi, Latorre?
-La salida desde los puestos de conducción, sí.
-¿Ustedes tienen claro que se tienen que tomar el poder?
-Sin duda. Sobre todo si lo que queremos es que la Concertación persista. Porque yo creo que las relaciones entre los que dirigen hoy día la Concertación está deteriorada a unos niveles muy difíciles de recomponer. Y además porque la gente está pidiendo renovación. Marco no es la expresión de un movimiento ciudadano, sino de una reacción ciudadana.
Parte de esa reacción nosotros la sentimos también, y tiene que ver con rostros que se repiten en la escena política nacional en los últimos 20 o 25 años, y que ofrecen muy pocas ideas de fondo.
-Sebastián Edwards dudaba de la idea que Frei pudiera ser puente entre generaciones, porque decía que esa candidatura estaba viciada en su origen, puse las primarias no fueron una competencia real.
Eso no tiene que ver con la legitimidad. A Patricio Aylwin lo eligieron cuatro personas.
-Pero eran otros tiempos.
-Cuando pactamos las primarias regionales fueron con la idea que compitieran dos fuerzas equivalentes, que eran Insulza y Frei.
Eso se cayó con al retirada de Insulza, de Lagos, pero el mecanismo no fue planteado como una farsa para darle un manto de legitimidad a Frei. Nunca nadie planteó con fuerza el derecho de que otros participaran en las primarias, salvo Carlos Ominami. Ese fue el mecanismo que elegimos y nadie lo cuestionó, ni siquiera Carlos.
-¿Pero no te pareció feo todo?
-La foto final fue fea.
-¿Y el debate restringido no?
-El resultado de la primaria no fue bueno, pero eso no es responsabilidad de Frei, sino de los partidos.
-Algunos dicen que era bueno que Ominami se fuera de la Concertación para ordenarse. Pero ahora Girardi apoya a Ominami ¿no se corta nunca la escalada de conflictos en la Concertación?
-Claro, ese es el problema que tenemos. Pero nada se va a resolver por la vía del orden, porque los partidos han perdido algo que es la autoridad. El poder lo siguen teniendo, inscriben los candidatos, te pueden dejar fuera de la lista. Pero autoridad ya no tienen. Girardi no es cualquiera en la Concertación, no es un dirigente secundario, está en el club de los grandes decisores y tiene que actuar con esa responsabilidad. No sé si ahora quiere erigirse en puente entre estos dos mundos.
-Girardi sigue apoyando a Ominami, que va por fuera y no a Walker, que está adentro.
-Es que ese es el Estado del arte hoy en la Concertación. Si uno saca una foto de la Concertación hoy, no sale nítida, sale borrosa. Eso es responsabilidad de un estilo de conducción que colapsó, que es un estilo de conducción excluyente, oligárquico, verticalista y que tiene a los partidos sumidos en una crisis muy profunda.
-¿Cuando es el momento de ese cambio?
-Es más bien un proceso que un momento, y eso se inició ahora.
-¿Se aguantan seis meses de campaña con este nivel de conflictividad?
-Si la Concertación se mantiene, es gracias al estilo que ha propuesto Frei. Para muchos de nosotros, del mundo progresista, ha sido el discurso de Frei, su estilo inclusivo el que ha frenado una drenaje y una sangría fuera de nuestras fronteras, hacia las candidaturas que vienen de nuestro mundo.
-¿Y quiénes están dinamitando el asunto entonces?
Los presidentes de los partidos, pero no son los únicos. Acá más que una apelación al orden se debe hacer una apelación a lo que hemos sido y a lo que podemos ser. La Concertación tiene una enorme posibilidad de ganar la próxima elección, y sobre todo tiene una enorme posibilidad de renovarse en una agenda de futuro, sin las restricciones ni traumas del pasado. Ya pagamos todas las deudas del 73, la generación que la tenía que pagarla lo hizo, hoy Chile nos pide otra cosa. Hasta la derecha ha tenido que retroceder en sus posiciones ultra liberales. Eso nos da un margen para el proyecto mas progresista que encarna la Concertación se exprese, y eso lo pueden hacer nuevos liderazgos. Nobleza obliga a decir que fue Marco el que gatilló este discurso, pero uno podría pedirle a Marco que como él dice que lo andan atacando, que también debe comportarse a la altura de las circunstancias.
-¿Cuando no ha estado a la altura de las circunstancias?
-Marco a veces va a las canillas, no va a la pelota. Si pide que no lo ataquen, uno tiene que pedirle lo mismo, todo este montaje que hizo en Paz Ciudadana me parece que no es lo que la gente espera, me refiero a lo del narcotraficante. Hay un proyecto que traslada la responsabilidad del indulto del Presidente a la Corte Suprema, Marco es diputado y podría habérsela jugado para que ese proyecto saliera.
-Enríquez-Ominami se apuntó un poroto al increpar a Tironi, forzándolo a que dejara su doble militancia como asesor de Frei y de Salcobrand. Eso permite entrar a alumbrar el maridaje entre política y negocios.
-Lo que hizo Tironi fue lo correcto, eso le estaba provocando un daño a la candidatura de Frei. Nosotros tenemos una relación incestuosa entre política y negocios en Chile, pero ni Piñera ni Marco Enríquez pueden tirar la primera piedra.
-¿Por qué?
-En una sociedad pequeña, tan desregulada y concentrada económicamente, todo agente empresarial vinculado a la política usa y abusa de su influencia.
Todo empresario es un lobbista por definición, nosotros lo vemos a diario en el Parlamento. Cuando Max Marambio ha sido interrogado respecto a la naturaleza democrática del régimen cubano ha intentado separar aguas de lo que dice Marco, pero él es parte del equipo de Marco.
Nosotros tenemos un problema nacional porque no hay normas que regulen relaciones sanas entre política y negocios.
-¿Es complicada la posición de Marambio, tan cercana a un candidato presidencial, con en el actual escenario político Latinoaméricano dominado por Chávez y sus aliados?
-Yo creo que sí porque Chile tiene su propia agenda, que no es la misma que tiene otra gente en el continente. Nuestro principal aliado es Brasil, que tiene una agenda distinta a la de Venezuela y Ecuador, por ejemplo. Y un Presidente de la República, o alguien que aspira a serlo, cuando se trata de intereses nacionales tiene que tener clara su independencia y autonomía.
Por Mirko Macari – El Mostrador.
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