jueves, 19 de noviembre de 2009

Pronósticos.

Los meteorólogos no lo están pasando bien con sus pronósticos en esta caprichosa primavera. Tampoco los “encuestólogos” con los suyos, en estas sorprendentes elecciones presidenciales. Pero, en materia de encuestas, hay ciertos resultados que seguramente son más certeros que los pronósticos electorales: los que revelan ciertas corrientes más profundas de la opinión pública, sobre las cuales se fundan finalmente las preferencias electorales. La reciente encuesta de la UDP es muy significativa de lo que está pasando en este nivel más subterráneo.

El estado de ánimo de los chilenos cambió. Recuperó su optimismo, que había sido afectado por la crisis. La mayoría estima que el 2009 está siendo mejor que el 2008, tanto en su vida personal como en lo que respecta a la vida del país. Los más optimistas, curiosamente, son los grupos de menores ingresos y educación. A la par con el optimismo económico se reduce la percepción de corrupción. También las expectativas vuelven a dispararse, pues se estima que los años que vienen serán mejores que el actual. Entre los chilenos, en suma, la crisis ya comienza a ser historia, y predomina la sensación de que las cosas —para ellos y para el país— no empeoran, sino que mejoran y seguirán mejorando.

Si ya los chilenos eran “estatistas” el 2008, ahora lo son aún más. Los números son elocuentes: si el año pasado 72 por ciento de los encuestados quería que el Estado fuera propietario de empresas de servicio público, ese número subió a 86 por ciento en 2009; el apoyo a una AFP estatal ascendió del 67 al 80 por ciento; el traspaso de las universidades privadas al Estado lo hizo del 52 al 65; y así por delante en cuanto a la banca, el transporte público, los recursos mineros y las isapres. La crisis económica, por lo visto, hizo valorizar aún más al Estado como fuente de protección social y factor de desarrollo. Curiosamente, esto va de la mano de un fuerte respaldo a las políticas que afirman los derechos individuales, como la entrega y venta de la “píldora del día después”.

Más optimistas en lo vital, más estatistas en lo económico y más liberales en lo valórico: ésta podría ser una síntesis del ánimo actual de los chilenos.

En la encuesta UDP se confirma una cosa que sabíamos: que la Presidenta Bachelet y el Gobierno alcanzan una popularidad descollante. Sus hinchas más fervientes son los grupos de menores ingresos. Los factores de esta popularidad son muchos, pero no hay duda de dos cosas determinantes: la buena contención y la rápida superación de la crisis económica, y el juicio que se ha formado sobre este gobierno y la Presidenta: que han “favorecido a la clase baja”. Éstos son, en todo el sentido de la palabra, una Presidenta y un gobierno populares.

Todo indica, entonces, que el clima del país no está para discursos catastrofistas ni pesimistas. Tampoco para cambios de rumbo, refundaciones, ni menos “desalojos”. El respaldo a la Presidenta y al Gobierno es sólido, y obedece a factores de fondo que se van a mantener hasta que expire su mandato; hacerles oposición, por lo tanto, no está fácil. La crisis económica mundial acentuó la buena reputación del Estado, por lo que apelar a “soluciones de mercado” se pone cuesta arriba. Y los chilenos siguen acentuando su predisposición liberal, por lo que las posiciones conservadoras tienen poca llegada. Éstos no son pronósticos, como los electorales, sino tendencias reales. Éstas muchas veces no se ven, porque la “sensación térmica” —especialmente en el barrio alto de Santiago— es bien diferente de la “temperatura” real del país. Pero los estrategas de las campañas presidenciales debieran ponerles atención, pues ellas podrían definir su desenlace.

Por Eugenio Tironi BLOGs Emol.
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