El domingo pasado, Sebastián Dávalos Bachelet soslayó su anonimato y acompañó al candidato en un puerta a puerta. Así se hizo parte de la estrategia del comando oficialista. Cuánto más se involucrará, aún no está resuelto.
El 25 de octubre pasado, Sebastián Dávalos (31) salió temprano de su departamento en Las Condes con destino a la comuna de San Miguel, donde lo esperaba Eduardo Frei para iniciar un puerta a puerta. Vestido de sport y luciendo un aro en la oreja derecha, llegó al lugar sin que prácticamente nadie lo reconociera. Quien se encargaba de presentarlo era el propio candidato presidencial: "Le presento al hijo de la presidenta Bachelet", decía el parlamentario ante la mirada curiosa de los vecinos. Dávalos respondía amablemente a los saludos, pero con cierta timidez.
Quien sí se mostraba satisfecho con la escena que presenciaba era Pablo Halpern, el estratega comunicacional de la candidatura oficialista. Metros más atrás supervisaba el debut del cientista político, lo que forma parte del nuevo diseño político que él ha planificado con La Moneda para darle un nuevo aire a la campaña. Éste consiste en sumar a rostros cercanos a la mandataria, como se hizo días antes con los ministros y con la propia madre de la presidenta, Ángela Jeria.
La tranquilidad de Halpern tenía justificación. La presencia de Dávalos esa mañana del domingo volvía más plausible una de las últimas cartas que se juegan en el comando: que la popularidad de Bachelet se traspase por fin a su candidato.
¿Influye o no influye?
"Suma", dice un asesor del Segundo de Piso de Michelle Bachelet a la hora de evaluar el impacto que podría tener la participación de Dávalos en la campaña de Eduardo Frei.
El hijo de la presidenta no es un rostro reconocible y eso, para muchos, atenta contra la efectividad de la operación mediática. Pese a que se mostró empático -de hecho hasta hizo, sonriente, el gesto de la nariz que se ha convertido en un símbolo del freísmo-, Dávalos es escueto y aborrece a la prensa. Por ello, no es dable imaginarlo como protagonista de campañas comunicacionales que exijan exposición. Su timidez pública roza con la hostilidad.
"El propósito se cumplió. Apareció en todos los diarios y la televisión", dice conforme un miembro del comando.
Dávalos se despidió de Frei el domingo pasado sin agendar ningún otro encuentro público. Él ha negado que participe en la campaña y recalca que sólo fue una actividad puntual a la cual fue llamado.
En todo caso, los asesores del candidato no han descartado para nada convocarlo nuevamente.
Historia política
En una de sus escasas apariciones públicas, Sebastián Dávalos figura junto a su pareja, Natalia Campagnon; a su hijo, Damián; a su hermana Sofía y a su abuela Ángela Jeria.
Dávalos no es un personaje político. Ingresó a la Universidad Central en 1999, un año antes que su madre tuviera figuración como ministra de Salud en el gobierno de Ricardo Lagos y él diera un giro a su vida. Entonces como estudiante de Administración Pública -carrera que abandonó más tarde para entrar a Ciencias Políticas en la misma casa de estudios- decidió seguir sus pasos y se mostró interesado en militar en el Partido Socialista.
Hasta entonces era más conocido por los extravagantes colores con los que teñía su pelo y por su afición al rock. A pesar de haber nacido en la República Democrática Alemana (RDA) durante el exilio de sus padres, en su juventud no se sentía cercano a la cultura de las colectividades de izquierda. Tampoco sus 12 años de estudio en un colegio como el Rubén Darío -al cual asistían hijos de retornados y de dirigentes políticos- lo convencieron de militar.
Mientras la entonces ministra Michelle Bachelet intentaba terminar con las colas de los consultorios de salud, su hijo mayor asistía una vez a la semana a las reuniones del PS en su universidad. "Fue muy participativo, tuvo buena disposición a colaborar y no mostraba aspiraciones políticas. Más bien fue un militante promedio que no se destacó por hacer análisis demasiado críticos", recuerda una compañera de partido.
A Dávalos no le gusta ME-O. Su discurso antisistema no le parece consecuente. Con su madre coincide en su cercanía a la corriente interna del PS llamada Nueva Izquierda, la cual lidera el actual presidente del partido, Camilo Escalona.Por esos años, este universitario de casi un metro noventa de estatura y fanático de la banda metalera Halloween, era uno más de los "compañeros de base" que hacían trabajos voluntarios en la comuna de El Monte. A quienes lo conocían no les extrañaba la disciplina con que trabajaba en la construcción de casas y de una escuela que repararon en el lugar. Él mismo ha dicho que tiene mentalidad de militar. Testigos de su formación han sido sus dos hermanas menores, Francisca (25) y Sofía (16), a quienes cuidó con mano de hierro mientras su madre estaba ocupada en sus actividades profesionales.
ME-O y Escalona
A Dávalos no le agrada ME-O. Su discurso antisistema no le parece consecuente. En ese aspecto se identifica con Camilo Escalona. De hecho, con su madre coincide en su cercanía a la corriente interna del PS llamada Nueva Izquierda, la cual lidera el actual presidente del partido.
Sin embargo, "su acercamiento al partido ha sido más racional que emotivo, a diferencia de la mandataria, quien es una socialista de corazón y tiene compromiso histórico con el PS", dice un cercano de la familia Dávalos-Bachelet.
En lo que también está de acuerdo con la mandataria es en su visión sobre las colectividades políticas. Ambos desconfían de éstas. En propias palabras de Sebastián Dávalos: "No me gusta cómo funcionan los partidos en Chile, la ambición, la traición de valores, las peleas", señaló el 2007 en una entrevista a El Mercurio.
El hijo de la presidenta
Él pudo recurrir al apellido de su madre para ascender en la inamovible estructura del PS. Pero no estaba entre sus intereses hacer carrera en el mundo político y tampoco era una costumbre para él revelar su verdadera identidad como carta de presentación.
En la Universidad Central no todos sabían de quién era hijo ese joven estudiante de aspecto transgresor. Es el caso de la directora ejecutiva de la Fundación Chile 21, María de los Ángeles Fernández, que le hizo clases a Sebastián y en un principio tampoco supo de quién se trataba. "A mitad de semestre, al pasar lista le pregunté si era hijo de la ministra. Así fue como me enteré", recuerda.
La primera vez que varios estudiantes de la Universidad Central sospecharon de ese vínculo, ocurrió durante una visita que hizo Bachelet en 2004 como ministra de Defensa. Entonces, la secretaria de Estado dio una conferencia frente a centenares de alumnos reunidos en esa casa de estudios y varios se preguntaron por qué ella había aceptado participar en una inusual actividad.
Como uno más del público, Dávalos, no realizó ningún comentario frente a la gestión privada que él hizo para tener a su madre como oradora.
La reticencia a ser identificado como hijo de Michelle Bachelet se mantuvo durante gran parte de la campaña presidencial. Sobre esa negativa a aparecer en público, Ángela Jeria dijo entonces que se debía a que la candidata "no quiere que sus hijos aparezcan" y ellos, por su parte, "no quieren figurar".
Pero el mayor de los Dávalos-Bachelet hizo una excepción. Cuando llegó el momento de hacer su práctica profesional, dejó personalmente su currículum en la Cancillería y entonces reveló su nombre completo, según recuerdan tanto en la Universidad Central como en el ex edificio del Hotel Carrera. Desde entonces, trabaja en la Dirección Económica del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Ahí ocupa un cubículo separado por paneles, en cuyo escritorio mantiene una fotografía de varios familiares, incluida una de su madre. Quienes han compartido labores con él dicen que es un funcionario serio y dedicado a su actividad laboral. Él mismo ha dicho que ha optado por abocarse a sus funciones, "porque es mucho más difícil demostrar que uno es capaz si tienes una mamá que es presidenta", señaló a Cosas en febrero del 2006.
El hijo de la presidenta no es un rostro reconocible y eso, para muchos, atenta contra la efectividad de la operación mediática. Pese a que se mostró empático, Dávalos es más bien escueto y aborrece a la prensa.Sebastián Dávalos enfrentó quizás el más duro cuestionamiento cuando se supo que obtuvo una beca de perfeccionamiento en Suiza, la cual le permitió a permanecer en ese país entre septiembre y diciembre del 2007, con todos los gastos pagados. Para algunos fue un merecido reconocimiento. Para otros, un beneficio que no hubiese recibido de no ser quien es.
La influencia de los abuelos
Sebastián Dávalos no alcanzó a conocer a su abuelo, el general Alberto Bachelet. El padre de la presidenta murió en la cárcel pública en 1974, cinco años antes de su nacimiento. Sin embargo, con el paso del tiempo el ascendiente del fallecido oficial ha calado profundo en su nieto. Por ejemplo, ingresó a la Masonería. Desde el 2004, todos los jueves, a las 19:30 horas, llega sagradamente hasta la sede de la orden, ubicada en Marcoleta, para participar en las reuniones que realiza la logia Mosaico 125. Tras poco más de dos años, dejó de ser un novato aprendiz para ascender a la condición de "compañero".
Ahí quiso dejar otra huella de su apellido materno. Tal como lo hizo tiempo después al convertirse en reservista de la Fuerza Aérea, institución a la que perteneció su abuelo. En esta actuación pasó por alto la discreción que ha procurado mantener como descendiente de los Bachelet. Con antelación se informó a algunos periodistas que el hijo mayor de la jefa de Estado estaría en el desfile de la Parada Militar, donde su paso marcial fue captado por todas las cámaras ahí desplegadas.
No era la primera vez que Sebastián Dávalos aparecía rodeado de uniformados. En 1997, cuando acompañó a su madre a Washington, donde ella realizó un curso de defensa continental, convivió con agregados militares de Latinoamérica. Desde entonces, según ha dicho, su visión sobre las Fuerzas Armadas ha sido conciliadora. Así quedó en evidencia hace tres años. Consultado por Qué Pasa sobre el hecho de que su abuelo hubiera sido torturado y hubiese muerto, señaló: "No puedo culpar al Ejército de lo sucedido. Fue un período negro, pero ahora la doctrina de la institución ha cambiado mucho (…). Además, no guardo rencor".
Por: Michelle Chapochnick y Claudia Farfán - Revista Que Pasa.
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