lunes, 9 de noviembre de 2009

La división en Chile amenaza continuidad de la izquierda.

La presentación de dos candidatos distintos en los comicios presidenciales del 13 de diciembre amenaza la permanencia en el poder de la izquierda oficialista y acrecienta las posibilidades de que un derechista conquiste la presidencia.

La irrupción en la carrera electoral del diputado Marco Enríquez-Ominami, que en junio renunció al Partido Socialista para presentarse como candidato presidencial independiente restó votos al postulante oficialista, el ex presidente (1994-2000) y senador demócrata cristiano Eduardo Frei.

La división del caudal electoral de la izquierda le otorga más opciones al representante único de la derecha, el millonario Sebastián Piñera.

El cuarto candidato es un ex ministro socialista, Jorge Arrate, apoyado por el Partido Comunista y otros grupos pequeños que obtiene entre un 5 y un 7 por ciento de preferencia entre los electores, según las encuestas.

Frei, un ingeniero de 67 años, y Piñera, un economista multimillonario de 59, son caras ``viejas'' en la política local, mientras Enríquez-Ominami, de 36, también ha sabido manipular el pasado de su padre a su favor. El diputado es hijo del líder guerrillero Miguel Enríquez, uno de los fundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que ayudó a la debacle del gobierno de Salvador Allende al postular y practicar que el socialismo sólo es alcanzable mediante las armas. Murió en un enfrentamiento con agentes de la dictadura de Augusto Pinochet.

Enríquez-Ominami fue llevado al exilio por su madre cuando tenía tres meses. Se crió en París y allá agregó a su apellido el de su padrastro, el socialista Carlos Ominami.

El oficialismo le impidió participar en las seudo primarias que se realizaron en una sola de las 15 regiones del país, lo cual propició que Enríquez-Ominami se convirtiera en el protagonista de una ruptura interna.

Enríquez-Ominami, que no cuenta con ningún apoyo partidario, sino que con el de otros renunciados militantes socialista y de pequeños grupos izquierdistas, parece atraer las preferencias de los desencantados con la Concertación de Partidos por la Democracia, que gobierna desde 1990.

By EVA VERGARA / AP – El Nuevo Heraldo.
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