miércoles, 2 de abril de 2008

PROGRESO AL SERVICIO DE LA DEMOCRACIA. Andrés Rojo T. / CEspinozaJ.

En momentos en que empiezan a aparecer los candidatos para las próximas elecciones municipales, surgen también dos aspectos que se deben considerar para el perfeccionamiento de nuestra democracia, al menos en lo que se refiere al evento de la elección, que es la máxima expresión democrática aunque no la única.

Por un lado, se ha planteado, aunque aún en círculos académicos, la posibilidad de establecer el voto electrónico, adoptando experiencias exitosas implementadas en otras naciones incluso de Latinoamérica. Esta alternativa debe ser considerada cuidadosamente, tanto del punto de vista del eventual ahorro como de la imposibilidad de realizar fraudes y asegurar la efectiva participación de la ciudadanía.

Ante la proximidad de las elecciones municipales, que serán rápidamente seguidas por la parlamentaria y la siguiente presidencial, puede parecer poco realista este tipo de propuestas, pero son temas que deben atenderse de modo permanente para aprovechar las tecnologías que ayuden de manera efectiva a la expresión ciudadana.

El segundo aspecto sobre el que hay que reflexionar es el referente al empleo de las encuestas en la nominación de los candidatos. Es sabido que en un esquema bipolar como el chileno, los candidatos son virtualmente las mismas personas que resultarán electas con posterioridad, por lo que es esencial resolver si el sistema electoral binominal se modificará y, en caso de que ello no ocurra, perfeccionar el procedimiento para la elección de los candidatos, y en ese desafío aparecen las primarias como la alternativa más democrática, aunque aun perfectible porque en la práctica concurren a votar los militantes de los partidos y los adherentes más entusiastas, con lo que queda de lado la gran mayoría de las personas.

Como alternativa más económica, los partidos han mostrado la tendencia a emplear las encuestas para conocer las preferencias del electorado, pero esta modalidad tiene serios inconvenientes que parten desde el diseño de los estudios a la ecuanimidad de las empresas encargadas de realizar las encuestas, que muchas veces son amigos de los partidos o incluso algunos de sus dirigentes que mantienen empresas de este tipo como una actividad particular que, a la vez, pueden servir para sus fines partidarios.

No es lo mismo preguntar quién debe ser el candidato a preguntar quién puede ganar una determinada elección. Del mismo modo, no es lo mismo pedir que se elija entre una gama de opciones a que se pida la mención espontánea de un nombre.

Las encuestas tampoco consideran las opciones secundarias del electorado, porque se da el caso de que la persona que reúne la mayor cantidad de apoyo es también quien tiene el mayor porcentaje de rechazo.

Por último, hay que señalar que las encuestas se hacen antes de que se inicien las campañas electorales, por lo que se basan de modo casi exclusivo en el conocimiento de los distintos candidatos, se margina a quienes no son conocidos y se impide el libre debate de las ideas y la posibilidad de contrastar las propuestas hechas por los candidatos, que es precisamente lo que debe caracterizar una campaña para que la ciudadanía pueda tomar una opción de verdad libre e informada
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ANDRÉS ROJO T.

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