martes, 17 de febrero de 2009

BOCHORNOS Y FESTIVALES.

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La reciente incursión de la Presidenta Michelle Bachelet a tierras cubanas ha seguido generando reacciones y más reacciones, a propósito de la evaluación sobre la visita, que ha sido calificada tanto de bochornosa, desde el punto de vista de su utilidad para los intereses nacionales como de excusa para criticar al Gobierno cuando se carece de legitimidad moral para hacer cuestionamientos.

Es posible entender que la virulencia de este debate obedezca a las pasiones, favorables y contrarias, que despierta Fidel Castro o al hecho de que nuestro país se apronta a iniciar una lucha electoral que se anticipa como estrecha.

Si se revisan en los foros las posiciones de unos y otros, escasean las apreciaciones objetivas sobre el estado de las relaciones entre Chile y Cuba y abundan los prejuicios, del mismo modo que si se trata de la calificación de democracia o dictadura de un gobierno determinado o del respeto a los derechos humanos en un país o una época determinados, pero eso no tiene relación alguna con la visita a Cuba, que es poco más que una excusa para debatir asuntos internos que no han sido nunca despejados, en un verano que, además, ha estado escaso de noticias políticas.

Los críticos y defensores parecen olvidar que la conducción de las relaciones exteriores del país es de responsabilidad exclusiva del Primer Mandatario, por lo que este tipo de debates generan más bochorno al público que a cualquiera de las partes en la controversia y deben resultarles pintorescos a los observadores imparciales.

De todos modos, es razonable esperar que las críticas a la gestión internacional de la Presidenta se diluyan a partir de los próximos días, en la medida que se acerque el Festival de Viña del Mar y se borren las imágenes de la Primera Mandataria saliendo de una ceremonia con un trotecito para ir a reunirse con Fidel Castro.

Hay dos personas que están especialmente interesados en que comience el Festival de Viña, para que las candidatas a reina y los romances veraniegos desplacen de las portadas a los políticos que se quedaron cumpliendo turno durante las vacaciones, para dar paso luego al retorno de marzo

Uno es el canciller Alejandro Foxley, quien ha guardado un discreto silencio, atrapado entre su lealtad con el Gobierno que quiso organizar la visita a Cuba incluso sin el entusiasmo del Ministro y su pertenencia a un partido político -la DC- que siendo parte de la Concertación ha actuado en esta materia con más cercanía a la UDI que a sus socios de pacto.

El otro que espera con ansias marzo es el Presidente de la DC Juan Carlos Latorre, al que sus propios militantes le están cuestionando que suscriba con una mano un pacto electoral con el Partido Comunista, mientras con la otra mano apunta acusadoramente al Gobierno de Cuba, ejemplo para todos los comunistas a los que se les pedirá en diciembre que voten por los candidatos de la Concertación.

Por Andrés Rojo
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