La Democracia Cristiana ha perdido un millón de votos en 15 años. Obtuvimos 1.854.679 (29%) en las elecciones municipales de 1992 y bajamos a 862.249 (15%) en las recientes elecciones municipales. Esta es la demostración mas clara de la crisis que nos afecta.
Las razones de esa pendiente electoral declinante- crisis , descomposición o como quiera llamársele- son cuatro: hay, en primer lugar, una razón sistémica. “La era de la DC ha llegado a su fin “, fue la conclusión de los expertos ( cientistas políticos, sociólogos, historiadores, antropólogos), reunidos en un seminario llevado a cabo en la Universidad de Notre Dame (EEUU), en 1998, sobre la DC en el mundo. El fin de la guerra fría, la caída del Muro de Berlín y del modelo del “socialismo real” (comunismo), la tercera ola democratizadora, todo ello en una era posrevolucionaria, post marxista, como un partido de centro en medio de un mundo polarizado.
La segunda razón es la absoluta falta de convicción, entre muchos de nuestros militantes y dirigentes, en torno a los profundos cambios económicos, sociales y culturales llevados a cabo bajo los cuatros gobiernos de la Concertación. Hemos transformado al país en la dirección de nuestros ideales; sin embargo, entre nosotros existe la sensación –absolutamente equivocada, a mí entender- de que, básicamente, hemos administrado el modelo neoliberal heredado de la dictadura ( de allí la no despreciable adhesión que encontrara, en la vida interna de la DC, la tesis, a decir verdad- de Adolfo Zaldivar sobre la “corrección” del modelo).
En tercer lugar, hemos ignorado absolutamente-y, por lo tanto, la clave del progreso y el bienestar, frente a un partido, como el nuestro, que sigue anclado en el Estado como único referente.
En cuarto y último lugar esta la lógica desquiciada de los “grupos organizados que permanecen en el tiempo”, como Jaime Castillo V. llamara a los lotes, grupos y maquinas internas que se agotan en la lógica del poder por el poder, cuyo único norte es la política clientelista que se nutre de los cargos y las pegas disponibles en el estado.
¿Tiene futuro la DC?
Aquí no hay lugar para el voluntarismo, pero tampoco para el fatalismo. El futuro de la falange depende de su capacidad capacidad para volver a sus raíces.(éticas, espirituales , doctrinarias), pero sin que ello signifique volver al pasado. Si la DC quiere evitar convertirse en un museo, tiene que pasar a hacerse cargo de los desafíos de la sociedad emergente, en una perspectiva de futuro y de cambio, de cara- y no de espaldas- a la globalización.
Por Ignacio Walker
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