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La Democracia Cristiana acaba de sufrir la mayor debacle electoral desde el retorno a la democracia. Más de seis puntos porcentuales, más de 400.000 votos perdidos, lo que se traduce para la DC en una pérdida electoral de 45 alcaldes y de 113 concejales.
Aun más, la presencia de la DC casi desapareció en importantes regiones del país, dejando de ser un partido con representación popular en toda la nación. Esta dramática situación partidaria pone en cuestión la continuidad de la Directiva Nacional y hace urgente la necesidad de convocar a una Junta Nacional a la brevedad posible.
Lo que acaba de suceder con la democracia cristiana, es el justo castigo que el pueblo chileno otorga a un partido político que abdicó hace ya muchos años de los valores que inspiraron a nuestros padres fundadores de la Falange Nacional.
Efectivamente dejamos que nuestra alma cristiana, humanista, demócrata, fraterna y solidaria fuera reemplazada por el pragmatismo y por la transacción para mantener el poder. Nos aferramos al discurso de formar parte de la coalición más exitosa de gobierno en la historia de Chile y no fuimos capaces de darnos cuenta cómo olvidamos nuestras promesas de superación de la pobreza, de abrir oportunidades, de hacer un Chile mejor y más justo.
A este panorama desolador, ajeno a nuestras raíces, se sumaron otros hechos tanto o más devastadores: dejamos que la odiosidad, el personalismo, el arrinconamiento de los “camaradas” que no se convertían en incondicionales de un proyecto de lote o de persona se impusieran en nuestra casa política.
La DC con sus peleas internas fue incapaz de transmitir al pueblo de Chile las principales ideas aprobadas en nuestro V Congreso, entre ellas la rectificación del modelo económico, la promoción de una constitución política verdaderamente democrática, el rechazo al lucro en la educación y establecer causes de real participación que la Concertación hoy día es incapaz de ofrecer.
La votación del PRI y sus aliados nos demuestran el grave error cometido al expulsar al senador Adolfo Zaldívar y facilitar el alejamiento de cinco diputados de la República. Se revela que una parte significativa del electorado DC, nos ha dado vuelta la espalda siguiendo a un liderazgo, cuyas ideas calan hondo en la población.
Hoy, nuestra principal preocupación no es la situación personal de algunas derrotadas figuras de la DC, ni las carreras presidenciales, sino los miles de militantes y simpatizantes de la DC que a lo largo y ancho del país sienten que el partido no sabe lo que quiere; que el partido no escucha al país real , ypor sobre todo sienten la ausencia absoluta de liderazgo.
Por ello demandamos de la Directiva Nacional la convocatoria a la Junta Nacional del PDC, donde los delegados puedan dar su opinión sin instrucciones ni presiones, para hacer de este urgente debate el logro de definiciones estratégicas que salven el legado que nos dejaron los grandes hombres y mujeres demócrata cristianos que tanto entregaron a este país.
Marcelo Ortiz-Consejero Nacional PDC
Enzo Pistacchio-Ex Consejero Nacional PDC
Myriam Verdugo-Consejera Nacional PDC
Cristián Sandoval
Hernán Álvarez
David Herrera
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