"Las perspectivas de Frei, en cualquier caso, no son malas. ...Piñera, que es uno de los hombres más ricos de Chile y que es un especulador, según se dice en ese sector, ha dejado de crecer y, día tras día, Frei efectivamente ha estado mejorando sus posiciones, acortando a unos ocho puntos una ventaja que hace un año llegó a tener más de 20.
En esto -que duda cabe- también hay un cierto espejismo: quien quiera sea el candidato de la Concertación parte con un piso que ni en los peores escenarios puede ser inferior al 45% de la intención de voto".
Aunque en el verano la política chilena también toma vacaciones, la presidenta Michelle Bachelet ha seguido mejorando su evaluación en las encuestas. De continuar esta tendencia, podría llegar el momento en que la mandataria compruebe que es mejor ser una presidente querida, como lo ha sido ella, que un presidente respetado, como lo fue Lagos.
Pero hay algo en el gobierno de Bachelet que impide que el cariño que la ciudadanía le profesa se traspase a su administración, que sigue siendo evaluada mucho peor que ella en el plano personal.
Después del viaje de la mandataria a La Habana, el diagnóstico de irrelevancia política que está detrás de esa brecha podría hacerse incluso más severo en las próximas semanas. En su viaje a Cuba Bachelet hizo un papelón lamentable después de desoír todas las prevenciones sobre los riesgos del viaje, de contaminar la política exterior chilena con gustos personales y de acudir ansiosa a una cita con Fidel de la cual, aparte de hora y media de perorata y cuatro fotos lamentables, no sacó otra cosa que una tremenda deslealtad.
La columna que el líder de la revolución cubana publicó en Gramna, donde apoya las aspiraciones marítimas bolivianas y dice haber conversado el tema con ella, ha tenido en Chile dos interpretaciones. Una reconoce en ese texto una cruenta manifestación de la pugna de poder que sigue existiendo entre Fidel y su entorno con Raúl Castro, el sucesor que ha impuesto una conducción bastante más pragmática; la columna sería una exhortación a no desideologizar la política exterior cubana. La segunda interpretación apunta a que Cuba tiene cuentas pendientes con Chile y que nada es peor visto en La Habana que el éxito socialdemócrata en el plano político y económico que ha tenido la Concertación en Chile.
Como se ve, en ambas interpretaciones, Bachelet, que quiso ser la segunda jefe de estado de Chile en llegar a La Habana tras Salvador Allende, es una carta intercambiable, un factor de poco peso en el tablero del poder y una figura a la cual se le puede faltar el respeto sin pagar ningún costo.
Quien mejor debe estar dimensionando esa irrelevancia es ahora Eduardo Frei, el candidato presidencial que la Concertación está próxima a elegir. Puesto que la presidenta dejó de gravitar incluso en la evaluación de su propio gobierno, el abanderado no podrá esperar mucho de ella en la próxima campaña. Las perspectivas de Frei, en cualquier caso, no son malas. La Concertación, que estuvo hace seis meses muy complicada y dividida con las pretensiones presidenciales de Ricardo Lagos, Soledad Alvear y José Miguel Insulza, se ha ordenado con rapidez y en el oficialismo creen muy posible bloquear la arremetida que había tenido el candidato opositor en las encuestas, Sebastián Piñera, con el expediente de identificar su postulación con las ideas, las prácticas y la moral que terminaron gatillando la crisis económica mundial de los últimos meses.
Piñera, que es uno de los hombres más ricos de Chile y que es un especulador, según se dice en ese sector, ha dejado de crecer y, día tras día, Frei efectivamente ha estado mejorando sus posiciones, acortando a unos ocho puntos una ventaja que hace un año llegó a tener más de 20. En esto -que duda cabe- también hay un cierto espejismo: quien quiera sea el candidato de la Concertación parte con un piso que ni en los peores escenarios puede ser inferior al 45% de la intención de voto.
No es novedad decir que la elección va a ser reñida: las últimas dos también lo fueron. Tampoco agrega mucho recordar que la campaña tendrá lugar en un escenario donde la crisis económica se irá profundizando. Las crisis siempre han perjudicado a las fuerzas que están en el gobierno, pero la Concertación confía en revertir ese castigo hacia el lado de Piñera, atendido lo que él podría representar. Las novedades habrán de venir otro lado: de las propuestas de los candidatos.
En esto la política chilena ha dado poco jugo en los últimos años, en parte porque la Concertación se ha estado secando en el ejercicio del poder y, en parte, porque el arsenal de ideas y de políticas públicas de la derecha no ha variado gran cosa desde los 80 hasta ahora. Siendo así, la gran pregunta es quién será capaz de mayor renovación y sintonía con el electorado. Después de todo, ni Frei ni Piñera son novatos. Los dos son políticos con pasado y tendrán que reinventarse un poco para convencer que pueden ser líderes de futuro.
Por Héctor Soto (Especial para Infolatam).
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