jueves, 18 de octubre de 2007

Adolfo Zaldivar L.


Sin Democracia Cristiana no hay Concertación.


¿Y sin colorines, hay DC o Concertación?

La DC está experimentando un proceso de división interna tan persistente y odioso, que tiene incluso desconcertada (y probablemente muy entusiasmada) a la oposición.


Es innegable que la Democracia Cristiana está pasando por el peor momento de su historia. A la paulatina, pero progresiva reducción de su apoyo electoral, se ha sumado un proceso de división interna tan persistente y odioso, que incluso tiene desconcertada (y probablemente muy entusiasmada) a la oposición. Aunque no es primera vez que el partido demócrata cristiano enfrenta graves problemas de cohesión interna y deserción, hasta antes del 73’ y gran parte de la década de los 90’, un partido tan inmenso podía permitirse esos procesos, sin ver amenazada la posición estratégica que ocupaba en nuestro sistema de partidos.

En gran medida, la tendencia a la moderación que seguía moviendo el actuar de su base, mantenía incólume el potencial electoral de la colectividad. Sin embargo, hoy, frente al gran consenso que genera el modelo económico vigente en la sociedad chilena, la Democracia Cristiana ha perdido el monopolio para apelar a la moderación. Frente a esta realidad, muy pocos podrían sostener que la DC está en condiciones de enfrentar un proceso de división irreversible, sin dañar aún más su alicaído potencial electoral, y por ende su capacidad de negociación dentro de la propia coalición de gobierno.

No es un secreto que la proyección de una imagen de moderación, que la preeminencia de la DC en la Concertación suscita, ha sido crucial para la viabilidad de un proyecto político que se ha extendido mucho más de lo que sus detractores pudieron (y desearon) haber imaginado. De este modo, una división definitiva entre quienes se aglutinan en un centro disminuido, que ya no funciona como destino obligado de los pragmáticos y los moderados, inevitablemente debilitará a la facción que herede el nombre. ¿Pero…golpearía esta división interna el potencial electoral de la coalición de gobierno? Los resultados de las elecciones internas de la DC, y numerosas encuestas revelan que una gran mayoría, tanto de militantes como simpatizantes del partido, se sienten inequívocamente identificados con la Concertación.

A simple vista, la separación de los colorines no tendría un impacto tan devastador en cifras, si tomáramos en cuenta que quienes afirman sentirse identificados con la DC a nivel nacional, no superarían el 11% de la población con derecho a voto (ver encuestas CEP). No obstante, el impacto psicológico que la división interna del partido eje de la Concertación tendría en la opinión pública, es mucho más difícil de dimensionar. En mi opinión, es el impacto en la percepción del electorado proclive a la coalición gobernante (en relación a la capacidad de seguir siendo una alternativa viable y exitosa) la mayor amenaza para los planes concertacionistas de prolongar su liderazgo en el proceso político chileno. -Que la DC pueda seguir teniendo un rol importante (aunque debilitado) dentro del sistema de partidos, a pesar de una división interna traumática y definitiva, no deja de ser altamente probable. -Que la Concertación siga existiendo y disfrutando de la adhesión masiva entre quienes se identifican con un partido político o coalición, tampoco podría catalogarse de sorprendente. Pero que la Concertación, a pesar de los procesos internos de la DC, mantenga la primera opción para la elecciones presidenciales del 2009, sería, en mi opinión, mucho menos factible. Naturalmente, desde el punto de vista personal, uno podría tener preferencias legítimas en relación al cumplimiento o no de lo último.

Sin embargo, desde un ángulo estrictamente analítico (y lógicamente desapasionado) un proceso de cambio (frente al actual escenario económico y político chileno) no debería ser un tema de gran impacto para las condiciones de vida de nuestra sociedad. Chile ya ha demostrado ser un país viable y exitoso en muchos frentes, a pesar de los cambios tan radicales que han sacudido a nuestra historia, especialmente durante los últimos 40 años.

Hoy, a menos de tres años de las próximas elecciones presidenciales, y frente a los evidentes signos de agotamiento, y reiterados cuestionamientos en temas de probidad y transparencia que afectan el accionar de la coalición gobernante (una vez, más desde un punto de vista estríctamente de la teoría política) es incluso recomendable ir preparándonos para la siguiente y necesaria etapa de todo proceso de maduración política y consolidación de una democracia: La alternancia en el poder.

No hay comentarios.: