Reconozco los gestos de renuncia de Soledad Alvear, Claudio Huepe, Jorge Micco, Jorge Burgos y Ricardo Lagos como testimonios de realismo pero por sobretodo, como actos que ennoblecen el estamento político de la sociedad chilena..
Estoy convencido de que cada uno de ellos al renunciar, en su momento y en su dimensión, pensó en el bien de Chile y en mejores tiempos para la Concertación.
Recojamos la enseñanza que estas renuncias nos dejan, ya que son el resultado de un largo período de abandono de nuestra misión transformadora, de un progresivo alejamiento de la gente y de un ensimismamiento burocrático que hemos vivido en la Concertación y, muy en particular, en nuestro Partido. Esta larga comedia de equivocaciones no la repitamos más.
En consecuencia, ahora los demócratas cristianos tenemos más motivos para que en la próxima Junta Nacional:
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· Actualicemos a fondo y sin temor nuestra vida partidaria, reinstalándonos con nuestra propia identidad en el corazón de los ciudadanos, utilizando a plenitud todas las herramientas que nos ofrecen las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones construyendo redes interconectadas en todos nuestros niveles,
· Renovemos todas nuestras directivas y designemos nuestros candidatos a parlamentarios con más democracia, eligiendo camaradas dotados de la ética de servicio público, que privilegien su conexión social, su espíritu de servicio y su coherencia partidaria y concertacionista. Hagámoslo con pleno apego a nuestra institucionalidad y garantizando la plena participación de todos nuestros militantes en las decisiones que cuentan,
· Respaldemos con decisión y unidad la candidatura presidencial de Eduardo Frei para cristalizar las transformaciones que relancen a Chile como una nación justa, cohesionada y mejor preparada para enfrentar los desafíos que periódicamente nos presenta la globalización del mundo. De esta manera, podremos aspirar a que nuestro Partido, actualizado y revitalizado, podrá hacer carne los Acuerdos de nuestro Congreso por el Cambio, así como en 1964 con Frei Montalva hizo realidad la Revolución en Libertad y en 1989 con Patricio Aylwin reinstaló la democracia en Chile.
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Por Giacomo Marasso.
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