martes, 15 de abril de 2008

Los Merecimientos de nuestra ciudad Antofagasta.

Los merecimientos de Antofagasta para ser la gran ciudad que es, son muchos. Solo basta recordar la vida de sus fundadores que ganándole al desierto fueron capaces de levantar una ciudad en medio de ripios y arenas que unidos con el sol del norte, la puna del desierto y la camanchaca nocturna, hicieron casi heroica su existencia y permanencia en este desierto, Pero ellos, pese a todo estos elementos decidieron quedarse ,tal vez fueron las riquezas de huano depositado en las rocosas costas nortinas, el brillo de la plata de Caracoles, el resplandor blanco del salitre pampino o el rojo luchador del cobre chileno, los elementos y metales luminosos que motivaron la llegada a los puertos del norte de cientos y miles de sureños nobles que venían "enganchados " en busca de mejores horizontes para ellos y sus familias forjando con su llegada, un pueblo que ha desarrollado su propia y genuina identidad.

Recorrer la historia de Antofagasta nos da un sentido de permanencia y superación de problemas, pero por sobre todo de esperanza de días y tiempos mejores. Los vecinos del puerto fundaron una municipalidad, desarrollaron una visión urbanística con calles anchas y bien dimensionadas, construyeron una serie de edificios y paseos públicos que hasta el día de hoy nosotros disfrutamos, dieron vida a notables instituciones que le han dado sentido rumbo y progreso a la vida social, cultural, política y económica de la ciudad.

Como campamento minero primero, pequeña caleta o incipiente pueblo con sueños de gran ciudad después, siempre hemos sabido enfrentar nuestras crisis y desastres. La huelgas por condiciones de trabajo humanitarias, el pago de un sueldo justo y real, no en fichas esclavizantes. La lucha por el respeto a la dignidad de los trabajadores y la de sus familias también tiño de sangres nuestras polvorientas calles de puerto minero…… y si bien la arena y la sal del suelo pudo haber secado la sangre derramada, el sacrificio del minero pampino no fue en vano ni para la historia de este norte injusto, ni para Chile. El cierre de las salitreras en los años 20 con miles de obreros y sus familias regresando a sur, convirtiendo a los enganchados en desempleados, sumergiendo a la ciudad en una de las más grandes crisis que recuerda la historia de Antofagasta. El Cobre, casi por milagro, nos dio nueva vida y también se a dio al país. Este rojo metal fue además el noble conductor de un autentico movimiento regionalista con visión nacional que fue capaz de colocar a una ciudad de pie en la lucha por el uso de una parte de las utilidades del rojo metal, he inspirar a un país a no repetir la fatal historia del salitre Ingles, haciendo el cobre Chileno.

Cada generación recuerda temblores, lluvias, aluviones, terremotos y salidas de mar que alguna vez azolaron la ciudad, haciéndonos vivir nuestra pequeñez ante la fuerza de los elementos y haciéndonos pasar dolorosos momentos como ciudad. Cada evento parece ser una advertencia constante que no desaparece con los años y siempre aguarda el momento propicio para recordarnos la fragilidad del progreso conseguido en tantos años de trabajo. Pero la fuerza que da el sentido de sobrevivencia nos hace seguir adelante, curamos los heridos, sepultamos nuestros muertos y comenzamos la reconstrucción de la ciudad una y otra vez, pues desde nuestra existencia temprana hemos debido aprender que el vivir en este desierto colorido y costero que nos entrega su riqueza generosamente, también de vez en cuando nos cobra un precio que irremediablemente debemos pagar.

Hoy en día Antofagasta progresa y todos debemos estar a la altura de las exigencias y merecimientos que tiene la ciudad, especialmente las autoridades que han asumido la dirección y administración de ella. La ineptitud y falta de conocimientos así como la tozudez en buscar los debidos asesoramientos técnicos para colocarles la respetuosa y debida atención, deben ser prácticas erradicadas de cualquier liderazgo ciudadano. Una condición fundamental de la administración, cualquiera sea su nivel jerárquico, debe ser el escuchar y solucionar las necesidades de la gran ciudad que somos, entregando así los lineamientos básicos de su proyección futura, con reglas y normas claras para la valiosa inversión privada, así como la correcta ejecución de las obras publicas, mas en este tiempo de bonanza económica donde existe voluntad y energía del empresariado en invertir aquí y las arcas fiscales están mas abundantes y poderosas que nunca esperando los proyectos por venir. No solo de pan vive el hombre ni de circo la ciudad, ambas dosis en su justa medida nos hacen bien al cuerpo y al alma, por eso en este tiempo, debemos tener cuidado de excesos y delirios megalómanos que nos sumerjan en proyectos y visiones faraónicas que requerirán" mil años" de ejecución y una vez terminados no conducirán a nada, construir en palabras puede ser fácil, pero estas palabras sin ideas y condiciones practicas que la sustenten, por si sola se derrumbaran irremediablemente. Antofagasta por su historia y por su futuro, por quienes la han construido diariamente a lo largo de los años, por quienes marcaron norte y nos dieron Antofagastinidad, por quienes levantaron la voz algún día en contra de las injusticias y del centralismo salvaje, por los empresarios que invirtieron en el desierto y los obreros que lo conquistaron, por los poetas santos e ilustres y los hombres humildes. En definitiva por todos ellos y nosotros, Antofagasta merece siempre más.
Fraternalmente

Ricardo Rabanal Bustos - Presidente Comunal PDC.
Antofagasta
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